Orca, el rifle militar que podrás imprimirte en casa (y aterra a las autoridades)
Tiene una peculiaridad que la hace muy especial: casi iguala en eficacia a rifles de asalto tradicionales hechos de metal
No es la primera, ni va a ser la última, pero seguramente será la que marque un antes y un después. Se trata de la Orca 5.3, un rifle automático, una metralleta a ojos del profano y en definitiva, un arma de guerra. Su peculiaridad reside en que no es propiedad de ningún ejército, una fuerza policial, ni tampoco ha sido adquirida en una armería: ha sido fabricada en un domicilio particular con una impresora 3D. Esa es la primera singularidad, pero hay una segunda, que es la que la hace muy especial: casi iguala en eficacia a rifles de asalto tradicionales hechos de metal y esta es su rareza.
Se considera que la primera arma impresa en 3D fue la llamada Liberator, una pistola muy rudimentaria que se empezó a ver de forma paralela a la aparición las primeras impresoras domésticas en 3D. Su diseño fue colgado en Internet el 6 de mayo de 2013 y se descargó más de 100.000 veces durante los dos primeros días tras su publicación. El Departamento de Estado estadounidense ordenó su retirada mes y medio más tarde. Esta pistola de un solo disparo era muy sencilla y quedaba inutilizada tras unos pocos disparos, cuando no tras el primero; sus materiales no aguantaban la violencia y las energías de la detonación. Desde entonces esto ha avanzado mucho, tanto que las fuerzas policiales han creado hace unos meses un organismo internacional especializado en este tipo de arma.
La Orca 5.3
Este rifle de fabricación casera se basa en el diseño del afamado Colt AR-15. De origen militar, sus patentes pasaron a ser públicas en 1977, y aunque es un diseño muy superado, cualquier fabricante puede producir y comercializar clones de cierta calidad.
Una minúscula empresa llamada Hoffman Tactical ha tardado nueve meses en desarrollar un producto hecho básicamente de plásticos, y que resulta sorprendente. Lo es porque soporta sin esfuerzo aparente el calor de las detonaciones, la rudeza estructural de los impactos y las tensiones desarrolladas por las energías desatadas durante los disparos.
Hoffman ha pulido el diseño básico original, y ha reforzado ciertas áreas con costillas distribuidas a modo de pilares. No se ha limitado a eso, sino que se ha aprovechado del enorme avance en los materiales usados en la impresión 3D. Si hasta ahora se empleaba el hilo de nylon, el protagonista es ahora un material llamado PLA+, que se utiliza en zonas sensibles como es el cajón de mecanismos, justo donde estallan los proyectiles. Este PLA+ se trata de un polímero o bioplástico muy parecido al que se utiliza en el empaquetado de alimentos para supermercados, y el proceso de impresión se denomina modelado por deposición fundida. Con ello se consigue una consistencia muy superior a la conocida hasta ahora.
A pesar de todo, el Orca no es enteramente de plástico, sino que tiene algunas inserciones cerámicas, partes metálicas, como algunos muelles o el cañón, que está envuelto en una capa de siliconas y fibras de vidrio para retener el calor generado. El problema para los encargados de velar por nuestra seguridad es que este tipo de pieza, las metálicas y muy especializadas, son accesibles sobre todo cuando se compran a distancia. El cañón de un rifle así puede pasar por una pieza para una bicicleta, o los muelles por un accesorio para un juguete. Es muy fácil que su movimiento pase bajo el radar de las autoridades, y esto es lo que los hace peligrosos.
Amenaza global
En mayo de 2022 Interpol convocó la Conferencia Internacional sobre Armas de Fuego Impresas en 3D en la que participaron representantes de veinte países. Profesionales de las fuerzas del orden, expertos en balística, científicos forenses, y responsables políticos se reunieron en La Haya para estudiar el fenómeno. En la conferencia inaugural, los 120 participantes pudieron escuchar las palabras de Martin van der Meij. El jefe de equipo de Análisis de Armas y Explosivos de Europol dijo «la amenaza que plantean las armas impresas en 3D está muy presente en el radar de Europol, en vista del creciente número de armas de fuego de este tipo incautadas en las investigaciones llevadas a cabo en toda Europa en los últimos años. Es necesario sacar estas armas de las calles».
En la película En la línea de fuego, Clint Eastwood paraba los pies de un desquiciado John Malkovich en su intento de asesinar al presidente de su país con una pistola de plástico, indetectable en los detectores de metales. En los últimos años, esto ha pasado de ser ficción a la más dura de las realidades. En 2019, dos personas fueron asesinadas a tiros en Halle (Alemania) por un delincuente que utilizó un arma de fabricación casera. Se basó en un plano descargado de Internet para fabricar parcialmente el arma con una impresora 3D.
En abril de 2021, la Policía Nacional hizo una redada y desmanteló un taller ilegal en Santa Cruz de Tenerife que fabricaba armas creadas por este mismo procedimiento. Se incautaron dos impresoras 3D, piezas de armas, una réplica de un fusil de asalto y varios manuales sobre guerrilla urbana y literatura supremacista blanca. El propietario del taller, que vivía de administrar una residencia de ancianos, fue detenido y acusado de tenencia ilícita de armas. La policía se puso tras la pista cuando fueron conscientes de que estaba empezando a vender sus productos, armas de fuego y explosivos, a través de Internet. Cuando los operativos policiales asaltaron su domicilio, encontraron una impresora 3D funcionando en plena construcción del armazón de un rifle casi completo.
Un mes después, tres personas fueron detenidas en la localidad de Keighley, en el Reino Unido, en el marco de una investigación sobre terrorismo de extrema derecha. Los tres fueron acusados de posesión de componentes de armas impresas en 3D. A las fuerzas policiales se les une ahora una problemática más ante la facilidad de acceso a los planos de armas de este tipo, con la sencillez de acceder a una web, descargarse los planos y poner en marcha un aparato doméstico comprado en unos grandes almacenes.
Se trata de un nuevo dolor de cabeza para los cuerpos policiales, y una situación que colma el sueño húmedo de terroristas, malhechores y delincuentes de todo pelaje al poder disponer de artillería a demanda sin la necesidad de acudir al mercado negro. La cuesta arriba en este sentido no acaba más que empezar.