El confinamiento agravó los problemas de insomnio, ansiedad y depresión, según un estudio
La investigación señala que un confinamiento selectivo o total debería acompañarse del apoyo necesario para garantizar la salud mental de la población
La investigación señala que un confinamiento selectivo o total debería acompañarse del apoyo necesario para garantizar la salud mental de la población
Las restricciones de movilidad severas por la pandemia agravaron los problemas de insomnio, ansiedad y depresión en población mayor de 50 años en un 74,6%, 39,5% y 36,4% respectivamente, con respecto a los datos registrados en una situación de confinamiento menos estricta.
Y esas limitaciones afectaron más notablemente a las mujeres, a personas con edades comprendidas entre los 50 y los 65 años y a la población que gozaba de buena salud antes de la pandemia.
Así se recoge en un artículo del que es autora la profesora del departamento de Economía y miembro del instituto de investigación INARBE de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) Ariadna García Prado, junto a las profesoras de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla Paula González Rodríguez y Yolanda Rebollo Sanz.
El artículo, en el que estudian el impacto en la salud mental de las restricciones de movilidad por la pandemia en personas mayores de 50 años en Europa, ha sido publicado recientemente en la revista internacional Economics and Human Biology, informa la UPNA.
Estas expertas en economía de la salud analizaron datos de 17 países europeos en la primera ola de la pandemia para entender qué parte del empeoramiento en la salud mental fue causada por la dureza de las restricciones de movilidad impuestas.
Los resultados, según indican, son interesantes porque «ponen de manifiesto que establecer confinamientos selectivos, centrados sólo en los más mayores o en los grupos más vulnerables (como ha ocurrido en Turquía o en Filipinas), puede compensar los efectos adversos, tanto en términos económicos como de salud mental, de confinar a toda la población”.
Además, “se constata la necesidad de que los gobiernos tengan presente la salud mental de la población, haciendo las inversiones pertinentes. Sin duda, un confinamiento selectivo o total debería acompañarse del apoyo necesario para garantizar la salud mental de la población confinada”, concluyen.
La investigación responde a la necesidad de entender el motivo del impacto negativo de las medidas de confinamiento, ya que “si bien ya existían trabajos que vinculaban la pandemia al deterioro de la salud mental de la población, prácticamente ninguno investigaba los motivos por los cuales sucedía esto». «¿Era el miedo al contagio, la inestabilidad laboral, el distanciamiento social…? Además, no había estudios centrados en la población adulta mayor, y eso que la OMS había puesto de manifiesto que es el colectivo más vulnerable al aislamiento social”, detalla García Prado.
El artículo utiliza datos procedentes de tres fuentes, entre ellas la última encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación de Europa (SHARE 8) en la que se entrevistó, entre junio y agosto de 2020, a 40.000 individuos para preguntarles sobre sus condiciones de vida durante la pandemia y, en concreto, por si sus problemas de ansiedad, depresión e insomnio se habían agravado en ese periodo
Además utilizaron los indicadores gubernamentales de respuesta a la pandemia proporcionados por la Oxford COVID-19 Government Response Tracker (OxCGRT), a partir de los cuales construyeron un índice de dureza de las restricciones de movilidad durante abril y mayo de 2020 en cada uno de los 17 países objeto de la muestra.
Para la construcción de este índice, incorporaron todos los indicadores que ofrece la OxCGRT orientados a restringir la movilidad y el contacto social que incluían, entre otros, la cancelación de eventos públicos, el cierre de las escuelas, las políticas de quedarse en casa, los límites al tamaño de las reuniones o el cierre del transporte público. También utilizaron datos de la ola 6ª de la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación de Europa para identificar aquellos individuos con relaciones sociales en persona frecuentes antes de la pandemia y aquellos con escasas relaciones sociales antes de la covid-19.
Fuente: EFE