Qué es la artemisa y qué propiedades tiene
Su capacidad para adaptarse a diferentes tipos de clima la convierte en una planta fácil de cultivar y mantener
La artemisa, conocida científicamente como Artemisia vulgaris, y popularmente como ajenjo. Es una planta herbácea de hoja perenne que ha sido utilizada durante siglos en la medicina tradicional y la gastronomía. Esta planta pertenece a la familia de las asteráceas, la misma que el girasol y la margarita, y crece de forma natural en Europa, Asia y el norte de África.
Su capacidad para adaptarse a diferentes tipos de clima la convierte en una planta fácil de cultivar y mantener. Además, también ofrece múltiples beneficios para la salud. Por lo que, con los cuidados adecuados, si plantas una artemisa en tu jardín podrás aprovechar sus propiedades terapéuticas y disfrutar de una planta frondosa durante muchos años.
Propiedades de la artemisa
La artemisa es una planta rica en compuestos bioactivos que le confieren múltiples propiedades. Entre ellos destacan: los aceites esenciales (como el cineol, la tujona y el camazuleno), compuestos que poseen propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y antioxidantes.
La artemisa es rica en compuestos antioxidantes, que ayudan a combatir los radicales libres en el cuerpo, como los flavonoides. También contiene taninos, conocidos por sus efectos astringentes, que movilizan el sistema digestivo. Y aportan pequeñas cantidades de vitaminas A y C, así como minerales como el potasio y el calcio.
Beneficios para el organismo
Esta planta ayuda a mejorar la digestión, puesto que se ha utilizado tradicionalmente como un tónico digestivo. De modo que, estimula la producción de los jugos gástricos y la bilis, aliviando los síntomas de indigestión, los gases y la hinchazón. También es útil para tratar problemas como el estreñimiento y la diarrea moderada.
Uno de los usos más populares de la artemisa es en el tratamiento de trastornos menstruales. Sus propiedades emenagogas ayudan a estimular el flujo sanguíneo en la región pélvica y el útero, regulando el ciclo menstrual y aliviando los cólicos menstruales. Y, gracias a sus propiedades sedantes, contribuye a reducir la ansiedad y promover la relajación. Por lo que es empleada para combatir el insomnio y mejorar la calidad del sueño.
Los compuestos antioxidantes y antimicrobianos presentes en la artemisa fortalecen el sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a combatir infecciones y enfermedades. Además, los aceites esenciales que se extraen de la misma sirven para aliviar los dolores musculares, reumáticos y articulares, actuando como un antiinflamatorio.
Cómo tomar la artemisa
Existen diferentes maneras de consumir artemisa, dependiendo del objetivo terapéutico. En infusiónes para mejorar la digestión o antes de dormir para relajarse. Una infusión de artemisa se prepara con las hojas secas de la planta, (en concreto se utilizan una o dos cucharaditas de hojas secas por cada taza de agua caliente). O la tintura de artemisa, que se elabora macerando la planta en alcohol, y se puede tomar diluida en agua, generalmente unas gotas al día.
También se encuentran suplementos de artemisa en forma de cápsulas en los herbolarios, estos suplementos son ideales para quienes buscan una dosis más concentrada. Además, gracias a sus aceites esenciales se puede aplicar sobre la piel en forma de cataplasma para tratar dolores musculares y articulares.
Cuidados de la artemisa
La artemisa crece mejor en lugares soleados, y aunque se adapta bien a diferentes tipos de suelo, prefiere los que son bien drenados. Por lo que, es ideal para jardines con climas templados, pero también puede soportar pequeñas heladas.
Como es una planta resistente a la sequía, es importante dejar que el suelo se seque entre riegos para evitar el exceso de humedad, que puede provocar la aparición de hongos. La poda regular es fundamental para mantener la artemisa, y se recomienda podarla al final del invierno o principios de la primavera.
Se puede añadir compost o fertilizante orgánico una vez al año para potenciar su crecimiento. Como puede ser atacada por pulgones o ácaros si las condiciones son muy húmedas, se pueden usar soluciones naturales como el jabón potásico.