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Rumanía nos adelanta y compra los cazas F-35 que sopesa adquirir el Ministerio de Defensa

La preocupación en Europa por la fuerza aérea se ha incrementado tras la invasión de Ucrania, por lo que varios países han comenzado a aumentar su gasto militar

Rumanía nos adelanta y compra los cazas F-35 que sopesa adquirir el Ministerio de Defensa

Modelo de caza F-35B. | Wikimedia Commons

El Ministerio de Defensa no se acaba de decidir, pero la compra de una partida de cazas de combate Lockheed Martin F-35 para el Ejército del Aire empieza a ser perentoria. El estallido de la guerra de Ucrania ha servido de electroshock a los gobiernos europeos, que durante los últimos años han dejado los asuntos relacionados con la defensa en un segundo plano. El conflicto desatado por Vladímir Putin ha desencadenado un despertar de temores al oso ruso, y el gasto militar se está disparando por todo el Viejo Continente.

Sin ir más lejos, se acaba de anunciar la compra de estos cazas de combate de quinta generación —los únicos que hay en el mercado de este tipo— por parte de Rumanía, en un número aún sin determinar. El último gran cliente de estos aparatos de la compañía estadounidense ha sido Alemania. A pesar de ser uno de los impulsores del exitoso programa Eurofighter, se han dejado por el camino los 8.000 millones de euros que han pagado a cambio de 35 unidades de esta aeronave, a razón de unos 220 millones por pieza.

Compra necesaria, compra maestra

Los germanos han pagado por estos aviones una locura, pero es que el precio no es exactamente ese sino mucho menor, y la clave reside en los extras. El F-35 tiene tres versiones: el de caza de combate regular, el de despegue vertical denominado F-35B, y el destinado a despegue en portaaviones, con alas más amplias y plegables para poder operar a velocidades inferiores. En realidad, la Luftwaffe, o fuerza aérea alemana, ha pagado por cada aparato ‘en seco’ unos 80 millones de euros, pero luego hay que colocarle los sistemas, como hacen las marcas de coches con los extras y accesorios.

El avión solo es extraordinario, pero además requiere radares concretos, dispositivos especializados para funciones específicas, recambios, motores alternativos para poder montarlos y que no se queden inmovilizados en caso de revisión o avería, etc.

En Alemania parecen ejecutar un guion similar al español; dotar a su fuerza aérea de dos tipos de aeronave distinta, no ya por su funcionalidad sino por su procedencia industrial. El Eurofighter es un caza excelente, multifunción, diseñado para ataque a tierra y superioridad aérea, y está construido íntegramente en Europa de la mano de Airbus Military. El F-35, más avanzado y con mayores capacidades furtivas, puede cumplir funciones similares, pero está fabricado en Estados Unidos.

Si se apostase por un modelo, la logística, formación de pilotos y mecánicos, todo sería mucho más barato y sencillo. En caso de apostar por una sola aeronave, si hubiera problemas con el suministro de piezas y recambios, actualizaciones, conflictos con el fabricante, problemas empresariales, o una falla que comprometa la operabilidad, puede dejar a la totalidad de la flota en tierra sin solución a la mano.

El F-35 es un aparato caro, trufado de problemas en su desarrollo, pero con una tecnología extraordinaria y una herramienta única en el aire; el resto de contrapartes en otros ejércitos no igualan su eficacia. Hay construidos novecientos, y vuela para una docena larga de países, entre los que se encuentran Reino Unido, Italia, Polonia, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Corea del Sur, Australia, o los propios Estados Unidos, entre otros.

El caso español

España tiene una fuerza aérea más que digna, formada por dos tipos de aeronave de combate de primera línea. Posee 85 unidades del F-18 y 70 Eurofighter, que se verán incrementados a 90 en un par de años. Se ha presentado una idea de ampliar esta flota a 130, pero es algo que queda lejano. Lo que queda más cercano es que los F-18, destacados en las bases de Zaragoza, Torrejón y Gran Canaria, están cercanos a llegar al final de su vida útil, en especial los asignados a este último destino. Muchos de ellos van a ser retirados entre este año y 2025, sin más sustitutos a la vista que desplazar a las islas aparatos peninsulares.

España ha firmado el protocolo de adhesión al que puede ser el sustituto del Eurofighter, el llamado FCAS. Junto a Alemania y Francia, se van a invertir 100.000 millones de euros, pagaderos a partes iguales entre los tres socios, para desarrollar y construir aviones de sexta generación. Serán aeronaves invisibles al radar, con funcionalidades aún por inventarse, y con capacidad de manejar enjambres de drones a su alrededor, entre otras.

El problema es que si el Eurofighter tardó en ponerse en servicio casi veinte años desde el inicio de su desarrollo, sería razonable pensar que veremos volar al FCAS no antes de 2040. Durante estos casi veinte años debería haber algo que sustituyera a los obsoletos F-18 y que acompañasen a los Eurofighter, y ahí es donde llegarían los F-35. Si los FCAS europeos sustituyen a los Eurofighter igualmente europeos, sería lógico que los F-35 norteamericanos pasasen el relevo a los también yankees F-18 para dar continuidad al programa binario.

En el Ejército del Aire sonríen cuando se les nombra al F-35, les encanta, pero hay que entender que estas decisiones no siempre se encaminan por las preferencias de los militares, la calidad del producto, o ni siquiera el precio. Con frecuencia son decisiones relacionadas con la geopolítica. Al comprar estos aviones, también te cargas de apoyo internacional, algo que le está ocurriendo a Marruecos al realizar fuertes inversiones relacionadas con proveedores estadounidenses de un tiempo a esta parte.

Un estudio paralelo y separado requieren las inversiones, forzosas, para sustituir a los Harrier que vuelan sobre la cubierta del Juan Carlos I, buque insignia de la Armada. Ahí el problema es otro, pero en cualquier caso, costoso. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Defensa, el presupuesto para este 2023 será de 12.827 millones de euros, con un incremento de un 26,31% con respecto al año anterior.

Se prevén incrementos superiores en años venideros, debido a estas necesidades más otros programas que se otean en el horizonte. Hay partidos políticos que se oponen de manera rotunda a gastar ni un euro más en defensa, pero desconocen el dicho chino atribuido a Sun Tzu: es mejor ser un guerrero en el jardín que un jardinero en la guerra, y viendo cómo está el panorama, no es descabellado pensarlo.

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