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Sociedad

¿Condiciona el acento el éxito de los canarios?

Los isleños se enfrentan al fenómeno denominado ‘glotofobia’, la discriminación a causa de su manera de hablar que les afecta, principalmente, en su vida laboral

¿Condiciona el acento el éxito de los canarios?

Romería en Canarias. | Europa Press

«Me propusieron trabajar en una cadena de radio, pero cuando me escucharon dijeron que no por mi acento canario». Marta Mallorquín se define como «comunicadora», aunque su trayectoria va más allá de una única palabra. Desde presentadora de televisión, hasta redactora de informativos en medios como Telecinco o Cuatro.

Esta periodista tinerfeña siempre ha buscado su hueco dentro de un sector donde la lengua ocupa el lugar más importante. Para ella, «hace años que se respeta mucho más la manera de hablar de cada uno». Aún así, ha tenido que enfrentarse a situaciones que le han hecho pensar que ser isleña, a veces, puede significar un inconveniente. «Cuando estuve viviendo en Barcelona y trabajando allí, me obligaban a pronunciar la c y la z», una experiencia que define como «incómoda y bastante injusta», pues, para ella, cada uno debería tener la oportunidad de expresarse a su modo, «siempre y cuando se le entienda». 


A la actual locutora de radio más de una vez le han dicho que «habla raro». Marta sabe que es una cuestión «que viene de atrás», considera que las distinciones entre acentos se han inculcado desde siempre. «El que mejor habla es el que mejor pronuncia», le quisieron dar a entender en más de una ocasión. Sin embargo, la periodista nunca ha intentado alejarse de la idea de conservar su esencia. El mundo de los medios de comunicación le llevó a comprender que para una gran mayoría «el perfecto acento es el de Castilla y el canario ideal el del Hierro», a pesar de ello, ninguna opinión ha provocado un verdadero distanciamiento entre ella y su característico deje tinerfeño.

El lingüista canario Antonio M. Piñero realizó un trabajo de fin de máster directamente relacionado con esta cuestión. En este habla de la glotofobia, el rechazo a causa del acento que él mismo ha sentido. «Viví dos años en la Península, y fueron muchos los muyayos que escucharon estos oídos”. Para el experto, imitar el acento de alguien, «en especial cuando se hace tan mal», es dicriminación, tenga la intención que tenga. Asimismo, decirle a una persona que su acento es sexy puede ser considerado como una actitud lingüística negativa.  

Antonio Martín Piñero en Diálogos en La Granja

«Aunque eventualmente te pueda subir la moral, no es distinto a cualquier otra cosificación, en la que se reduce una realidad a su función sexual». Resulta poco arriesgado afirmar que tanto españoles como extranjeros asocian a las Islas Canarias con el calor, la playa y las vacaciones; el problema aparece cuando «se establece una relación del entorno físico y lo que allí se hace a la persona que lo habita», explica Piñero. El lingüística considera que por motivos como este, las personas del archipiélago situado en el Atlántico, acaban siendo definidas en la mente de muchos como «calientes y vagas, serviciales, fiesteras». Todo ello, también puede contener una pizca de racismo «porque lo sexy viene de lo hispano caribeño por la similitud de los acentos, entre otras cosas». En este punto, habrá muchos que pensarán que cualquier comentario será comprendido como una posible falta de respeto, pero Antonio asegura que «no es que no se pueda decir nada, no hay nada de malo en decirle a alguien que su acento es bonito, siempre que sea bonito como el atardecer y no bonito como un bebé panda, que hay matices importantes».

La decisión de considerar unos acentos más serios que otros tiene para este experto culpables concretos. «Recae en la inactividad de algunas instituciones como la Real Academia Española, que no hace una campaña firme y abierta de inclusión e igualdad de las variedades, sino que ejerce un paternalismo sobre ellas». Lo curioso es que el problema no solo le corresponde a esta entidad cultural dedicada a la regularización lingüística entre el mundo hispanohablante; los propios canarios, de igual manera, pueden formar parte de este entramado. «También la culpa es nuestra, que en lugar de luchar por esa igualdad, aceptamos el trato y cambiamos de acento por considerar el nuestro más informal», relata Piñero. Este hecho convierte a la glotofobia en un fenómeno de difícil erradicación, debido a que no solo hay hablantes de otras variedades que piensan que el español de Canarias es menos correcto, sino que son los propios isleños quienes fomentan esa consideración. «Entonces, si pienso que tengo algo peor, ¿por qué lo iba a querer conservar, promocionar o incluso usar?». La discriminación a causa del acento «dejará de existir cuando nos demos cuenta de que no hay nada de malo en emplear la variedad de cada persona, su lengua materna».

Precisamente, Alejandro Fuertes es uno de esos canarios que no quieren separarse de su forma de hablar. Es un actor que pertenece a la compañía canaria Timaginas Teatro. Estudia Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna, al mismo tiempo que mantiene su pasión por el escenario. «No me puedo sentir cómodo con algo que es totalmente ajeno a mí, yo me debo a lo que soy, abandonar mi acento sería desprenderme de una parte de mí que es idiosincrática». Aún así, Alejandro entiende que hay mucha gente del archipiélago que se encuentra con la necesidad de usar una pronunciación neutral o, simplemente, que ya estén acostumbrados a hacerlo por inseguridad lingüística. «Pero, en mi caso, tengo bastante clara la idea de que, a no ser que fuera inevitable, procuraré ser siempre fiel a lo que soy y mantener mi acento». 

Alejandro Fuertes en la obra Magallanes-Elcano. La primera vuelta al mundo

El mundo de la interpretación también cuenta con su espacio para la glotofobia. «Esas aspiraciones de las s hacen que el personaje parezca de barrio o de cierta zona conflictiva», ha tenido que escuchar el actor chicharrero como crítica por parte de algún integrante del público a sus compañeros. Él considera que esto no hace más que demostrar que la lengua, al ser un fenómeno social, inevitablemente, arrastra asuntos políticos y, por tanto, «el clasismo se ve en comentarios de ese tipo». La discriminación, asimismo, afecta a las oportunidades laborales con las que se encuentran los canarios en este sector. «Existe la idea equivocada de que la persona con un acento cercano al mal llamado neutro va a poder desenvolverse más fácilmente», explica Alejandro, quien también propone una reflexión: «¿Cuántos actores conocemos visiblemente famosos que sean de la islas?». El estudiante asegura que suele ser habitual que, por ejemplo, un palmero, lanzaroteño o majorero que quiera dedicarse a algo relacionado con la lengua, solo pase por trabajos en los que se hable con el acento que esa persona maneja. «Sí existen canarios para el universo del teatro o el cine, pero, curiosamente, las actrices y actores que vemos como destacados suelen ser de otros sitios». 

Antonio, Marta y Alejandro no solo tienen en común su lugar de origen, los tres coinciden en que es necesario una educación desde los primeros niveles que invite a valorar todas las partes del español por igual, una enseñanza que elimine todos los estereotipos. Para ellos, es fundamental que haya una política lingüística que reme a favor de la diversidad y abra los ojos a lo que ya existe. El acento canario no es una variedad emergente. «No estamos hablando de algo nuevo que tengamos que incorporar, es algo que está ahí, lo que pasa es que no hemos querido ponerlo en el centro», afirma Alejandro Fuertes.

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