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Sociedad

El último adiós al padre Jorge

La periodista argentina Virginia Priano, que trabajó con Bergoglio, recuerda cuando le sorprendió llamando por teléfono

El último adiós al padre Jorge

Virginia Priano, periodista argentina que trabajó con el papa Francisco. | TO

La Iglesia Católica despidió este sábado al papa Francisco, que deja un vacío entre los millones de católicos del mundo, pero también entre sus amigos y colabores más cercanos. Sus restos mortales ya descansan en la Basílica de Santa María la Mayor, y su tumba puede ser visitada a partir de este domingo. Entre estos colaboradores que lloran su ausencia se encuentra la periodista argentina Virginia Priano, que trabajó con el papa en la Fundación Scholas Occurrentes y que recuerda a THE OBJECTIVE como Francisco solo quería ser conocido como «el padre Jorge, no le gustaba que se dirigieran a él como Santo Padre».

Jorge Bergoglio ya es historia dentro de la Iglesia y poco a poco se van conociendo más detalles de lo que ha sido su vida, austera y alejada de la pompa vaticana. Un nuevo estilo de vida que muchos se preguntan en el Vaticano si será el que también siga el nuevo Santo Padre. «El listón está muy alto», aseguran fuentes vaticanas, que no creen que se vuelva a los usos de otros papas, como vivir en los aposentos vaticanos o los signos externos de poder o lujo.

Un ejemplo de esta vida sencilla que siempre quiso llevar el papa Francisco lo narra a este periódico Virginia Priano, que como periodista ha tenido que cubrir informativamente el fallecimiento del que fue su jefe en la Fundación Scholas Ocurrentes. Una institución que Francisco creó en Argentina y cuando fue nombrado papa impulsó a nivel global, con su director José María del Corral.

Priano cuenta sus vivencias con el papa y una de las que más refleja el carácter de Francisco es cuando ella iba en el autobús y de repente sonó el teléfono de su jefe, que ella llevada, cuando lo descolgó «era el papa. Hola, soy el padre Jorge, y yo le respondí ¿el papa?, y me respondió, entre risas, también soy el papa. Me moría de nervios porque estaba llamando el papa por teléfono».

Virginia Priano.

Bergoglio, quiso ser más Jorge que Francisco, esta periodista argentina así lo confirma, al afirmar que «no le gustaba que le llamaran Santo Padre». De su relación con él recuerda que «un domingo, en broma, en Casa Santa Marta, éramos muy poquitos con el Papa y le pregunté ‘Padre -porque a él no le gustaba que le llamarán Santo Padre-, me dijo mi novio que si usted nos casaba se casaba conmigo’, empezó a reírse y me dijo que no tenía problemas. Yo le dije que tenía un problema, que él era divorciado, y me respondió que entonces lo tenía complicado y que no podía ayudarme tanto, que tenía que venir después».

Virginia Priano trabajó durante ocho años en la fundación del papa y mantuvo una relación, «no de amistad, que ahora todo el mundo dice que es amigo del papa, para nada. Tuve el honor de trabajar para él y la posibilidad de compartir momentos con jóvenes del mundo». El papa quería hacer llegar a los jóvenes que todos tienen todos los mismos problemas, «sin tener en cuenta del estrato social», subraya la periodista argentina.

Esta colaboradora de Francisco en la Fundación Scholas admite que, a veces, «era difícil leerlo, le gustaba hacer bromas, chistes, pero es cierto que era muy serio. Siempre digo que unas veces lo veía con una cara más seria, pero faltaba un segundo para que cambiara el semblante. Siempre había un momento, una persona, que lo hacía cambiar. Le gustaban mucho las preguntas espontáneas de los chicos, sin guion, él era así».

«Era como una especie de un abuelo lejano»

La última vez que habló con él fue en 2022, después de la pandemia. «Cuando dejé de trabajar para la fundación, tuve la suerte de tener un último evento con él y le pude agradecer el honor que había sido trabajar tantos años. Después lo ví muchas veces en el Vaticano, ya como periodista».

A Virginia Priano le «dio mucha lástima verlo tan deteriorado, nos pasó a muchos, porque no era la imagen que teníamos de él. Este papa que no podía casi hablar, con lo que le gustaba hablar. Él había dicho siempre que no quería sufrir y viendo fotos me acordaba de tantos momentos que hemos pasado. Me daba la sensación que era como una especie de un abuelo lejano, cada vez que lo veía me daba esta sensación». Su último pensamiento siempre ha sido preguntarse «cómo hacía para tener tanta energía como la gente le pide. Una vez le dije, qué difícil tiene que ser papa».

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