El robotaxi de Elon Musk nunca será como el de la NASA, pero solo se podrá usar en la Luna
La misión Artemis 5 tendrá un todoterreno lunar que ejecutará un papel parecido al de las misiones Apollo
Es una máquina de crear titulares. Elon Musk es un genio en diversas materias, y no tan bueno en otras. En lo que no hay discusión es que resulta ser uno de los más grandes publicistas adscritos al índice Nasdaq de la bolsa de Nueva York. Cada uno de sus anuncios agita los cimientos de los valores de su empresa y los de otras.
Esa es la que muchos piensan que es la razón por la que el sudafricano ha salido a la palestra, a través de su medio favorito, Twitter, al que se empeña en denominarlo como nadie lo llama: X. Las acciones de su compañía han perdido casi un tercio de su valor en el último año, y necesitaban un revulsivo. Por otra parte, la siempre bien informada agencia Reuters ha publicado una información que apunta a que el muy anunciado, pero nunca visto proyecto del Tesla de los 25.000 euros, el Model 2 o Model C, no verá la luz.
Eterna promesa, realidad paciente
A la velocidad que permiten hoy las redes sociales, Musk saltó para llamar mentirosos a los informantes, que basaban su reporte en filtraciones anónimas de técnicos involucrados en el proyecto. A cambio, les tiró un hueso con el que entretenerse: el lanzamiento el próximo 8 de agosto de un taxi autónomo fabricado por su marca de coches eléctricos. Desde que hizo su anuncio, las acciones de Tesla recuperaron algo más del 5%.
Tesla trabaja desde hace una década en la conducción autónoma, y aunque la anuncia de un nivel superior desde hace años, no consigue pasar del Nivel 2. Volante, acelerador y frenos funcionan de una forma bastante correcta en carretera, pero muestra sus carencias con el tráfico complejo y desordenado propio de las ciudades. A día de hoy los conductores han de llevar las manos en el volante, y ser conscientes en todo momento de la responsabilidad del conjunto, algo que otras marcas como Mercedes ya han superado.
Lo acabarán haciendo, de ese esfuerzo acabarán saliendo avances, pero los taxis autónomos han dado hasta hoy más problemas que soluciones. De las dos compañías más conocidas, Waymo y Cruise, la segunda fue suspendida en San Francisco tras una retahíla de incidentes, el último con atropello y posteriores maniobras del vehículo con la persona atropellada bajo el coche. En Nueva York se lo están pensando, y es posible que consigan el permiso, al menos a modo de prueba. La experiencia es necesaria si se quiere avanzar en esta materia, pero es requerido un grado de madurez superior al conocido.
Los que van como un cohete, porque los tienen, son la NASA, que trabajan en su propio robotaxi. La ventaja para la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, que es el nombre completo a que responde el popular acrónimo, es que en la superficie lunar será complicado que atropellen a peatones con lo que están preparando.
Los astronautas de la misión Artemis, la primera que va a remitir a humanos a nuestro satélite, necesitarán desplazarse por la superficie selenita. Para ello tendrán un Lunar Terrain Vehicle (LTV) que ejecutará un papel parecido al Jeep lunar de las misiones Apollo. Por aquel entonces, fue Boeing (con la ayuda de General Motors), la encargada de diseñar una especie de cochecito de golf para que los astronautas pudieran alejarse una cierta distancia del lugar del aterrizaje.
El vehículo eléctrico fue utilizado en las misiones Apollo 15, 16 y 17 —cada misión con el suyo—, rodaba a una velocidad máxima de 14 km/h, aunque los astronautas Charles Duke and John Young, del Apollo 16, marcaron un récord astral: 17 km/h. Fue el denominado Grand Prix de la Luna, en palabras de Mission Control de Cabo Cañaveral.
Se espera que el programa Artemis 3 comience a remitir personal a la superficie lunar a finales de 2025, y no será hasta 2029 que sea enviado el vehículo. Hasta entonces, serán tres las compañías elegidas para desarrollarlo, y las candidatas acaban de ser hechas públicas: Intuitive Machines, Lunar Outpost y Venturi Astrolab. De una de estas tres empresas saldrá el vehículo que piloten los astronautas en sus desplazamientos, con especial interés en la zona del polo sur lunar. En febrero, el módulo de aterrizaje robótico Odysseus de Intuitive Machines, con sede en Houston, se convirtió en la primera nave espacial privada que lograba un aterrizaje suave en la Luna, así que para al menos estos, no les resultara del todo desconocido.
Carreras lunares en 2030
Este nuevo Rover lunar, o LTV, deberá estar en condiciones de rodar en la misión Artemis 5 prevista para la primavera de 2030. Albergaría dos particularidades: sería presurizado, esto es, con una cabina en cuyo interior los pasajeros puedan despojarse de sus trajes espaciales. La segunda es que se le quiere dotar de capacidades autónomas. La idea pasa porque no dependa de llevar a alguien sentado al volante, sino que los usuarios, dentro o fuera de él, puedan enviarlo de un lado a otro de manera automatizada.
El presupuesto de la NASA para su escudería espacial es de 4.200 millones de euros, y las tres compañías competirán por tener algo utilizable dentro de un año. No queda ahí la cosa porque la NASA avanza sobre otros modelos, esta vez no presurizados, más sencillos y abiertos, para finales de la década de 2030.
El LTV sería el primer vehículo tripulado rodando por el satélite desde que en 1971 llegó plegado en uno de los costados de la cápsula lunar de la Apollo 15. A pesar de que va a tener difícil atropellar a alguien, no debería perder de vista, que a lo mejor se topa con cierta congestión de tráfico. Space X y la agencia espacial china trabajan en proyectos similares. Al final, donde haya gente, habrá jaleo con los coches…