También en España hay bancos de semillas
Los titulares los ocupan los grandes bancos de semillas situados en lugares perdidos del Ártico, pero en España también tenemos bancos de semillas para conservar distintas especies. Visitamos uno
Cuando pensamos en bancos de semillas, si es que lo hacemos alguna vez, nuestra mente vuela hacia lugares remotos y entra en lo que podría ser una película distópica. El Banco Mundial de Semillas de Svalbard, en el Ártico, es uno de estos lugares que alberga la mayor colección de seguridad de la biodiversidad agrícola. Este es un megabanco, pero la realidad es que bancos de semillas –más modestos– hay repartidos por todo el mundo. Prácticamente todos los países tienen y lo habitual es tener más de uno. España no es una excepción.
Así pues, la realidad de los bancos de semillas es más amplia y cercana. El gran banco del Ártico es un banco de semillas de variedades de cultivo en agricultura. En España está el del INIA, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, que es el banco de referencia de variedades de cultivos, especialmente de los que se están perdiendo porque se han dejado de cultivar. Por otro lado, la Comunidad de Madrid acaba de crear el primer banco de semillas forestales para preservar ejemplares en riesgo de extinción en la región. Hay, por tanto, distintos tipos de bancos de semillas.
El banco de germoplasma del Real Jardín Botánico de Madrid recibe a THE OBJECTIVE para que podamos conocer su funcionamiento. Aunque se trata de un banco de germoplasma, en este banco solo se conservan semillas. Un banco de germoplasma está pensado también para conservar tejidos, ADN, células, algo que está previsto hacer en el Botánico en el futuro. Este banco conserva semillas de plantas de origen silvestre. Por origen forestal se entiende las plantas leñosas, árboles y arbustos, mientras que las silvestres son toda la flora y en este caso principalmente la de la península ibérica.
El banco sigue la Estrategia Global de Conservación Vegetal, uno de cuyos objetivos es la conservación ex situ del 60% de la flora española en peligro de extinción
En los años sesenta hubo un movimiento que impulsó la conservación coincidiendo con un aumento de los conocimientos sobre esta materia, así que la mayoría de los bancos de semillas españoles nacieron a partir de esta época. Las primeras semillas que se conservaron en el banco del Botánico datan de 1982. El banco sigue la Estrategia Global de Conservación Vegetal, uno de cuyos objetivos es la conservación ex situ del 60% de la flora española en peligro de extinción. El banco sigue también los parámetros del Convenio de Diversidad Biológica, una de cuyas metas es desarrollar protocolos de recuperación y regeneración para las especies amenazadas. La conservación ex situ es la que se realiza en un banco de semillas fuera de los hábitats naturales de dichas semillas y es una herramienta para la protección de la flora silvestre amenazada. La in situ es la que implica proteger y conservar las plantas en su entorno natural y no en un banco externo.
¿Qué semillas conservar?
En un banco conservan las semillas en unas condiciones adecuadas para mantenerlas vivas. En el del Botánico trabajan dos personas y estudiantes en prácticas. El banco está en unos espacios subterráneos para minimizar las oscilaciones de temperatura. Tiene dos salas: una de trabajo y otra de conservación con quince neveras para las semillas. En la sala de trabajo se hacen labores de estudio y también la limpieza, desecación y encapsulado de las semillas que se van a conservar.
La prioridad son las especies amenazadas, protegidas y endémicas de la península ibérica
En la península hay más de seis mil especies – 6120–. La duda que surge es: ¿qué semillas conservar en este banco del Botánico? ¿Todas? La respuesta es no, la prioridad son las especies amenazadas, protegidas y endémicas de la península ibérica. También conservan semillas de plantas bulbosas, algunas de las cuales están muy amenazadas –hay cincuentaiuna especies de este tipo en peligro–, y especies que están en lugares donde se está perdiendo el hábitat. Por último conservan, por cercanía, especies propias de la Comunidad de Madrid. En total, el banco del Botánico tiene casi tres mil trescientos registros que suponen, como alguna de las especies están repetidas, unas mil seiscientas especies diferentes. Entre estas hay semillas de narcisos, de romero –dos especies de esta planta están muy amenazadas–, nazarenos, etc.
Las semillas llegan al banco procedentes de plantas vivas del propio Jardín Botánico, de donaciones –de otros bancos, instituciones o de particulares– y también de recolecciones en terreno que hacen, entre otros, los trabajadores del banco. Antes de recolectar las semillas en terreno, las localizan y cuando saben dónde están piden permiso a la comunidad autónoma pertinente. No se trata de ir a un lugar y coger las semillas que te dé la gana sin ninguna autorización.
Todas las semillas que llegan al banco tienen que tener una documentación. Como mínimo tienen que tener la fecha de recolección, el lugar, quién la ha recolectado. Si no, no serviría de nada conservarlas, el banco se convertiría en un almacén, una despensa, y no lo es. Alguien puede traer tomillo pero hay que saber de dónde viene, conocer su hábitat, explica Silvia Villegas, jefa del banco. Esta información pasa a formar parte de la base de datos del banco. La recolección de semillas en terreno se hace cuando la semilla está madura, cuando la planta empieza a dispersarla. Cuando las semillas llegan al banco se registran en la base de datos, se limpian y se secan con gel de sílice antes de guardarlas.
Las semillas se conservan a baja humedad y a baja temperatura metidas en tubos que se guardan en botes de cristal herméticos. Después los botes catalogados se meten en los frigoríficos. Las semillas de conservación a largo plazo se guardan a quince grados bajo cero y una humedad menor al siete por ciento. Las semillas de la colección de trabajo –las de estudio– o a corto plazo se conservan a cinco grados bajo cero en envases que no son herméticos.
Trabajo en red
Index Seminum se publica anualmente y es un catálogo de semillas disponibles para intercambiar. Se ofrecen de forma gratuita con fines de investigación, ensayos… Ninguna de las semillas que llegan por intercambio o que se recolectan en terreno se pueden destinar a explotación comercial. El intercambio se realiza con otros jardines y centros de investigación. El catálogo más antiguo data de 1800, pero no se empieza a publicar periódicamente hasta 1950. En el caso del banco del Botánico, las semillas que se suelen ofrecer para intercambio se han recogido en el propio Jardín. Al banco les llegan peticiones de semillas de todo el mundo, sobre todo de países del Este y de Asia, cuenta Villegas.
Habitualmente, los bancos de semillas están en instituciones: jardines botánicos y universidades. En Madrid hay otro importante en la Universidad Politécnica y trece bancos forman parte de la Red Española de Bancos de Semillas para que todos puedan trabajar en red y compartir información. Cuando en el banco del Botánico recolectan semillas en cantidad suficiente envían parte de estas semillas a otro de los bancos de la red para que estén repartidas por si sucediera algo en el banco madrileño.
En el banco del Botánico las semillas de la colección de trabajo se destinan al intercambio con otros centros y también al estudio. No hay que olvidar que es un centro de investigación donde también se utilizan las semillas con este propósito. En el banco estudian las condiciones óptimas de germinación de las semillas antes de pasar a su conservación. Se trata de obtener las condiciones óptimas de germinación a través del control de la temperatura y la iluminación.
Además de para el estudio, las semillas también cumplen una función de restauración. Al conservar una semilla ex situ se protege la planta fuera de su entorno, lo que permite poder cultivarla luego y tener una planta viva. El banco del Botánico no ha realizado todavía labores de restauración pero las semillas conservadas están preparadas para ser reintroducidas en la naturaleza. En plena temporada de incendios o con la reciente erupción del volcán de La Palma, se pueden utilizar las semillas del banco para hacer en terreno un refuerzo de las especies. Hay que tener cuidado antes de hacer la reintroducción de una especie y saber que cuando un espacio está dañado nunca se va a volver a tener el espacio original, pero lo que sí se puede ayudar es a que la zona afectada se vaya recuperando.
Los bancos también son necesarios ante la pérdida real de especies que existe; cuando se pierden especies, se pierde riqueza y cuando una especie está en un banco, se garantiza su conservación
La responsable del banco reconoce que existe un debate sobre la existencia de los bancos de semillas. Ella defiende conservar in situ las especies porque en un banco puedes conservar las semillas pero perder su hábitat natural. Dicho lo cual, los bancos también son necesarios ante la pérdida real de especies que existe; cuando se pierden especies, se pierde riqueza y cuando una especie está en un banco, se garantiza su conservación.
Al final un banco de semillas es una forma de conservar en muy poco espacio una gran cantidad de especies: es una manera de protegerlas al mismo tiempo que se genera conocimiento sobre ellas. España es un país rico en flora con un número importante de bancos de semillas y la responsable del banco alerta sobre que la historia de la humanidad siempre ha dependido de las plantas y las semillas.