¿Qué significan los vértigos? Un síntoma de múltiples patologías
Según el doctor Manuel Mozota, el 80% de los españoles han experimentado al menos un episodio alguna vez en su vida
Los vértigos son una de las patologías más infravaloradas a nivel de los pacientes. La mayoría de las ocasiones no se les da importancia, o al menos no la suficiente, debido a su aparente volatilidad. Sin embargo, aunque pueden desaparecer igual de fácil que llegaron, también pueden derivar en una dolencia realmente molesta, incluso incapacitante, para quien la sufre.
El vértigo consiste en sentir que todo alrededor se mueve. Según expertos como el responsable del Grupo de Trabajo de Otorrinolaringología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), el doctor Manuel Mozota, el 80% de los españoles ha experimentado al menos una vez en su vida un episodio de vértigo.
Hay dos tipos de vértigos
Según ha explicado el experto a El Confidencial, «el vértigo es la sensación ilusoria de que los objetos giran. Es como estar flotando o navegando en un barco sobre un mar con oleaje». Es importante recordar que esta sensación no es una enfermedad en sí misma; a excepción del «caso del vértigo paroxístico benigno, que sí es una enfermedad del oído interno», es un síntoma de múltiples patologías.
El experto aclara que existen dos clases de vértigos: los centrales y los periféricos benignos, que son los más frecuentes. El adjetivo benignos es porque «no hay una enfermedad potencialmente grave detrás»; sin embargo, «este tipo de vértigos pueden llegar a ser muy incapacitantes. De hecho, muchas personas que los sufren no pueden llevar una vida normal».
Por otra parte, los vértigos centrales son los menos habituales y los más graves. Tienen un origen cerebral y no aparecen del mismo modo que los periféricos. «Su aparición es más lenta y gradual. Además, al principio no suelen ser muy intensos. Eso sí, normalmente van aumentando a medida que la enfermedad que los provoca evoluciona. Por ejemplo, algunos de los síntomas de origen central son la alteración de la visión, del habla, o la imposibilidad de estar de pie», describe Mozota.
Por el contrario, cuando son de origen periférico (del oído interno) suelen ser bastante más «llamativos porque presentan un cortejo vegetativo (cuadro sintomático consistente en la aparición de náuseas o vómitos y sudoración fría y profusa) mucho mayor». Además, el doctor añade que «este tipo de vértigos, a diferencia de los centrales, comienzan de repente, de forma súbita, empeoran con el movimiento, y, aunque no suele ser el síntoma de una enfermedad grave, sí es cierto que pueden llegar a ser invalidantes».
Los vértigos suelen ser síntomas de otras enfermedades
Estos mareos siempre tienen detrás una patología que los provoca. El vértigo periférico, en primer lugar, suele tener detrás, casi siempre, dos enfermedades: «El vértigo posicional benigno, que es una alteración del oído interno, y la enfermedad de Ménière, que causa mareos y pérdida de audición (hipoacusia). Otro posible desencadenante son las neuritis, que son inflamaciones provocadas, a menudo, por virus o bacterias. Por ejemplo, un proceso catarral puede llevar a una inflamación del nervio y esta, a su vez, a un episodio de vértigo».
En cuanto a los del tipo central, destacan «el vértigo migrañoso, los asociados a las migrañas y los vinculados a los accidentes isquémicos transitorios y a los accidentes cerebrovasculares». Sin embargo, hay muchas dolencias que provocan el vértigo como síntoma.
Pueden llegar a ser crónicos
Precisamente porque los vértigos son un síntomas, para atajarlos «hay que incidir en la causa». «Si estamos ante un vértigo central, hay que tratar la enfermedad, y si es periférico como el paroxístico benigno, entre otras cosas, se puede aplicar la maniobra de Epley, que sirve para recolocar los otolitos (cristales diminutos responsables del equilibrio sensorial), cuyo desplazamiento produjo el vértigo. En otras ocasiones, se hace necesario la prescripción de neurolépticos, antihistamínicos de acción central o vasodilatadores, o combinaciones de estos», señala el experto.
En caso de tratarla con medicación, las crisis de vértigo pueden durar entre uno y tres días. Claro está que, al eliminar la causa que lo desencadena, los vértigos desaparecerán. Un ejemplo sería «si está producido por una otitis, con un tratamiento con antibióticos, curaremos la infección, y, por tanto, también desaparecerá el vértigo asociado; si controlamos una crisis hipertensiva, también mejoraremos el episodio vertiginoso».
Además, Mozota añade que «también hay personas que sufren vértigo crónico, es decir, que no termina de curarse y que suele intensificarse con los movimientos. Son muchos menos casos, pero existen». Por último, también existen tratamientos profiláctivos para evitar que vuelvan a ocurrir, ya que «muchas veces, aquellos que han tenido un episodio de vértigo es más frecuente que vuelvan a padecerlo».
La edad afecta a su aparición
Es cierto que cualquier persona puede padecer vértigos, pero suelen aparecer con mucha más frecuencia entre las personas mayores. «A medida que pasan los años, es más probable que se dañe el oído interno y que, por tanto, se produzcan vértigos y que se cronifiquen», destaca el representante de la SEMG.
Pero Mozota recuerda que los niños y adolescentes también pueden padecerlos. En cuanto a las causas, suelen estar más relacionadas con las infecciones, sobre todo de otitis y faringitis. También las pueden provocar infecciones víricas, que pueden desencadenar neuritis (inflamación de los nervios) y desencadenar vértigos. «En estos casos, curando la infección, acabaremos o mejoraremos la crisis de inestabilidad y el episodio vertiginoso», concluye el experto.