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Ampliar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años puede mejorar la educación y los salarios

Los expertos defienden esta medida para reducir el abandono escolar y el paro de los jóvenes

Ampliar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años puede mejorar la educación y los salarios

Los expertos apuestan por una ESO de tres años y un Bachillerato de otros tres. | Ilustración: Alejandra Svriz

El sistema educativo en España tiene serias asignaturas pendientes, tal y como reflejan de forma casi unánime las estadísticas oficiales y los informes de organismos internacionales. Aquí destaca, por ejemplo, el abandono escolar temprano (nuestra tasa es la segunda más elevada de la Unión Europea) o los malos resultados registrados en el último informe PISA (con nuestro peor nivel histórico en matemáticas).

Es por ello que las administraciones públicas y los expertos en la materia llevan años buscando soluciones para revertir esta tendencia y empezar a puntuar mejor en un ámbito clave para cualquier sociedad, como es la educación. En este sentido, algunos expertos llevan tiempo apostando por una política en particular que, defienden, podría matar varios pájaros —problemas— educativos de un tiro. Se trata de la posibilidad de extender la enseñanza obligatoria de los 16 a los 18 años, una idea que en los últimos tiempos está cobrando fuerza entre los entendidos en la materia.

El filósofo Gregorio Luri, conocido divulgador sobre temas educativos, señala a THE OBJECTIVE que esa prolongación de la enseñanza obligatoria es, en su opinión, «inevitable». Eso sí, «hay que discutir el cómo y el cuándo, porque no debe significar necesariamente dos años más de clases presenciales», matiza Luri.

Por su parte, Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela y expresidente del Consejo Escolar del Estado (un órgano que asesora al Gobierno en materia educativa), también aboga por tomar esta medida. López apunta a que esa extensión de la enseñanza obligatoria resultaría, a medio y largo plazo, en una «mejora del empleo joven y el aumento de los salarios, por efecto de una mejora del nivel formativo». En conversación con este periódico, el catedrático apunta a que hay una «consistente evidencia empírica» y un «amplio consenso» entre los expertos sobre estos efectos beneficiosos.

Además de ello, el experto señala que, a corto plazo, esta política también reduciría notablemente el abandono educativo temprano. A este respecto, narra el análisis que él mismo hizo de España y Portugal, comparándolos durante diez años. López explica que, en su día, el país luso alargó tres cursos la enseñanza obligatoria, lo que se ha traducido en que, partiendo de niveles de abandono escolar similares, Portugal se sitúe hoy por debajo de la tasa media de la UE, mientras que España tiene la segunda más alta, sólo por detrás de Rumanía. El expresidente del Consejo Escolar del Estado añade que «estudios econométricos efectuados por investigadores portugueses han demostrado que el sector más beneficiado por esa reforma [de la extensión de la enseñanza obligatoria] es el de los alumnos socialmente desaventajados».

Con todo, no faltan quienes ven con escepticismo esta reforma. López reconoce que a los centros concertados «no les hace gracia porque creen que les perjudica». El catedrático de la Camilo José Cela, sin embargo, opina que «no lo han estudiado suficientemente, ya que la gratuidad se extendería junto con la obligatoriedad». «Además, hay de por medio argumentos de interés general que no deben ser ignorados», subraya.

El catedrático también admite las «reticencias» de los propios profesores de Secundaria, pero considera que la medida «no se les ha explicado». «No se trata de amarrar a los alumnos al pupitre y extender el actual modelo de la ESO hasta los 18 años, sino de acompañar esa medida administrativa con un cambio de modelo».

¿Y en qué consistiría ese cambio de modelo? El propio López responde. Su propuesta consiste en acortar el primer ciclo de Secundaria, lo que hoy es la ESO, de cuatro a tres cursos. Ese primer trienio (de los 12 a los 15 años) sería común a todos los alumnos. A continuación, le seguiría un segundo ciclo de otros tres años (de los 15 a los 18) en el que podrían transitarse dos itinerarios: por un lado, un Bachillerato que durase tres años en vez de los dos actuales, asemejándose España a la mayoría de países de Europa; y, por otro, una FP de Grado Medio. Para este segundo itinerario, el experto señala que deberían introducirse incentivos económicos mediante un sistema de becas o salarios de formación vinculados a una FP dual que tendría que ser reforzada. Así, podría conciliarse la formación y el empleo para aquellos mayores de 16 años que ya estuvieran trabajando.

Preguntado por si la extensión de la enseñanza obligatoria no supondría un peso extra para aquellos alumnos menos inclinados hacia los estudios, López Rupérez contesta diciendo que ocurriría al contrario. «El empezar un año antes el segundo ciclo de la Secundaria permitiría orientar mejor su formación hacia sus necesidades e intereses, y mejorar una formación orientada al empleo».

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