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Ucrania pide a EEUU sus drones más punteros, pero teme que caigan en manos enemigas

Los americanos no quieren ver lo mejor de su tecnología expuesta en la Plaza Roja de Moscú o ayudando a sus enemigos

Ucrania pide a EEUU sus drones más punteros, pero teme que caigan en manos enemigas

Armamento americano en la plaza Roja de Moscú. | TASS

No se los quieren mandar, se hacen los remolones. El Gobierno de Joe Biden está siendo muy generoso con los ucranianos, pero se resiste a remitirle su armamento más avanzado. Es disparatadamente caro, y lo quieren mantener en su arsenal, que para eso lo desarrollaron y compraron. Lo peor es que puede caer en manos de quien no debe: Rusia, Irán, o China.

No debió hacer ninguna gracia en la Casa Blanca, ni en El Pentágono, ver expuestos sus tanques M1 Abrams por las calles de Moscú como ocurrió la semana pasada. Lo más duro no fue observar sus máquinas de guerra más representativas —con la bandera nacional— en manos de un enemigo tradicional. Fue la prueba tangible de que muchos de sus secretos militares pueden cambiar de manos con facilidad y acabar en el último lugar donde los quieren ver.

Datos técnicos muy sensibles

Tamaño, grosor y composición de los blindajes es casi la menor de sus preocupaciones. Es el tipo de sensores, capacidades de detección, o sistemas electrónicos avanzados instalados a bordo, lo que por nada desearían los ejércitos donantes que cayesen en manos de los citados, y está ocurriendo.

Es por eso que a Ucrania están llegando elementos militares obsoletos, anticuados y para nada lo más florido de los arsenales de occidente. Una de sus piezas más codiciadas es lo que el gobierno de Volodímir Zelenski ha solicitado a los estadounidenses: el dron Reaper MQ-9, el mismo del que el Ejército del Aire español posee cuatro unidades.

El Reaper es una plataforma que puede ejecutar múltiples roles en el campo de batalla, y es una de las piezas más codiciadas por los ingenieros de cualquier país considerado hostil por los americanos. Por eso, en buena lógica, les sentó tan mal cuando sobre aguas del Mar Negro, unos MIG-27 rusos derribaron un MQ-9 en marzo de 2023.

Las imágenes de este tipo de incidentes rara vez asoman a la luz pública, pero en aquella ocasión, abrieron los informativos de todos los canales de televisión. Estados Unidos quería dejar bien claro quién provocó el altercado. Los MIG rusos se acercaron a unos palmos en un intento de derribarlo sin provocarle daños, y luego descargaron combustible sobre la aeronave robotizada sin éxito. Finalmente, uno de los pilotos colisionó de forma intencionada con su morro contra las palas de la hélice de cola del Reaper. El aparato quedó sin empuje, perdió sustentación, y cayó al mar.

Agencia TASS.

Desde entonces, poco o nada se ha sabido acerca de su posible rescate. Al parecer se hundió en el mar en una zona donde la profundidad es de kilómetro y medio. Rescatar los restos, desparramados en cientos de metros cuadrados y a ese nivel, no es tarea fácil y tampoco está al alcance de cualquiera.

Pero no es el único incidente con esta aeronave. Aquella no iba armada, pero sí lo iba una que derribaron los hutíes a finales de abril, y con elementos especialmente sensibles. Los rebeldes yemeníes lanzaron un misil antiaéreo a un Reaper el pasado 28 del mes pasado, que fue derribado. Y no es el primero; en febrero ya tiraron otro. La particularidad de este segundo es que iba armado con piezas muy sensibles.

Desde que los drones van armados, de manera tradicional han portado los misiles Hellfire AGM-114. Son relativamente antiguos y muy conocidos. Los que cayeron del cielo sin quererlo fueron los más avanzados AGM-179 Joint Air-to-Ground Missile. Un problema es su coste, que salen por unos 320.000 euros por unidad, casi el triple que los Hellfire. El otro es que son misiles de última generación, puestos en servicio en 2022, y harían las delicias de técnicos e ingenieros iraníes, rusos o chinos, por poner tres ejemplos claros. Al desaguisado se une el coste de cada Reaper, cuyo precio medio ronda los 30 millones de euros.

Un rebelde celebra el derribo de un dron estadounidense.

‘Este dron se autodestruirá en cinco segundos’

Se sospecha que el US Air Force tiene sistemas de autodestrucción en sus aparatos, al menos de forma parcial. En 2017 un Reaper fue derribado en Yemen, en 2019 un misil derribó otro en Libia y en 2020 otro cayó en Siria. Se sabe qué elementos de estos MQ-9 han sido compartidas con interesados. Por esta razón se cree que el ejército estadounidense tiene la capacidad de inutilizar o destruir a distancia parte de la tecnología del avión no tripulado.

Un MQ-9 Reaper estándar tiene un equipamiento muy avanzado. Por defecto y de serie lleva un llamado sistema de puntería multiespectral. Incluye sensores visuales, un sensor de infrarrojos y un sensor electro-óptico. Este último dispositivo consta de un sensor de color y una cámara de TV monocromática de luz diurna. También cuenta con un pequeño radar Lynx para detectar movimiento y actividad en tierra.

Ucrania pide este tipo de tecnología, y aunque los costes son altos, lo peor es que no quieren verlos en una exposición temática de piezas arrebatadas al enemigo en la Plaza Roja de Moscú. Eso sería una humillación y una dolorosa fuga de datos, capacidades de ingeniería y millones de dólares en inversiones tecnológicas y desarrollo. Zelenski tendrán que esperar, y seguir con lo que le manden, que siempre será mucho más de lo que disponía en sus almacenes, pero no lo mejor de lo mejor. Eso está bien resguardado.

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