Trump no impedirá el testimonio del exdirector del FBI ante el Senado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no impedirá finalmente que el exdirector del FBI, James Comey, declare ante el Senado esta semana sobre la presunta injerencia rusa en la campaña presidencial del año pasado, ha informado la Casa Blanca.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no impedirá finalmente que el exdirector del FBI, James Comey, declare ante el Senado esta semana sobre la presunta injerencia rusa en la campaña presidencial del año pasado, ha informado la Casa Blanca. «El presidente no aplicará el privilegio del poder ejecutivo» de negarse a ofrecer informaciones, ha manifestado la portavoz adjunta del gobierno, Sarah Huckabee.
Comey, que fue despedido por Trump a principios de mayo, podría denunciar el jueves ante el Senado supuestas presiones de la Casa Blanca para cerrar una investigación sobre la posible implicación de Rusia durante los comicios de noviembre en EEUU. Su testimonio ha levantado una gran expectación porque podría poner en apuros a Trump.
El diario New York Times asegura desde hace varios días que el mandatario republicano pidió a Comey poner fin a una investigación sobre uno de sus más cercanos colaboradores, el general Michael Flynn. A esto se añade que en las últimas semanas se han sucedido las revelaciones de vínculos entre personas cercanas a Trump y cargos rusos.
El presidente niega haber intercedido ante el exdirector del FBI y rechaza las acusaciones sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de noviembre.
La legislación estadounidense contempla la prerrogativa del poder Ejecutivo de negar a los otros dos poderes, el Legislativo y el Judicial, acceso a informaciones o a personal bajo órdenes directas del presidente, como era el caso de Comey.
Como director del FBI, Comey estaba al frente de una investigación sobre la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 y la presunta complicidad del comité de campaña de Trump con representantes del Kremlin. En particular, Comey se concentraba en contactos que varios personas allegadas a Trump habían mantenido con funcionarios rusos durante la campaña electoral.
Entre ellos, la investigación se había centrado en Flynn, quien había ocultado los contactos con funcionarios rusos. Flynn fue despedido al mes de asumir el cargo.
El pasado 9 de mayo, Comey fue despedido por Trump, y días más tarde la prensa estadounidenses denunció que en un memorando interno a sus subordinados directos, Comey había hablado de presiones por parte de la Casa Blanca para «dejar tranquilo» a Flynn. De ser cierto, ese gesto constituye obstrucción a la justicia, un delito considerado grave por la legislación estadounidense, y que podría abrir las puertas a un juicio político (impeachment) contra Trump.
Ante la gravedad del escándalo, el Comité de Inteligencia del Senado invitó a Comey a una audiencia pública, que se celebrará este jueves.
Desde que se confirmó la audiencia de Comey, parte de la prensa estadounidense había especulado con que la Casa Blanca pondría obstáculos a su testimonio. Trump aún no ha escogido a un nuevo director del FBI.
El Departamento de Justicia, por su parte, nombró un fiscal especial e independiente, Robert Mueller, para conducir la investigación sobre el papel de Rusia en las elecciones presidenciales del año pasado.
El periódico digital The Intercept afirmó el lunes, basándose en un documento secreto de la NSA, que piratas informáticos de los servicios de inteligencia rusos intentaron varias veces acceder a los sistemas electorales estadounidenses antes de los comicios presidenciales.