Los neandertales también iban a la playa… y dejaban sus huellas en la arena
Al estudiar la forma y tamaño de las huellas, los científicos pudieron incluso estimar la edad y tamaño de los individuos

Playa do Telheiro (Portugal). | The Conversation
Cuando imaginamos a los neandertales, la mayoría de nosotros pensamos en cazadores cubiertos de pieles, acurrucados en cuevas y soportando el frío de la Europa glacial. Sin embargo, un descubrimiento sorprendente en la costa atlántica de Portugal está ayudando a reescribir esa imagen. Nuevas investigaciones muestran que los neandertales no solo habitaban cuevas o cazaban en el interior, sino que también iban a la playa.
En monte Clérigo y en praia do Telheiro, en la región del Algarve, se ha conservado un registro extraordinario: huellas fosilizadas de neandertales que caminaron por estas playas hace unos 80 000 años. Son huellas profundas, algunas de niños y adolescentes, congeladas en el tiempo en dunas antiguas. Juntas, ofrecen una ventana a un día en la vida de nuestros parientes más cercanos y sugieren una relación con la costa mucho más rica de lo que antes se creía.
Huellas en la arena… durante 80 000 años
Las huellas, ahora endurecidas en roca, se conservaron gracias a una afortunada combinación de arena, humedad y tiempo. En monte Clérigo, los investigadores documentaron 26 huellas de neandertales, mientras que praia do Telheiro reveló otra huella más. Algunas impresiones son tan nítidas que se puede ver el talón, el arco y algunos dedos, especialmente el dedo gordo, como si la persona acabara de salir a caminar.
Al estudiar su forma y tamaño, los científicos pudieron incluso estimar la edad y tamaño de los individuos. Muchas pertenecían a adultos, junto a algunos niños. Esto sugiere salidas en grupo más que individuos solitarios. De hecho, un niño pequeño dejó un par de huellas: un recordatorio poderoso de que los días en la playa no eran solo para sobrevivir, sino también para jugar y explorar.
¿Por qué ir a la costa?
Entonces, ¿qué hacían estos neandertales junto al mar? Las huellas no lo dicen exactamente, pero las posibilidades son fascinantes. Las zonas costeras eran ricas en recursos: animales, mariscos, crustáceos, aves marinas e, incluso, peces o mamíferos varados. Para los cazadores-recolectores, la playa era un bufé natural.
Las huellas también sugieren movilidad y curiosidad. Los neandertales no estaban confinados a cuevas o bosques; como era de esperar, exploraban dunas, estuarios y orillas. Al aventurarse a la costa, demostraban la misma adaptabilidad que les permitió prosperar durante cientos de miles de años en paisajes muy distintos, desde la península ibérica hasta Bélgica, el norte de Francia, el sur de Inglaterra y el Cáucaso, llegando hasta los montes Altái en el sur de Siberia.
Una imagen diferente de la vida prehistórica
Durante décadas, los neandertales fueron caricaturizados como brutos, primitivos y centrados únicamente en la supervivencia. Pero descubrimientos como este desafían esa visión anticuada. Aquí los vemos no solo como cazadores de elefantes y ciervos, sino como comunidades dinámicas basadas en la familia que usaban diversos entornos.
La presencia de huellas de niños es especialmente reveladora. Pinta una escena de jóvenes neandertales corriendo por las dunas mientras los adultos caminaban cerca. Es fácil imaginar familias explorando juntas, como hacen los humanos modernos. Los valiosos fósiles encontrados congelan un momento cotidiano y fugaz, del tipo de momentos que la arqueología rara vez captura.
¿Cómo sabemos que eran neandertales?
La datación de los sitios los sitúa firmemente en la era neandertal, hace unos 80 000 años, antes de la llegada del Homo sapiens a Europa. Otros sitios con restos de neandertales e industrias líticas se encuentran en entornos costeros como Figueira Brava (Portugal), la costa andaluza en Matalascañas (Huelva), Gibraltar y algunos otros lugares de la costa mediterránea de España. En conjunto, la evidencia es sólida: estas son huellas de neandertales y muestran la presencia de grupos familiares a lo largo de la costa ibérica.
Por qué esto importa
El descubrimiento tiene grandes implicaciones. Por un lado, se suma a la creciente evidencia de que los neandertales aprovechaban entornos y recursos costeros. Los concheros en sitios como Figueira Brava (cerca de Lisboa), las cuevas de Vanguard y Gorham (Gibraltar) o la cueva Bajondillo (Málaga) ya sugerían mariscos en su dieta, pero las huellas proporcionan una evidencia mucho más directa: ellos realmente caminaron allí.
También desafía estereotipos sobre el comportamiento neandertal. Lejos de estar atrapados en el interior, interactuaban activamente con los paisajes marinos. Esta versatilidad pudo haberles ayudado a soportar los cambios climáticos durante los interglaciares y glaciares, hasta la Edad de Hielo, el último periodo glacial que ha acontecido en la historia geológica de la Tierra.
Finalmente, hay un impacto emocional. Las huellas son poderosas porque nos conectan directamente con individuos. A diferencia de herramientas de piedra o huesos, muestran comportamiento en movimiento: alguien caminando, parado o corriendo, en un lugar y tiempo específicos. Salvan el abismo de milenios de una forma que pocos otros fósiles pueden.

Caminando en sus huellas
Nuestra especie, Homo sapiens, eventualmente se extendió por Europa y coexistió con los neandertales durante miles de años antes de que desaparecieran hace menos de 40 000 años. Hoy, muchos de nosotros todavía llevamos rastros de ADN neandertal. Descubrimientos como los de monte Clérigo y praia do Telheiro nos recuerdan cuánto compartimos con ellos: no solo genes, sino también comportamientos, paisajes y, quizá, la simple alegría de un día en la playa.
La próxima vez que pasee por una orilla arenosa durante las vacaciones, considere esto: mucho antes del turismo de playa, mucho antes de los pueblos pesqueros, hasta antes de que nuestra especie llegara a Europa, las familias neandertales ya estaban allí. Los adultos caminaban delante, quizás para cazar, sus pasos más pesados hundiéndose en la arena mientras subían la duna. Los niños seguían, dejando pequeñas huellas juguetonas. La marea subía y bajaba, el nivel del mar cambiaba, las dunas se desplazaban, pero de alguna manera, con casi ninguna probabilidad, esas huellas perduraron.
Ochenta milenios después, resurgen para contarnos una historia: los neandertales eran tan exploradores, sobrevivientes y amantes de la playa como nosotros.
Fernando Muñiz Guinea, Geólogo, Paleontólogo (Icnológía, tafonomía, paleoecología). Actualmente, Profesor Titular de la Universidad de Sevilla.., Universidad de Sevilla y Carlos Neto de Carvalho, Researcher. Scientific Director of Naturtejo UNESCO Global Geopark, Universidade de Lisboa
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.