Así fue la colonización de Europa por el 'homo sapiens'
La colonización se llevó a cabo en tres períodos distintos y característicos
El anuncio de mi equipo en 2022 del descubrimiento de asentamientos de sapiens en Grotte Mandrin, en el sur de Francia, hace 54.000 años, hizo retroceder 12 milenios las primeras migraciones de estas poblaciones en el continente europeo. El hallazgo sugería que se nos habían escapado elementos fundamentales para explicar la primera colonización de Europa del Homo sapiens.
A principios de mayo de 2023 publiqué un macroestudio en la revista científica PlosOne que expone una profunda reescritura de este momento clave de la historia europea. Hemos podido demostrar que la colonización de Europa por sapiens se produjo en tres grandes oleadas de asentamientos hace entre 54 y 42.000 años.
La oleada de hace 42.000 años se ha considerado la primera colonización del continente, pero sería en realidad la última. El pulso final de un proceso mucho más antiguo que enlaza Europa con el Mediterráneo oriental y cuya comprensión se nos habría escapado por completo.
El resultado del análisis impacta profundamente en nuestras concepciones de la colonización de Europa y en la historia de las poblaciones aborígenes neandertales, cuya extinción parece coincidir con bastante precisión con la tercera ola sapiens, marcando el final de un proceso muy largo, que se extiende a lo largo de más de 12 milenios, y del que sólo empezamos a vislumbrar sus grandes puntos de inflexión.
La primera ola
Hasta 2022 parecía establecido que las primeras migraciones de sapiens a Europa se establecieron hace entre 45 y 42.000 años, asentándose en territorios ocupados exclusivamente, y durante cientos de milenios, por neandertales. Pero nuestro trabajo de 2022 reveló que hace 54.000 años años ya había sapiens asentados en el sur de Francia. Así que tuvieron que llegar antes.
El estudio presentaba el análisis de nueve dientes descubiertos en la cueva de Mandrin, en el valle del Ródano, y demostraba que todos ellos eran neandertales. Sin embargo, la asombrosa cultura neroniana, vinculada a varios yacimientos de la zona del Ródano, y basada en la obtención sistemática de pequeñas puntas de sílex asombrosamente estandarizadas, debía asociarse con los sapiens arcaicos.
Ya en 2004 habíamos reconocido estas tradiciones neronienses, señalando su carácter notablemente moderno desde el punto de vista de las técnicas, pero sin poder analizar su origen preciso ni si eran obra de neandertales o de sapiens.
El estudio de 2022 también constató poderosas conexiones en las tradiciones artesanales entre estas poblaciones sapiens del Neroniense del valle del Ródano y el Paleolítico Superior Inicial (IUP) reconocido en el levante mediterráneo (Oriente Próximo).
Durante una estancia de estudios de varios meses en Harvard en 2016 me había enfrentado a estas famosas colecciones del IUP del Mediterráneo oriental. Yo estaba estudiando la enorme secuencia arqueológica de Ksar Akil, situado en las laderas del Monte Líbano que, con sus 22 metros de registros arqueológicos, era el más completo en Eurasia sobre los últimos neandertales y los primeros sapiens.
Al analizar las artesanías de los sapiens descubrí con asombro sus similitudes técnicas con las puntas de sílex neronianas. Mi confrontación con las tradiciones técnicas de estos sapiens orientales sólo ofrecía una conclusión posible: el neroniano y el IUP levantino representan una única tradición técnica, marcando aquí un avance muy temprano de los sapiens hacia Europa occidental.
Esta conclusión la publiqué en cuanto regresé de Harvard, en 2017 y 2019, cinco años antes de hacer público el estudio de los famosos nueve dientes descubiertos en la cueva de Mandrin, pero, sobre todo, dos años antes de que Clément Zanolli (investigador del CNRS UMR PACEA) tuviera en sus manos el primero de estos dientes para su análisis.
Las conclusiones a las que llegó Zanolli coincidían con las mías, y había llegado a ellas de forma totalmente independiente, en un método doble ciego.
La propuesta de presencia sapiens muy antigua se basaba para Zanolli en el notable descubrimiento de dientes humanos antiguos y, al mismo tiempo, planteaba un enfoque estructural y global, comparando las tradiciones artesanales neandertales y sapiens con estudios transmediterráneos.
Así, tenemos aquí la primera oleada sapiens hacia Europa, que demuestra la existencia de antiguas migraciones que alcanzaron el oeste del continente ya hace 54.000 años.
La tercera ola
La tercera oleada se reconoce desde hace varias décadas. Hasta hace poco se consideraba la primera gran oleada sapiens hacia Europa. Nos encontramos en torno a 42.000 años atrás. Esta oleada se refiere a las llamadas tradiciones auriñacienses, cuyas primeras expresiones se distinguen comúnmente como protoauriñacienses.
Su atribución se basa también sólo en un puñado de dientes humanos, pero la conexión de las tradiciones auriñacienses con el sapiens tampoco permite dudas. Esta tecnología tiene equivalentes muy precisos en el Ahmariano temprano, el momento en que los humanos se estaban extendiendo por el Levante.
En este juego de correlaciones entre Oriente y Occidente, los impresionantes registros arqueológicos de Ksar Akil vuelven a desempeñar un papel importante.
Durante mi investigación en Harvard en el Museo Peabody en 2016 estuve estudiando el conjunto de estas colecciones. De nuevo, el asombro. Las correlaciones establecidas durante los últimos veinte años entre Oriente y Occidente, entre el Protoaurignaciense y el Ahmariano Temprano de Ksar Akil, eran claramente erróneas.
Estas conexiones se habían establecido principalmente sobre bases bibliográficas y con poca información directa. Lo que vi en Ksar Akil no tenía ningún parecido con el Protoaurignaciense europeo. Sin embargo, en Ksar Akil sí podía reconocerse un Protoaurignaciense muy clásico, pero en niveles arqueológicos mucho más recientes que los previstos hasta entonces por nuestra comunidad científica. Admitámoslo. Admitámoslo. Tendríamos aquí más que un replanteamiento de las presuntas conexiones entre Europa y Levante.
Pero surgía algo aún mucho más interesante. En Ksar Akil, entre el Paleolítico Superior Inicial, el Neroniense Levantino y el equivalente del Protoaurignaciense, hay algo. Nada menos que ocho niveles arqueológicos separan el PIO (la primera oleada) de Ksar Akil de los elementos arqueológicos correspondientes a la tercera oleada. En esta secuencia arqueológica, las cronologías muy finas son raramente accesibles debido a la menor calidad de conservación de los restos óseos en estas regiones climáticamente cálidas, pero estos ocho niveles arqueológicos tienen todas las razones para referirse a una temporalidad de varios milenios.
Estas colecciones nos ofrecen una mirada inesperada sobre lo que parece corresponder a las tradiciones culturales de una segunda oleada de sapiens hacia el continente europeo.
La segunda oleada
En Ksar Akil, entre el IUP y el equivalente del Protoaurignaciense, miles de sílex nos muestran una artesanía basada en la producción de «puntas de dorso romo». Estos niveles arqueológicos levantinos llamados Paleolítico Superior Temprano (PUP, literalmente Paleolítico Superior Temprano) de Ksar Akil, con sus puntas de dorso abatido, evocan técnicamente, con mucha precisión, y de manera notable, lo que en Europa occidental llamamos el Châtelperroniense, tradiciones bien atestiguadas desde Borgoña hasta España y generalmente atribuidas… al Neandertal.
El Châtelperroniense es una de las industrias llamadas «de transición» que marcarían la entrada en la modernidad de las poblaciones neandertales, con hojas, lascas y ornamentos de hueso o marfil. Pero los restos humanos aquí también son escasos y varios investigadores ya señalaron que esta atribución neandertal era incierta, sin poder explorar el origen preciso (¿poblaciones sapiens ? ¿poblaciones mestizas ?) y sin poder establecer conexiones técnicas, geográficas o culturales precisas entre el Chatelperroniense y las tradiciones sapiens reconocidas en otros lugares de Eurasia.
La confrontación con los datos levantinos del yacimiento de Ksar Akil crea por primera vez este puente tan preciso entre Chatelperroniense y sapiens, situando estas industrias en un contexto cultural bien definido y específico de las poblaciones sapiens del Oriente mediterráneo. La proximidad entre el Chatelperoniense europeo y el EUP de Ksar Akil permite finalmente proponer un origen cultural y geográfico bien circunscrito, y en ningún caso neandertal, al Chatelperoniense europeo.
Tenemos aquí, con el Chatelperroniense, nuestra segunda ola sapiens.
Repensar los cambios de la humanidad en Europa
Esta distinción de tres oleadas sapiens en Europa afecta a todos nuestros refinados marcos interpretativos a lo largo del siglo XX, pero cuya estructura histórica más bien simple (neandertal, luego sapiens con una supuesta fase de aculturación neandertal entre medias) había permanecido inalterada en su columna vertebral desde principios del siglo XX.
Así, el estudio que acabamos de publicar en PlosOne muestra también que en el Levante estas 3 tradiciones artesanales levantinas pasan muy gradualmente, a lo largo de los milenios, del IUP al EUP y finalmente al equivalente del Protoaurignaciense, confrontándonos aquí con las evoluciones graduales de un único grupo cultural.
Los tres impulsos migratorios hacia Europa representarían así movimientos de sapiens a partir de un único sustrato cultural levantino.
En cuanto a los neandertales, la propuesta de reatribuir el Chatelperroniense a ciertas poblaciones sapiens cuyas tradiciones están bien definidas y tienen raíces levantinas afecta profundamente a nuestra propia visión de la organización de las sociedades neandertales en el momento de la llegada de los sapiens a Europa. Se trata también de una profunda reescritura de nuestros esquemas y de nuestra comprensión de estas poblaciones humanas fósiles.
Quizá, al final, los neandertales desaparecieron sin cambiar nada, en lo fundamental, de sus formas ancestrales de estar en el mundo.
Vivimos un momento apasionante de profunda remodelación del conocimiento que nos permite no sólo repensar momentos clave de la historia de nuestro continente sino, más profundamente, enfrentarnos a lo que significa ser humano frente a la larga historia de otras humanidades, ya extinguidas.