El final de las migrañas se acerca: así es el exitoso fármaco disponible por 6.900 dólares anuales

La Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) ha aprobado la distribución de Aimovig, un nuevo fármaco capaz de reducir de forma notable los ataques de migraña y que costará 6.900 dólares al año, según The New York Times. Este fármaco, de inyección mensual, no puede prevenir por completo esta patología, pero puede reducir su impacto y frecuencia en, al menos, un 50%. Aimovig empezará a ser repartida a partir de la próxima semana.

La droga, fabricada por Amgen y Novartis, bloquea la proteína CGRP, que perpetúa las migrañas. Se estima que casi tres millones de estadounidenses con problemas relacionados con esta enfermedad tendrán acceso al nuevo fármaco. “Tendrá un gran impacto. Es un gran momento para los neurólogos que tratan con pacientes con migrañas”, ha dicho el doctor Amaal Starling, un neurólogo y especialista en migrañas de la Clínica Mayo de Phoenix.

Hasta el momento, los medicamentos usados para combatir las migrañas se crearon para tratar otras enfermedades, como la hipertensión arterial. Estos fármacos “no son muy efectivos, a veces funcionan de forma temporal y pueden ocasionar efectos secundarios”, ha informado el medio de comunicación estadounidense. Los experimentos con Aimovig en pacientes afectados por migrañas no han descubierto, por el momento, efectos secundarios. “Por ahora, están perfectamente”, ha señalado Stewart J. Tepper, un profesor de neurología del Colegio Dartmouth, que ha añadido que “esta nueva medicina cambiará la manera en la que tratamos esta enfermedad”.

Las migrañas son la tercera enfermedad más común en el mundo: alrededor de un 2% de la población mundial padece migrañas crónicas. En ocasiones, las migrañas pueden ir acompañadas de otros síntomas como náuseas o vómitos, dificultades en el habla y malestar ante la luz y el ruido. Algunos pacientes creen que los efectos secundarios de los fármacos prescritos para esta patología son peores que la propia enfermedad, de acuerdo con la información publicada por The New York Times.