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Sociedad

La ‘lunitis’ existe (e incluso afecta a los jubilados)

Muchas personas experimentan una alteración del estado de ánimo similar a un «síndrome de abstinencia»

La ‘lunitis’ existe (e incluso afecta a los jubilados)

Un hombre frente a un ordenador. | MAYA LAB/Shutterstock

Pepa (72 años) se levanta cada lunes con una sensación de malestar y desmotivación aunque no tenga obligaciones laborales. Siente apatía incluso por tareas sencillas como hacerse el desayuno o bajar al supermercado para comprar la comida. Sin embargo, esas sensaciones van desapareciendo según avanza la semana. A veces, el mismo martes ya siente que ha recuperado la energía.

Parece lógico que alguien que trabaja sucumba a lo que podríamos llamar «ansiedad del lunes». Entonces, ¿por qué se siente así Pepa? Pues según un reciente estudio publicado en Journal of Affective Disorders, esa desazón propia del inicio de la semana está tan arraigada en nuestra psiquis que también afecta a las personas jubiladas.

Un día para borrar del calendario

De lo que no cabe duda es que los lunes son, para muchos, un día fatídico. Desde hace décadas sabemos que concentran más episodios de infarto y crisis de ansiedad que el resto de la semana y que muchas personas experimentan una alteración del estado de ánimo similar a un «síndrome de abstinencia». Estos son los factores psicológicos y fisiológicos que ha identificado la ciencia:

  1. Anticipación negativa: culturalmente, el lunes se percibe como el inicio de obligaciones y responsabilidades. Ese pensamiento anticipatorio activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), encargado de la respuesta al estrés. Cuando esto ocurre, aumenta la producción de cortisol y adrenalina, hormonas que, mantenidas en niveles altos, pueden alterar el estado de ánimo y la regulación emocional.
  2. Cambios en los ritmos circadianos: se llama jet lag social al desajuste entre el reloj biológico interno y el horario social. Dormir más o más tarde durante el fin de semana retrasa la liberación de melatonina y desordena el ciclo sueño-vigilia. El lunes, al tener que despertarnos antes, se genera una privación parcial de sueño que afecta a la corteza prefrontal (clave en atención y toma de decisiones) y a la amígdala (centro de gestión emocional), aumentando la irritabilidad y la reactividad emocional.
  3. Estrés social: aunque no se trabaje, el entorno mantiene rutinas semanales (bancos, médicos, colegios, familiares), lo que reactiva la sensación de «inicio de semana». Estudios de neuroimagen muestran que la actividad de la red neuronal por defecto (default mode network), relacionada con la rumiación y la anticipación, se incrementa en situaciones de expectativa negativa. Esto podría explicar por qué, incluso en jubilados, el lunes se percibe como un día de mayor carga psicológica.
  4. Mayor riesgo cardíaco: algunas investigaciones han encontrado un aumento de hasta un 20% en la incidencia de infartos y accidentes cerebrovasculares los lunes en comparación con otros días de la semana. También se observan picos de presión arterial y frecuencia cardíaca, lo que sugiere una respuesta fisiológica marcada al estrés del lunes.
  5. Alteraciones neuroquímicas: se han descrito variaciones semanales en la regulación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, implicados en la motivación y el bienestar. El descenso relativo de serotonina al comenzar la semana puede contribuir a la sensación de apatía, mientras que la oscilación en los niveles de dopamina impacta en la motivación y la energía.

¿Y qué ocurre en los jubilados?

El estudio citado observó que, en mayores retirados, los lunes también se asociaban a un incremento medio del 23% en los niveles de cortisol matutino. Esto sugiere que la estructura social y cultural de la semana pesa más de lo que creemos: incluso sin trabajo, el lunes sigue siendo «distinto».

Además, en jubilados influyen otros factores: soledad, rutinas menos estructuradas o menor actividad social. Todo ello puede amplificar la percepción negativa del inicio de semana.

Cómo combatir la «lunitis»

La buena noticia es que hay estrategias sencillas y avaladas por la evidencia para comenzar airosamente la semana:

• Mantener rutinas estables de sueño durante toda la semana.

• Planificar actividades agradables los lunes, para asociar el día a estímulos positivos.

• Practicar ejercicio moderado: la actividad física reduce el estrés y regula el ánimo.

• Hacer mindfulness o meditación: técnicas de respiración y atención plena ayudan a disminuir la anticipación negativa.

• Participación social: en jubilados, actividades como voluntariado o talleres proporcionan estructura semanal y reducen la sensación de vacío.

Más allá de la anécdota

Que la «lunitis» afecte incluso a personas retiradas nos recuerda que los estados de ánimo no dependen solo de obligaciones laborales. Factores biológicos, sociales y culturales moldean cómo vivimos cada día de la semana.

El reto está en transformar el lunes, tradicionalmente un enemigo, en una oportunidad: el punto de partida para empezar la semana con propósito, y no con resignación.

María J. García-Rubio, Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia – Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social – Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal), Universidad Internacional de Valencia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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