ContexTO | Bienvejecer, cuidarse hoy para vivir mejor mañana
THE OBJECTIVE aborda un debate sobre la situación exterior comercial y las ayudas públicas
España envejece a gran velocidad y el reto ya no es solo vivir más, sino vivir mejor. Diez millones de personas superan los 65 años, el 20% de la población, y en poco más de una década casi uno de cada tres españoles estará en ese grupo de edad. El país es, además, uno de los más longevos del mundo, con una esperanza de vida que ronda los 84 años. Para analizar este desafío, THE OBJECTIVE, en colaboración con Asisa, ha organizado el debate ContexTO: Bienvejecer, cuidarse hoy para vivir mejor mañana.
Moderado por el periodista José Manuel Calvo, el encuentro ha contado con la participación de Santiago Pérez, responsable de la Unidad de Psicología de HLA Clínica Montpellier; Sandra Rivarés Ubieto, psicóloga de la Unidad de Psicología de HLA Clínica Montpellier; y María García Carrillo, directora de la Universidad Senioribvs de Madrid.
Desde la psicología, envejecer bien implica resolver con éxito cada etapa vital. Pérez planteó el envejecimiento como un proceso psicológico continuo. «Tiene que ser un éxito del psiquismo de la persona: ir pasando cada una de las etapas, siendo consciente de lo que significa cada una de ellas», explicó. Llegar a los 65 años, añadió, ya no equivale necesariamente a declive, sino a una etapa de mayor libertad vital impensable hace décadas.
El concepto de «bien envejecer» va mucho más allá del estado físico. Sandra Rivarés subrayó que la salud debe entenderse de forma integral. «No solo hablamos de salud corporal, sino también del ámbito emocional y psicológico», señaló. El equilibrio entre esas dimensiones es lo que permite un envejecimiento saludable, no la ausencia total de problemas.
La vejez no tiene una edad fija ni una definición uniforme. García Carrillo aportó una imagen sencilla para explicar el proceso: «Envejecer es cuando tu cuerpo no sigue a tu espíritu, porque el espíritu no suele envejecer». El conflicto aparece cuando el deseo de hacer choca con los límites físicos, pero, recordó, «hay gente muy envejecida con 40 años y personas muy jóvenes con 75».

Aceptar el cambio corporal
Pérez introdujo el concepto del «duelo del cuerpo»: asumir que el cuerpo cambia sin renunciar a la vida. «No es lo mismo tener 30 que tener 75, aunque tengas un espíritu joven», explicó. Ese duelo, dijo, es necesario para seguir avanzando, pero advirtió de un riesgo mayor: «No existe un envejecimiento exitoso sin un ámbito social».
El edadismo sigue siendo uno de los grandes obstáculos para envejecer bien. García Carrillo denunció una cultura occidental que infravalora la experiencia y sobrevalora la juventud. «En Oriente el anciano es el sabio; aquí, muchas veces, es un estorbo», afirmó. La paradoja es evidente: la experiencia se paga en algunos ámbitos profesionales, pero se penaliza en el empleo y en la vida pública.
«El aislamiento social y la soledad perjudican directamente el envejecimiento», advirtió Rivarés. Pérez fue aún más contundente: el sentimiento de soledad es «el principal factor social que puede derivar en patologías graves». No es lo mismo estar solo que sentirse solo, insistió, y esa diferencia resulta decisiva.

La jubilación marca un punto crítico en el riesgo de aislamiento. «Pasas de tener el día lleno a preguntarte de golpe qué haces con tu vida», explicó García Carrillo. La pérdida del contacto diario que proporciona el trabajo genera vértigo y desconexión. Frente a ello, defendió la importancia de una rutina flexible y de espacios de socialización como las universidades de mayores, donde los vínculos surgen de forma natural.
No basta con relacionarse: la calidad del vínculo es determinante
Rivarés alertó de que el contacto social vacío no protege frente a la soledad. «Vincularse implica exponerse, mostrarse vulnerable, y eso requiere esfuerzo», explicó. Sin relaciones reales y nutritivas, el aislamiento puede persistir incluso rodeado de gente.
El sentido vital y la espiritualidad actúan como factores protectores. Pérez recordó que tener un propósito —religioso, cultural o personal— es clave para la salud global. García Carrillo lo resumió con una metáfora clara: la dimensión espiritual es «el alma que hace que todo lo demás funcione».
El dato más alarmante sigue siendo el suicidio en la tercera edad. Aunque los mayores de 65 representan el 20% de la población, concentran el 31% de los suicidios en España. «Es un dato del que se habla poco y está directamente relacionado con la soledad», advirtió Pérez, que reclamó una reflexión colectiva.
Envejecer bien es una responsabilidad compartida. No depende solo del individuo, sino de políticas de prevención, de un sistema sanitario menos paternalista y de una sociedad que integre y valore a sus mayores. «La sociedad que sostiene es la que previene», resumió Rivarés.
