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Sociedad

El mal estado del Mar Menor se debe a la entrada de aguas residuales de origen urbano

Es la conclusión del científico Brian Lapointe, uno de los mayores expertos en contaminación de lagunas costeras

El mal estado del Mar Menor se debe a la entrada de aguas residuales de origen urbano

De derecha a izquierda, Pedro Fernández, Rachel Brewton, Brian Lapointe, Díaz Baño y Miguel Ángel Cámara Botía

La Facultad de Química de la Universidad de Murcia ha celebrado un seminario organizado por el Grupo de Investigación de Química de los Plaguicidas, Contaminación Agroindustrial, Ecoeficiencia y Toxicología para abordar las causas y consecuencias de la contaminación costera y sus implicaciones y relación con el Mar Menor. El acto ha contado con la presencia excepcional de uno de los mayores expertos del mundo en contaminación de lagunas costeras, el doctor Brian Lapointe, profesor investigador del  Instituto de Oceanografía Harbor Branch de la Universidad Atlántica de Florida, y su compañera de equipo la doctora Rachel Brewton.

El ponente norteamericano visitó un día antes el Mar Menor y su cuenca vertiente, donde tuvo la oportunidad de observar personalmente la situación del mismo y todo lo que a este sistema le rodea. Dada la experiencia de Lapointe y Brewton en lagunas similares al Mar Menor, fácilmente pudieron comprobar el paralelismo existente. A Lapointe le llamó la atención la cantidad de urbanizaciones existentes, la entrada permanente de agua dulce por la rambla del Albujón, la ausencia de redes separativas de pluviales y saneamiento y la subida del nivel freático del acuífero.

De hecho, durante su intervención en el seminario, el investigador ha asegurado que «se nota un claro proceso de eutrofización en toda la laguna, especialmente con un cambio de color notable en la cubeta sur, donde la renovación del agua es más lenta». Además, para Lapointe, «el tipo de algas y su morfología que están cerca de las zonas altamente urbanizadas evidencian una entrada masiva de nutrientes a la laguna», similar a las estudiadas por su equipo en otras lagunas del mundo.

Durante su paseo por la zona, ambos investigadores pudieron visitar algunos campos de cultivo y se interesaron por las prácticas agrícolas que actualmente se están ejerciendo en el Campo de Cartagena. Fundamentalmente se focalizaron en la aplicación de agua, fertilizantes y en el control biológico de enfermedades y plagas.

La contaminación por nutrientes no es exclusiva de la agricultura

El tema de la agricultura y su impacto en la contaminación de las aguas también es un asunto muy presente en las investigaciones del profesor Lapointe y su equipo. Sus estudios demuestran que, pese a que los agricultores estadounidenses han reducido en un 50% el uso de fertilizantes en los últimos años, la situación de la laguna Indian River, donde se centran sus investigaciones, no sólo no ha mejorado su estado, sino que lo ha empeorado.

Pese a que la presión social, política y ecologista sigue enfocada en criminalizar al sector agrícola, los datos hablan de que la procedencia de nutrientes es principalmente antropogénica (urbanismo), según Lapointe. Y en su dilatada experiencia en este tipo de ecosistemas, la contaminación antrópica de las aguas es provocada sistemáticamente y de forma fundamental por la entrada de aguas residuales de origen urbano, fruto de la presión creciente y mal gestionada de la actividad humana, como sistemas sépticos (pozos ciegos) y tratamiento ineficaz de dichas aguas.

A su juicio, estaríamos ante otro colapso de un ecosistema presionado por la entrada permanente de nutrientes como el fósforo, amonio y materia orgánica de procedencia urbana. Además, en sus estudios de la laguna, donde todo apuntaba a que la procedencia mayoritaria del nitrógeno era del sector agrícola, comprobaron que definitivamente los datos señalaban que el 50% del nitrógeno tenía procedencia de aguas residuales y sólo el 8% de los fertilizantes.

Sus estudios revelan también que la contaminación contribuye significativamente a la proliferación de algas nocivas, lo que afecta a la biodiversidad, la economía local y la salud pública. Sobre este asunto, la doctora Brewton ha añadido que la entrada de nutrientes ha provocado el crecimiento de la fauna bentónica y de algas nocivas, así como la aparición de distintas especies, «lo que ha causado no sólo un impacto ambiental en el ecosistema, sino que también ha comprometido la seguridad alimentaria, ya que hablamos de una zona habitual de pesca», ha afirmado.

Tras años de investigación al respecto, el Lapointe ha afirmado durante su intervención que una de sus principales recomendaciones es que «Murcia no ha de caer en la distracción que supuso en Estados Unidos centrar en los fertilizantes la carga de responsabilidad del estado ambiental de la laguna, y que es hora de aprender de otras zonas y así evitar cronificar el problema». En esta línea, concluyó que «es vital mejorar la infraestructura de tratamiento y gestión de aguas residuales, vía superficial y subterránea, y reducir la carga de nutrientes para recuperar la calidad del agua y apoyar la recuperación de las praderas de pastos marinos en la región». Para Lapointe, uno de los pasos que hay que dar para resolver esta situación pasa por el uso de técnicas como el análisis de isótopos de nitrógeno, con el que es posible identificar fuentes específicas de contaminación.

Investigadores de la Universidad de Murcia valoran firmar un convenio de colaboración para trabajar en el Mar Menor con Lapointe y su equipo de expertos de la Universidad Atlántica de Florida, con el objetivo de poder implementar sus técnicas de estudio en la laguna murciana.

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