Virus de Marburgo: una amenaza cercana, real y mortal
Se trata de un virus de ARN altamente patógeno que pertenece al orden Mononegavirales y, al igual que el virus del ébola, a la familia Filoviridae
El pasado 13 de febrero, Guinea Ecuatorial confirmó el primer brote de la enfermedad del virus de Marburgo en la historia del país. Hasta el momento han sido notificadas 9 muertes y 16 casos sospechosos con síntomas que incluyen fiebre, fatiga y vómito y diarrea con sangre.
En relación a este evento, la Comunidad Valenciana activó hace unos días el protocolo de actuación ante un caso sospechoso, el de un hombre de 34 años que presentaba síntomas compatibles con la enfermedad y que estuvo recientemente en Guinea Ecuatorial. Por fortuna, las primeras pruebas han dado negativo, pero será necesario realizar nuevos análisis para descartar definitivamente el posible caso.
Pariente del ébola
El virus de Marburgo es un virus de ARN altamente patógeno que pertenece al orden Mononegavirales y, al igual que el virus del ébola, a la familia Filoviridae. Causa la enfermedad del virus de Marburgo, una fiebre hemorrágica rara pero grave y con una alta tasa de letalidad (entre el 24 % y el 90 % en los brotes recientes), lo que la convierte en uno de los patógenos más peligrosos conocidos.
La enfermedad es conocida desde 1967, cuando dos grandes brotes ocurrieron simultáneamente en la ciudad de Belgrado, en Serbia, y en las ciudades alemanas de Frankfurt y Marburgo, de donde el virus tomó el nombre.
En los años 1998 a 2000 tuvo lugar un gran brote entre los mineros de oro de Durba (República Democrática del Congo) que involucró 154 casos y 128 muertes (tasa de letalidad del 83 %). El último gran brote de la enfermedad se produjo en el año 2005 en Angola, cuándo el virus infectó a 252 personas y murieron 227 de ellas (tasa de letalidad del 90 %).
La enfermedad que provoca suele ser intratable en humanos y en primates no humanos. Está caracterizada por originar fiebre hemorrágica y disfunciones orgánicas, como insuficiencia hepática, infección del bazo, el cerebro y los tejidos renales, y problemas de coagulación en todo el cuerpo.
Se transmite de persona a persona
La transmisión directa de persona a persona del virus de Marburgo es posible por contacto con sangre, secreciones, fluidos corporales y tejidos de personas infectadas o cadáveres. Sobre todo se contagia por el contacto sin protección en el ámbito familiar o en los centros de atención médica. En África, las ceremonias funerarias, en las que los dolientes tienen contacto directo con el cuerpo del difunto, pueden desempeñar también un papel importante en su transmisión.
A pesar de la falta de evidencia de propagación directa por el aire en humanos, es posible que pueda ocurrir contagio a través del contacto de gotas infectadas, secretadas por la nariz y la boca de una persona infectada, con las membranas mucosas de individuos sanos, porque los modelos animales han mostrado este tipo de transmisión.
El virus de Marburgo también puede ser transferido por contacto sexual, y los estudios sobre otros filovirus, como el virus del Ébola, han revelado que el ARN viral puede ser localizado en el semen hasta 407 días después de la infección.
Las personas infectadas no son contagiosas antes de la aparición de los primeros síntomas, que pueden tardar entre 2 y 21 días de incubación. Después del período de incubación, los individuos afectados suelen desarrollar enfermedades repentinas con síntomas vagos como fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, mialgia, diarrea y vómitos, seguidos por fallo orgánico múltiple.
Los murciélagos tiene mucha culpa
En el año 2008 fueron notificados dos casos independientes de turistas infectados por el virus de Marburgo tras visitar la misma cueva. Los viajeros, uno holandés y otro estadounidense, fueron infectados tras visitar una cueva de un parque nacional en Uganda que estaba habitada por colonias de murciélagos Rousettus. El turista holandés murió a consecuencia de la infección.
En efecto, originalmente la infección humana resulta de la exposición prolongada a minas o cuevas habitadas por colonias de murciélagos. La especie huésped reservorio habitual del virus de Marburgo es el murciélago frugívoro africano (Rousettus aegyptiacus), aunque algunos estudios han demostrado que el murciélago de Sundevall (Hipposideros caffer) y otras especies de quirópteros también pueden actuar como fuentes naturales de infección.
Los murciélagos frugívoros infectados con el virus de Marburgo no muestran signos evidentes de enfermedad, pero pueden transmitir el virus a los primates, incluidos humanos, que desarrollan una enfermedad grave con una alta mortalidad.
No hay vacuna ni tratamiento aprobado
Por desgracia, todavía no existe vacuna contra este patógeno ni un tratamiento específico para la enfermedad del virus de Marburgo. Aunque algunos medicamentos antivirales como Galidesivir, Favipiravir y Remdesivir han mostrado resultados prometedores, con una tasa de éxito del 83 % al 100 % cuando se administran a ciertas dosis, su eficacia no está completamente probada contra una gran población. Además de que ninguna organización autorizada ha aprobado su uso.
Algunas vacunas candidatas cómo cAd3-MARV, vectorizada con adenovirus de chimpancé recombinante tipo 3, están en fase de análisis clínicos.
Además, la vacuna Janssen, denominada Ad26.ZEBOV/MVA-BN-Filo, desarrollada contra los ebolavirus, podría ser eficaz. La vacuna contiene dos componentes, uno es denominado Zabdeno y está basado en un adenovirus tipo 26 (Ad26) que expresa la glicoproteína de un virus ébola especie Zaire (ZEBOV) variante Mayinga (Ad26.ZEBOV). El otro, llamado Mvadea, se basa en un poxvirus vaccinia Ankara modificado (MVA) que expresa glicoproteínas del virus de Marburgo, además de glicoproteínas de los virus ébola especies Zaire (ZEBOV), Sudán (SEBOV) y una proteína nuclear del virus ébola especie Tai Forest (MVA-BN- filo).
De momento, en los afectados se utiliza una terapia hospitalaria de apoyo, que incluye equilibrar los líquidos y electrolitos del afectado, mantener el estado de oxígeno y la presión arterial, reemplazar la sangre perdida y los factores de coagulación, así como tratar cualquier complicación derivada de la infección.
La atención de apoyo temprana mejora la supervivencia. Los supervivientes de la enfermedad por el virus de Marburgo hasta ahora han experimentado varias secuelas, que incluyen agotamiento, mialgia, hiperhidrosis, descamación de la piel y pérdida de cabello.
Teniendo en cuenta los recientes brotes del virus de Marburgo, resulta imprescindible realizar un mayor número de estudios epidemiológicos que permitan explorar con mayor precisión la naturaleza, la transmisión, los síntomas, el diagnóstico y el tratamiento de este patógeno.
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Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.