La población del lince ibérico ascendió a 1.111 ejemplares en 2020 en toda la Península Ibérica, la cifra más alta registrada desde que existen programas de seguimiento de la especie y un 30% más respecto al año 2019, cuando se censaron 855 ejemplares en todo el territorio. La curva demográfica de la población de linces permite ser «optimistas y dibuja escenarios que alejan al gran felino ibérico del riesgo crítico de desaparición», han avanzado fuentes gubernamentales que también apuntan que, por primera vez en 20 años, se ha superado el millar de ejemplares.
Por qué es importante: esta evolución supone un «paso importantísimo» en la recuperación de la especie y «una de las mayores alegrías que nos podemos llevar», ha señalado la vicepresidenta del Gobierno Teresa Ribera. La también ministra para la Transición Ecológica ha celebrado que esta cifra constituye el máximo numérico registrado desde que existen programas de seguimiento del lince (Lynx pardinus), una especie «sensible y emblemática».
Ribera ha precisado que desde 2011, fecha en la que comenzaron las primeras sueltas de estos felinos, y hasta 2021 se han reintroducido un total de 305 ejemplares lo que, a su juicio, «supera todas las expectativas iniciales». Se trata, con todo, de una especie aún amenazada.
Según datos proporcionados por el ministerio, existen 14 núcleos con presencia estable de linces en toda la Península Ibérica, siendo los más importantes los localizados en Sierra Morena (603 linces), Montes de Toledo (145) y Valle del Guadiana (140). En España, los principales núcleos de población se encuentran en Andalucía, que acoge a más de la mitad de los ejemplares de lince ibérico, seguido por Castilla-La Mancha, con un tercio de población, y Extremadura, que cuenta con 141 animales.
En 2020 se censaron en total 414 nacimientos de 239 hembras reproductoras, lo que ha favorecido la tendencia positiva que la especie presenta desde el inicio de los programas de conservación y protección del lince en 2002, cuando había menos de cien ejemplares en todo el territorio peninsular.
Para alcanzar estas cifras tan positivas hay que destacar las actuaciones decisivas de gestión del hábitat y de protección de los linces ante las amenazas existentes en el medio natural, así como el programa de conservación ex-situ del lince. El Ministerio para la Transición Ecológica, a través del Organismo Autónomo Parques Nacionales, gestiona dos de los cuatro centros de cría existentes, el de Zarza de Granadilla (Extremadura) y El Acebuche (Andalucía), mientras que los dos restantes lo son por Andalucía (Centro de Cría de La Olivilla) y por Portugal (Centro Nacional de Reproducción de Lince Ibérico).
Desde el ministerio han resaltado también el papel desempeñado por las administraciones autonómicas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, así como el Instituto da Conservação da Natureza e das Florestas de Portugal. Además, la Unión Europea ha cofinanciado diversos proyectos a través del programa Life de la Comisión Europea.