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Los delfines y las ballenas también sufren herpes

Estos animales desempeñan un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas marinos

Los delfines y las ballenas también sufren herpes

Imagen de archivo de una ballena.

Los cetáceos son un grupo extraordinario de mamíferos marinos que incluye ballenas, delfines y marsopas. Estos animales no solo fascinan a los amantes de la vida marina, sino que su presencia en los mares desempeña un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas marinos. Su capacidad de acumular sustancias tóxicas, su longevidad y su distribución global los convierten también en centinelas de la salud global oceánica. Además, también proporcionan información valiosa sobre los impactos de actividades humanas en el medio ambiente marino.

Lamentablemente, el estado de conservación de los cetáceos ha alcanzado niveles preocupantes. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cinco especies se encuentran en «peligro crítico de extinción», 12 están en «peligro de extinción» y siete en un estado «vulnerable» de conservación.

La protección de estos animales es fundamental para revertir la tendencia, pero entender por qué mueren también es esencial

¿Por qué mueren los cetáceos?

El estudio de los animales varados, a pesar de sus sesgos y limitaciones, supone una fuente muy valiosa de información sobre estos seres y su entorno marino. Además de proporcionar conocimientos sobre las amenazas naturales a las que se enfrentan, ofrece percepciones cruciales sobre la interconexión entre la salud del océano y la nuestra, lo que se conoce como salud global.

Investigaciones realizadas en distintas partes del mundo señalan que las enfermedades infecciosas son la principal causa de muerte natural en los cetáceos. Es decir, excluyendo aquellas relacionadas con acciones humanas.

El caso más destacado es el morbillivirus de los cetáceos, que se considera el virus más letal para estos animales. Ha provocado numerosos brotes de varamientos masivos en todo el mundo. Solo en el mar Mediterráneo se han registrado tres brotes de esta enfermedad asociados a altas tasas de mortalidad, lo que ha impulsado una vigilancia sanitaria continua para identificar las cepas que circulan entre las poblaciones de delfines en cada momento.

Sin embargo, el estudio de la sanidad de los cetáceos también puede ser relevante para la salud humana, ya que algunas de enfermedades, como la brucelosis, son zoonóticas. Esto quiere decir que pueden transmitirse de animales a humanos.

Un ejemplo reciente de esta interconexión son los diferentes casos de gripe que se han producido en cetáceos de Chile, Suecia, Estados Unidos y Perú. El peligro de estas infecciones se relaciona con la posibilidad de que el virus se adapte a los mamíferos, en este caso marinos, y sea más fácil un posible salto a la especie humana.

El herpes también infecta a los cetáceos

El herpesvirus es uno de los virus más extendidos en las poblaciones de cetáceos. En seres humanos pueden causar una variedad de enfermedades, desde infecciones cutáneas como el herpes labial hasta otras como la varicela y el herpes genital. Estas infecciones suelen manifestarse a través de lesiones en la piel o las membranas mucosas, y pueden ser recurrentes debido a la capacidad del virus de permanecer latente en el cuerpo.

En los cetáceos, la infección por herpesvirus puede provocar síntomas similares, como la aparición de lesiones cutáneas y genitales. Sin embargo, también es frecuente que se relacione con afecciones graves como las meningoencefalitis, que puede ser directamente responsable de la muerte o del varamiento del animal.

Además, otras patologías asociadas a este virus en los cetáceos incluyen problemas renales, linfáticos y esofágicos, aunque también es común encontrar el virus sin que haya lesiones visibles.

La investigación en este campo está en pleno auge. En los últimos años se han realizado importantes avances en la comprensión de la prevalencia del herpesvirus, su tropismo (movimiento dentro del animal), la descripción de nuevas lesiones y la identificación de nuevas especies hospedadoras.

Por ejemplo, este mismo año en Brasil se descubrió por primera vez la presencia de herpesvirus en una yubarta o ballena jorobada (Megaptera novaeangliae). Apenas dos meses después, se reveló también la presencia de un herpesvirus en una yubarta varada en la costa valenciana. Este hallazgo supuso la primera detección en un individuo de esta especie en el mar Mediterráneo y sugiere una amplia distribución del virus.

Esta última detección podría ser preocupante desde el punto de vista de la conservación, ya que estas ballenas se encuentran en un estado vulnerable de conservación en España.

Otro ejemplo de los avances científicos que se han producido en este campo es el reciente descubrimiento de la presencia de gammaherpesvirus en el sistema nervioso central de los delfines. Este tipo de Herpesvirus es conocido por su afinidad por los linfocitos. El hallazgo revela que también puede infectar las células del sistema nervioso.

¿Por qué debería importarme todo esto?

Pero ¿por qué es importante? Porque la comunidad científica cada vez tiene más evidencias que sugieren un comportamiento similar de los gammaherpesvirus humanos, como el virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis aguda, que se está relacionando también con enfermedades como la esclerosis múltiple. Por lo tanto, entender cómo estos virus afectan a los delfines no solo es importante para su salud, sino que también podría ayudarnos a comprender mejor enfermedades neurológicas humanas.

Gracias a estos avances, obtenemos información vital para abordar la salud y bienestar de los cetáceos y otros animales marinos. También comprendemos mejor el papel de estos virus en los ecosistemas oceánicos.

Quedan muchas cuestiones por resolver. ¿Cuál es el impacto de estos virus en las poblaciones de ballenas y delfines? ¿Podrían afectar a especies ya amenazadas? Y, quizás lo más intrigante, ¿podríamos aplicar lo que aprendemos del estudio de herpesvirus en cetáceos para comprender mejor los herpesvirus humanos?

Estas preguntas destacan la necesidad de investigación continua y colaboración interdisciplinaria para abordar los desafíos de la conservación marina y comprender las complejas interacciones entre la salud de los océanos y la nuestra.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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