Estas son las profesiones comunes que han ido desapareciendo en España

Los oficios tradicionales, aquellos de ‘toda la vida’, se han ido desvaneciendo lentamente del tejido social contemporáneo por diversos factores.

Estos empleos, que, en su día, fueron los pilares de la economía local, se vieron eclipsados por la tecnología y la globalización. Desde el ollero al perifollero, pasando por el paragüero y el lebrillero, estos artesanos han sido testigos de una era que practicamente, a excepción de algunas regiones de la España rural, ha desaparecido por completo.

Los oficios antigüos que han desaparecido

• Ollero: este oficio se remonta a épocas antiguas, donde el ollero moldeaba con habilidad el barro para crear diversos recipientes, especialmente pucheros utilizados para cocinar en la lumbre.

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• Perifollero: el perifollero elaboraba colchones utilizando una parte específica de la raíz del azafrán, conocida por sus propiedades similares a la lana.
• Lebrillero: en una época en la que la cerámica era un material muy usado en la vida cotidiana, el lebrillero se dedicaba a la reparación de vasijas de barro. Su labor consistía en prolongar la vida útil de estos objetos.

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• Paragüero: el paragüero era el artesano encargado de mantener en buen estado los paragüas. Especialmente reparaba las varillas que se solían partir con la fuerza del viento.
• Colchonero: el colchonero era responsable de preparar y acondicionar la lana de los colchones. Su oficio consistía en varearlos y mullir y esmotar la lana.
• Vendedores de arrope y miel de la Alcarria: estos comerciantes ambulantes recorrían las calles ofreciendo productos tradicionales como el arrope y la miel de la famosa región de La Alcarria.

• Sereno: el sereno se dedicaba a cerrar con llave los portales durante la noche. Así como si se tratara de un conserje del barrio.
• Farolero: la iluminación de las calles dependía de las farolas de gas o aceite, el farolero era el encargado de encenderlas y apagarlas diariamente.

• Relojero ambulante: similar al afilador ambulante actual, el relojero recorría las calles ofreciendo sus servicios de reparación de relojes.
• Trillador: el trillador se dedicaba a la separación de la espiga del grano.
• Campanero: se dedícaba a tocar las campanas en horas puntas.
• Leñero: vendía gabillas de leña para el «sagato», lumbre que permanecía encendida todo el día.
• Charlatán: este vendedor vendía telas a través de subastas, permitiendo que los compradores adquirieran materiales para confeccionar ropa con modistas o costureras locales.
• Vendedores a domicilio de ropa de cama y mantelerías: estos comerciantes vendían a domicilio ropa de cama y mantelería con la opción de pagar a plazos. Una vez completado el pago, entregaban la mercancía en cada hogar.
• Betunero: este profesional se encargaba de mantener relucientes los zapatos. Ofrecía sus servicios en lugares transitados como casinos, bares y otros establecimientos.

• Calderero: especializado en la fabricación de sartenes y otros utensilios de cocina.
• Ceramista: se dedicaba a la producción de ladrillos para la construcción de viviendas.
• Herreros: expertos en la forja de herraduras para caballos. Los herreros eran figuras clave en el mantenimiento de la movilidad y el bienestar de los animales de trabajo de campo.
• Matachines: encargado de realizar la matanza de cerdos en los hogares, el matachin llevaba a cabo el sacrificio y el despiece de los animales para obtener las piezas como jamones, lomos y tocinos.
• Morcilleras: especializadas en la elaboración de morcillas y chorizos durante las matanzas.
• Aguadoras: mujeres que transportaban agua desde las fuentes públicas hasta los hogares utilizando carretillas con dos cántaros a cambio de un real.
• Lavanderas: mujeres que lavaban la ropa a domicilio en las pilas de piedra de cada hogar utilizando agua de los aljibes y jabón casero. En zonas con ríos próximos, usaban el agua del río.

Los factores que han hecho desaparecer estos oficios

Múltiples factores han contribuido al declive de estos oficios. La industrialización masiva trajo consigo la producción en masa, relegando las creaciones artesanales a un segundo plano.

Por otra parte, la urbanización acelerada llevó a un distanciamiento de las comunidades locales, donde estos oficios solían prosperar.

Además, el cambio en las preferencias del consumidor, que ahora valora la conveniencia y el precio sobre la calidad y la artesanía, ha llevado al cierre de numerosos oficios familiares que no pudieron adaptarse a las demandas del mercado moderno.

Sin embargo, más allá de la pérdida material, la desaparición de estos oficios conlleva una pérdida cultural y social. Por ello, es muy importante conocer estos empleos, aunque ya han desaparecido del mercado y la economía, al menos que no lo hagan del recuerdo.