Tampones y compresas gratuitos en los institutos de Nueva Zelanda contra la pobreza menstrual
Los centros educativos tendrán la opción de facilitar estos productos menstruales a partir de 2021
Las alumnas de las escuelas secundarias de Nueva Zelanda ya no tendrán que pagar por los productos para la menstruación, como compresas y tampones, si lo necesitan. El Gobierno ha anunciado que asumirá los costes con el objetivo de erradicar la pobreza menstrual generalizada.
La pobreza menstrual es un problema que afecta a nivel global y llega a clasificar los artículos para la menstruación como «bienes de lujo». En algunos casos, las adolescentes no acuden al colegio en los días que tienen el período por no poder permitirse la compra de tampones y compresas. Nueva Zelanda ha dado un paso para frenar esa pobreza menstrual y los centros educativos tendrán la opción de facilitar productos de higiene femenina a partir de 2021.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha señalado que «casi unas 95.000 niñas de 9 a 18 años se quedan en casa durante sus períodos debido a que no pueden permitirse los productos menstruales». Definiendo estos productos sanitarios como una necesidad, Ardern ha afirmado que al disponerse gratuitamente «apoyamos a estas jóvenes para que continúen aprendiendo en la escuela».
Según varios centros educativos de zonas desfavorecidas de Nueva Zelanda, un número cuantioso de adolescentes se ven obligadas a utilizar papel higiénico, periódicos y trapos como alternativa para controlar el período. Quince escuelas de Waikato —región norte del país—, identificadas como las más necesitadas, tendrán acceso a estos artículos de higiene íntima a partir del tercer trimestre de este año y el programa se extenderá al resto del país con carácter voluntario a partir del que viene.
Un problema generalizado que no afecta solo a adolescentes
La cofundadora de Dignity, ONG local que administra a algunas escuelas suministros sanitarios, ha felicitado al Gobierno por la inversión: «Para las estudiantes, la falta de acceso a los productos menstruales no solo exacerba los sentimientos de vergüenza y la carga financiera de género, sino que se ha demostrado que aumenta el absentismo», ha asegurado Jacinta Gulasekharam.
Pero la pobreza menstrual no afecta solamente a las adolescentes. «Es un subconjunto dentro de la pobreza generalizada, y muchos otros grupos, como quienes sufren la falta de vivienda y la pérdida de ingresos, sufren profundamente las implicaciones de la falta de acceso a los productos», ha añadido Gulasekharam.
Este Gobierno de coalición laborista tiene como objetivo reducir la pobreza infantil a la mitad en una década. Ardern ha explicado cómo esta tarea se ha paliado por las repercusiones de la COVID-19, pero señala que se debe invertir en programas que marquen una «diferencia inmediata» en la vida de las niñas que se encuentran en situación de pobreza en todo el país.
Según una encuesta realizada por Yputh19 Survey, el 12% de las estudiantes de 9 a 13 años que menstrúan han señalado contar con dificultades para acceder a los productos sanitarios, mientras que aproximadamente 1 de cada 12 estudiantes ha faltado a la escuela por no poder pagar los productos. Por otra parte, un estudio de Universidad de Otago ha asegurado que las niñas que sufren pobreza menstrual se enfrentan a implicaciones de por vida «para su salud, desarrollo emocional, educación y perspectivas profesionales».