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Prueban con éxito la ametralladora que pueden llevar los drones más avanzados del Ejército

La lluvia de plomo que cae sobre su blanco es capaz de partir coches por la mitad

Prueban con éxito la ametralladora que pueden llevar los drones más avanzados del Ejército

Imagen de un dron con una ametralladora.

Es un paso más en la robotización de la guerra. Si hace poco se pudo ver cómo un dron aéreo ucraniano bombardeaba a robots rodantes rusos, ahora se da un paso más hacia la guerra entre mecanismos sin tripulantes. Le ha sido adaptada con éxito una ametralladora a una versión experimental derivada del Reaper MQ-9B, el mismo que posee desde 2019 el Ejército del Aire español.

Ha sido el sueño de muchos aficionados a las armas, con un referente claro en las películas de ciencia ficción. Una aeronave, autónoma, sin ningún tripulante a bordo, que pudiera disparar proyectiles en fuego directo hacia un enemigo. Este ha sido siempre el deseo de los militares, y por diversos motivos.

Mucho experimento fallido hasta hoy

Ha habido muchos experimentos, casi todos fallidos, y basados en colgar de la panza de drones de diverso tipo de armas manuales como pistolas, rifles, o hasta AK47. Todo se enfrentaron a diversos problemas; básicamente de peso, estabilidad, capacidad de apuntar, y la corta vida de sus misiones debido al rápido agotamiento de su munición. Pero General Atomics ha aportado una solución de la mano del fabricante Dillon Aero, el responsable de una de las ametralladoras más populares del mundo: la Dillon M134D, también conocida como la Gatling o Minigun.

Se ha podido ver en películas como Terminator, Matrix, Predator, Top Gun, Batman, Robocop o la algo más reales como Acto de valor o Black Hawk derribado. Se caracteriza por sus cañones múltiples giratorios, y por ser capaz de disparar hasta 6.000 proyectiles por minuto. La lluvia de plomo que cae sobre su blanco no tiene parangón, y resulta un arma aterradora capaz de partir coches por la mitad. Versiones de diversos tamaños y calibres van montadas en aviones como el F-35 Lightning II o el A-10 Thunderbolt.

Este tipo de ametralladora está basada en un mecanismo cuyo concepto parte de 1862, cuando sus cañones giraban dando vueltas a una manivela. Desde entonces se ha mecanizado el procedimiento, hasta alcanzar cadencias de disparo veinte veces superior a las iniciales. Es una de las armas que montan muchos helicópteros de combate de diversos países, y hasta hay versiones, cuádruples, de defensa de navíos de guerra.

Ahora, el fabricante de los Predator da una vuelta más de tuerca al alojar un pod DAP-6 bajo las alas del Mojave. No es un aparato nuevo, sino una derivación experimental del Reaper MQ-9B, el mismo del que España dispone de cuatro unidades adscritos al Ejército del Aire con base en Badajoz. Este pod cuelga bajo las alas y tiene un aspecto fusiforme parecido, a ojos del profano, a una bomba más. Aloja los mecanismos de giro del Dillon Aero M134D, sus cañones, y la munición correspondiente.

El DAP-6 Gun Pod mide 2,36 de largo y pesa algo menos de 160 kilos cargado hasta arriba de proyectiles del calibre 7.62x51mm. Su fabricante declara que puede llevar 3.000 cartuchos en los cargadores, y su cadencia de disparo se ha ajustado a 3.000 por minuto. En las pruebas se usó una configuración dual, uno por cada ala, así que la cadencia de disparo combinada fue de 6.000 balas por minuto. El cálculo es sencillo, e invita a pensar que esos seis mil proyectiles a plena carga tardarían justo un minuto en caer sobre sus dianas. A más larga sea la ráfaga, como resulta obvio, menos durarán.

El Mojave utilizado realizó siete pasadas en dos vuelos durante la demostración, y apuntó sus dos cañones hacia una variedad de objetivos. En dicho test celebrado el pasado 13 de abril en el Yuma Proving Ground de Arizona, el aeroandroide fue capaz de acertar en los blancos, que por norma general suelen ser vehículos en desuso. General Atomics confirma que el índice de aciertos fue el deseado.

La aeronave transportó y disparó las armas sin incidentes, y no hubo problemas de vibración, ni retroceso. Los siguientes pasos de los ingenieros serán afinar más su precisión e integrar el sistema de identificación de blancos con los propios radares y detectores que suelen llevar este tipo de aparato en la bola colgante delantera. Ahí es donde habitan las cámaras detectores, y sensores de diverso tipo.

Plataforma multiusos no tripulada

Una de las ventajas operativas del MQ-9B es que resulta fácil hacerlo funcionar en diversos roles. Puede pasar rápidamente de un dron de vigilancia costera, a controlar incendios, pasar a ser un avión-espía, o cargar misiles; ahora también ametralladoras de ataque a tierra. En principio los MQ-9B españoles no se adquirieron con la capacidad de ataque, pero están preparados para ello si fuera necesario.

Otra de sus ventajas, al menos del Mojave —la versión usada— es que pueden despegar en espacios muy cortos, pistas poco o mal preparadas, o la cubierta de portaaeronaves. Son aparatos muy versátiles, y la aplicación del pod ametrallador de Dillon muestra que los drones de este tipo sirven para muchas cosas distintas. Ha pasado de ser un mero avión espía, a una plataforma con diversas utilidades.

El ejército estadounidense, los primeros que suelen adoptar este tipo de herramienta, anda a la búsqueda de helicópteros tripulados que sustituyan al AH-6 Little Bird. Se les da un uso de exploración y vigilancia, y utilizan este tipo de armamento, casi el mismo. Con el pod DAP-6 la paulatina sustitución de helicópteros tripulados por aeronaves robotizadas sería el paso lógico para estas tareas.

Cambio de roles, cambio de reglas

El salto en pasar de drones ojeadores a drones guerreros ocurrió en 1995 en la base aérea de Indian Springs. Está situada al noroeste de Las Vegas, a medio camino entre la Ciudad del Pecado y la base de Groom Lake, también conocida como Area 51. Alguien pensó que solo mirar era poco eficiente y decidió colgar de las alas del Predator MQ-1, el antecesor de toda una familia de drones, un misil Hellfire.

El principal temor era que el aparato se desguazara en el aire víctima de la energía proyectada por el misil. Un Predator fue atado con cadenas a una estructura de hormigón, y se le dio la orden de disparar, a nivel del suelo, uno de estos misiles. Exento de carga explosiva impactó a quince centímetros de la cruz pintada con tiza blanca sobre la torreta de un tanque inerte retirado del servicio que servía de víctima.

Más drones, menos personas

Todo lo que ha ocurrido después ha sido consecuencia posterior de este experimento. General Atomics y Dillon Aero creen que una nueva página en el frente bélico se va a abrir tras esta exitosa prueba. Si el mecanismo entrante acude al frente de batalla, y es capaz de asesinar a otros androides exentos de tripulantes, como ha ocurrido en Ucrania, se podría decir que la guerra ha mejorado.

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