Estrategias para evitar darse 'atracones' de estudio antes de un examen
Algunos estudios apuntan que el sueño favorece la consolidación del aprendizaje, lo que popularmente se conoce como «lección dormida, lección aprendida»
A menudo, cuando abordamos un nuevo curso, nos centramos en el modelo de evaluación y en las estrategias para aprobar, dejando en un segundo plano qué conocimientos nos aportará. Cuando nos enfocamos en el resultado, es decir, en conseguir aprobar o sacar buena nota, podemos afrontarlo de dos maneras distintas: estudiar progresivamente, de manera continua, o estudiar en el último momento.
Desde el principio: el estudiante organizado
Estudiar de manera continua tiene un impacto positivo en el rendimiento académico y en el aprendizaje a largo plazo. Obviamente, requiere tiempo y dedicación, y permite aplicar algunas estrategias de aprendizaje efectivas que de otra forma no serían posibles.
Algunas de estrategias eficaces son interactuar con el profesor o iguales para facilitar el proceso de aprendizaje, involucrarse en actividades gamificadas para incrementar el interés por los contenidos, redactar la información con palabras propias, practicar con ejercicios similares, estudiar en voz alta o aplicar técnicas nemotécnicas.
Margen de maniobra
Además, estudiar de manera continua permite un mejor seguimiento por parte del profesor, o (en el caso de utilizarlo) a un sistema de inteligencia artificial alertar al estudiante de que la estrategia de aprendizaje no es correcta y que tiene riesgo de abandonar para tener margen de maniobra de mejorar su conducta o estrategia.
En este ámbito, es importante destacar el potencial de la inteligencia artificial para fortalecer el aprendizaje de los estudiantes siguiendo las recomendaciones de la UNESCO en el Consenso de Beijing sobre inteligencia artificial y educación de 2019.
En el último momento: el estudiante de atracón
Los estudiantes que estudian en el último momento suelen utilizar estrategias como concentrarse en el estudio, resumir y simplificar, practicar con preguntas anteriores, estudiar en grupos de última hora y utilizar materiales en línea (aunque estas estrategias también pueden ser utilizadas por estudiantes organizados).
Este tipo de estudiantes tienen la ventaja que la presión temporal puede hacer que se concentren más y se centren en lo esencial. No obstante, también hay desventajas, ya que puede generar estrés y ansiedad, y la no comprensión profunda, consolidada y duradera.
Por otro lado, hay estudios que afirman que hay una relación entre la procrastinación y el rendimiento académico.
La importancia del sueño y el tipo de examen
Entonces ¿cuál es la mejor manera de optimizar el rendimiento de cara a un examen? La clave es la planificación, organización y estudiar de manera continua, en lugar de los atracones de estudio.
Algunos estudios apuntan que el sueño favorece la consolidación del aprendizaje, lo que popularmente se conoce como «lección dormida, lección aprendida».
También hay que considerar que las estrategias de estudio varían según el tipo de examen: tipo test, de redacción memorística, de resolución de problemas, práctico u oral. Las estrategias de estudio también varían según el tipo de estudiante ya que a algunas personas les resultan más efectivas unas técnicas que otras.
Más allá del resultado
Pero además del rendimiento en un examen, también es importante el aprendizaje a largo plazo. Una técnica que favorece el aprendizaje a largo plazo es el espaciado en el tiempo para evitar la sobrecarga cognitiva.
La sobrecarga cognitiva ocurre cuando recibimos mucha información en un tiempo muy corto y nuestro cerebro se ve abrumado. Para evitar la sobrecarga cognitiva se pueden aplicar técnicas como la pomodoro, creada por Francesco Cirillo a finales del 1980. Esta técnica consiste en trabajar durante bloques de tiempo separados por pausas.
Otra técnica para favorecer el aprendizaje a largo plazo es el aprendizaje activo. Implica la realización de una actividad práctica.
Como recuerda el proverbio chino: «Escucho y olvido, veo y recuerdo, hago y entiendo», a través de la escucha, la observación y la acción, los estudiantes pueden construir una comprensión más completa y profunda de los conceptos que están aprendiendo. El aprendizaje activo implica un aprendizaje experiencial que permite adquirir competencias útiles y difíciles de olvidar.
Autoevaluación
Para descubrir qué técnicas de estudio son más útiles se puede recurrir a la autoevaluación (tener en cuenta las preferencias personales), la experimentación (ver qué técnicas son más efectivas), las pruebas de estilo de aprendizaje o las pruebas de memoria.
Algunos ejemplos de pruebas de estilo de aprendizaje son las de Honey y Mumford (que identificaron cuatro estilos básicos como el activista, el reflector, el teórico y el pragmatista) y las de Felder–Silverman (los estilos de aprendizaje son un equilibrio entre pares de extremos como activo/reflexivo, sensorial/intuitivo, verbal/visual y secuencial/global). En lo referente a las pruebas de memoria, se puede evaluar recordar palabras, números o imágenes.
No dejes para mañana…
Ni los atracones de estudio, ni la privación de sueño son estrategias recomendables; la sobrecarga cognitiva pueden tener efectos negativos en la memoria y el rendimiento a corto y largo plazo, y sobre todo a la hora de aplicar el conocimiento en un futuro. Por lo tanto, se recomienda el estudio constante, y mantener un equilibrio entre estudio y descanso.
Experimentando con diferentes estrategias, los estudiantes aumentarán la capacidad para retener y aplicar el conocimiento, mejorar su rendimiento académico y disfrutar del placer de aprender. Como decía Confucio:
“Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso”.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.