La gurú española de la covid: «Debemos estar preparados para nuevas pandemias»
El rector de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, entrevista a la científica premiada con el galardón Camino Real
La científica española Ana Fernández-Sesma, directora del Servicio de Microbiología del Mount Sinai Medical Center, ha sido galardonada con el prestigioso Galardón Camino Real concedido por el Instituto Benjamin Franklin de la Universidad de Alcalá por difundir a través de su trabajo una positiva imagen de España en Norteamérica.
El Galardón Camino Real se instauró en 2012 cuando se le otorgó a Plácido Domingo y desde entonces lo han recibido Valentín Fuster (2013), Pau Gasol (2015), Antonio Banderas (2017) y Rafael Nadal (2022).
Este año 2023 se le ha concedido a la Dra. Ana Fernández-Sesma por su labor científica en la mencionada institución desde 1991 y por ser referente mundial para estudios relativos a patógenos causantes de enfermedades infecciosas. Sus sobresalientes investigaciones en el ámbito de la virología e inmunología han contribuido de forma significativa al desarrollo de eficaces terapias para el control y erradicación del dengue (DENV), gripe (IAV), VIH, y covid. Es académica de la Academia Estadounidense de Microbiología, presidenta del HIPC (Human Immunology Project Consortium), y forma parte del Consejo Asesor del NIAID (National Institute of Allergy and Infectious Diseases). También resulta ejemplar y encomiable su labor docente, liderando uno de los más prestigiosos y reputados equipos de investigación en el campo de la microbiología y siendo nombrada en el 2013 ‘Mejor mentora de becarios de postdoctorado’ y merecedora del ‘Premio a la Excelencia Docente del Instituto de Educación Médica Icahn Mount Sinai’.
Como consecuencia de este galardón, que será entregado por S.M. el Rey en una ceremonia tendrá lugar próximamente en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, el rector de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, catedrático de Microbiología, entrevista a la prestigiosa científica española.
P.- ¿Por qué se trasladó a Estados Unidos? ¿Cómo llegó al Mount Sinai?
R.- Vine a Estados Unidos con mi marido, Adolfo García Sastre. Los dos estudiamos Biología en Salamanca, Adolfo terminó la tesis y yo terminé la carrera y, entonces, él vino con una oferta postdoctoral. En ese momento, yo no sabía todavía qué hacer, pero preferí iniciar mi carrera allí. No sabíamos muy bien cómo iban a ser las cosas, llegamos para estar tres años y ya llevamos 32. Realmente, nunca hubo algo interesante para los dos que nos hiciera pensar en volver y la verdad es que estábamos juntos haciendo lo que nos gustaba. Comenzamos a trabajar en un departamento que es en el que estamos todavía; un gran departamento muy bueno en virología, sobre todo, en el virus de la gripe, que era el virus sobre el que Adolfo había hecho su tesis, y sobre el que yo hice también la mía, en el mismo departamento. En mi caso, relacioné mi trabajo más con la inmunología y siempre intentamos complementarnos en lo que hacíamos. Él es un virólogo con una vertiente más molecular y yo soy una viróloga más centrada en aspectos inmunológicos.
Lo que vi cuando terminé la tesis y mi periodo postdoctoral es que, en el departamento, realmente había muy buen nivel en gripe, pero nos faltaba abordar el estudio de otros virus. Me interesó bastante el virus del dengue, porque había muy poca investigación básica y conlleva un problema inmunológico muy importante, porque hay muchas dificultades para desarrollar vacunas, al igual que ocurre con otros virus similares que están algo olvidados. Es muy importante que haya investigación básica en este ámbito y aquí surgió una oportunidad, con el Departamento de Defensa que invierte mucho en proyectos para investigar estos virus tropicales. También nos ayudó el Instituto Nacional de la Salud, que sacó una convocatoria de proyectos dirigidos a proyectos de investigación que nos permitan estar preparados frente a virus que no conocemos. Afortunadamente, he logrado una financiación mantenida durante toda mi carrera y he tenido la oportunidad de crecer en ese campo.
«El cambio climático existe, no es una cuestión política, es una cuestión de ciencia y va asociado a enfermedades que surgen y que no siempre conocemos»
P.- En su especialidad, la pandemia por covid-19 ¿supuso un antes y un después?
R.- En el Mount Sinai teníamos, en nuestro departamento en particular, una larga trayectoria de investigación con el virus de la gripe. Había un gran equipo recogiendo todos los casos de enfermedad respiratoria, se estaban secuenciando y aislando virus en numerosos proyectos, por lo que, cuando llegó la covid, teníamos ya años de experiencia. Entonces, nos unimos con Carlos Cordón Cardo, el director del Departamento de Patología del Mount Sinai, y con él hicimos todos los estudios de serología. Hubo muy buena coordinación dentro del hospital entre la microbiología, como ciencia básica, con el resto de las especialidades del hospital. Al tener ya un trabajo avanzado, inmediatamente se pudo hacer un equipo de seguimiento de casos de covid y luego de vacunas, proyecto que todavía continúa en marcha. Así que, desde que empezó todo, en marzo de 2020, ha habido una gran coordinación entre todos.
Lo que es una pena es que a la gente se le haya olvidado todo el esfuerzo que se hizo desde la ciencia, y que luego haya sido tan politizado.
P.- Desde los puestos de gestión y responsabilidad sanitaria, en España cada vez se le da más valor a la medicina preventiva y la salud pública. ¿España y Estados Unidos son muy distintos en este aspecto?
R.- Aquí el problema es que hay mucha independencia entre los estados. En el caso de la covid, no hubo una estrategia común en absoluto. Es más, hubo una estrategia en contra, en contra de lo que se hiciera en Nueva York o en California, siempre había que hacer lo contrario. Sin embargo, tenemos una infraestructura increíble de departamentos de Salud y se implementó bastante bien. En nuestro caso, por ejemplo, todavía estamos pagando la deuda que se generó entonces, porque aquí el sistema es todo privado y en aquel momento todo era gratis (vacunas, tratamientos…). Fue inaudito, algo, realmente impresionante. Y funcionó muy bien.
P.- Actualmente, está investigando sobre las enfermedades transmitidas a través de artrópodos en el contexto actual del calentamiento global y la posible aparición de nuevas epidemias ¿Qué le ha motivado a iniciar esta línea de investigación? ¿Cuál es su previsión inicial de la evolución de las infecciones transmitidas por artrópodos en los próximos años?
R.- Van a seguir llegando nuevas enfermedades, porque viajamos constantemente de un país a otro y, una vez que el mosquito vector se establece en una zona, solo se necesita tener una persona infectada para que haya transmisión local. No creo que sean enfermedades que vayan a causar una pandemia, porque son mucho más fáciles de controlar, pero pueden causar muchos problemas, además de los propios de salud, de tipo económico, de logística. Simplemente, hay que tener el conocimiento de cómo tratarlo, cómo reconocerlo como enfermedad y cómo prevenirlo, educando a la gente. No hay que asustar, pero hay que estar alerta.
El problema es que, con la covid, ha habido tanta saturación de información y de actuaciones que la gente está cansada, no quiere oír hablar de ninguna otra enfermedad. Cuando dices que van a venir otras pandemias, te dicen «no, por favor, no me lo digas». Bueno, pues no te lo digo, pero es que van a venir y hay que estar preparados. Lo bueno es que ahora, en la calle, se sabe más sobre cosas que antes eran muy, muy específicas, se sabe interpretar una gráfica, se entienden las infografías… Tenemos que aprovechar esos medios audiovisuales, mucho más sencillos, pero impactantes, que pueden concienciar a la gente de una forma que no sature y que no asuste en exceso. Y lo mismo con los medios de comunicación; hoy en día, buscan el titular, que sea controvertido. Yo les pediría que tengan un poco más de rigor y que sean educativos.
«Los españoles vienen tan bien formados que yo sé que no me tengo que preocupar. Realmente se los rifan»
JVS.- Estas enfermedades, de hecho, no son nada nuevo…
AFS.- No, ya antes había muchísimas enfermedades transmitidas por mosquitos, o sea que no es que algo que haya surgido de repente. Lo que se sabe es que reducir la población de mosquitos influye en que se reduzca la incidencia de la enfermedad, así que tendremos que aprender otras formas de controlar esas poblaciones de mosquitos. Actualmente hay iniciativas, por ejemplo, que utilizan mosquitos infectados por la bacteria Wolbachia que se han probado en Australia para limitar la transmisión del virus. En Europa hay mucha resistencia a cualquier tipo de manipulación, pero son cuestiones que hay que considerar, porque son opciones viables y menos agresivas para la población que pueden tener un efecto adecuado en la prevención de estas enfermedades.
Además, es importantísimo secuenciar, seguir secuenciando, porque así puedes ver si, por ejemplo, de repente surge una mutación que esté asociada con más virulencia o con mejor transmisión, por lo que son especialmente importantes las redes de vigilancia para la detección de nuevos patógenos. Esas redes ya existen en España, tenemos la infraestructura y están conectadas con los departamentos de salud pública de cada comunidad autónoma, simplemente hay que empezar a investigar sobre estos mosquitos. No hay que comenzar de nuevo, simplemente hay que ampliar la capacidad y los recursos para que se secuencien más virus y se tenga una constancia más sólida de todos los aislamientos. En España hay excelentes investigadores haciendo este trabajo y lo que hay que pensar siempre es que los fondos que se dediquen a la salud no son un gasto, sino una inversión.
P.- Ahora se está hablando mucho de los fagos, otro tipo de virus con otras implicaciones. ¿Qué cree que vamos a ver en el futuro de los virus que no esperamos en este momento?
R.- Los fagos son los primeros virus que conocimos y ahora son los que es posible que nos salven de otros problemas, como, por ejemplo, la resistencia a los antibióticos, que es otra pandemia, una pandemia silenciosa. Los fagos ahora están ganando bastante protagonismo, porque son una herramienta que ha sido infrautilizada y que se está teniendo ya en cuenta para nuevas estrategias. Yo creo que puede ser también un avance muy importante dentro de la microbiología y que puede aportar bastante a la salud.
Ahora mismo, todo está conectado y para mí el concepto de one health, de una sola salud, tiene mucha relevancia. El medio ambiente, la salud animal y la salud humana están totalmente conectados. Es muy importante entender todo lo que está pasando alrededor de los humanos, que no somos el centro del universo; el cambio climático existe, no es una cuestión política, es una cuestión de ciencia, está pasando y va asociado a estas enfermedades que surgen y que no siempre conocemos. De hecho, el 75% de las infecciones que afectan a los humanos son virus zoonóticos, no solo los transmitidos por mosquitos, sino que tienen su origen en todo tipo de animales.
«Se habla de la fuga de cerebros. Los cerebros no se han fugado. Lo que pasa es que las personas han tenido que ir a otro sitio a trabajar»
P.- En Mount Sinai también ha desarrollado su trabajo otro profesional reconocido con el Galardón Camino Real, todo un referente español en el ámbito científico, el Dr. Valentín Fuster. ¿Se valora el talento español en Estados Unidos?
R.- Los españoles aquí están muy bien considerados. En el Mount Sinai tenemos a Fuster, a Carlos Cordón, está Adolfo, ahora estoy yo de catedrática y directora de departamento. Tenemos muchísimos investigadores postdoctorales, estudiantes… Los españoles vienen tan bien formados que yo sé que no me tengo que preocupar. Realmente se los rifan. Tenemos una formación excelente, pero muchas veces tendemos a ser demasiado localistas. Hay que ser español, pero la ciencia es internacional y lo que hay que pensar es que todo -igual que en el concepto de one health- está conectado y que no se deja de ser español por estar en Estados Unidos, en China, o en cualquier otro país. Se habla de la fuga de cerebros. Los cerebros no se han fugado. Lo que pasa es que las personas han tenido que ir a otro sitio a trabajar, pero si seguimos conectados con España porque al final es igual. Esto es una red. Establecer esa red de conexión con todos los españoles que están trabajando fuera es más importante, creo yo, que obsesionarse con la fuga de cerebros, porque, en el fondo, estamos expandiendo la ciencia española. La ciencia española es importante fuera y dentro porque contribuye a eso que llamamos Marca España, solo que de una forma diferente.