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Las sospechas de sabotaje chino se ciernen sobre una gran fábrica de baterías en Suecia

La compañía Northvolt despedirá a 1.600 trabajadores en tres centros de trabajo

Las sospechas de sabotaje chino se ciernen sobre una gran fábrica de baterías en Suecia

El proyecto de la fábrica de Northvolt en Suecia. | Northvolt

La compañía Northvolt, fabricante de baterías para coches eléctricos, despedirá a 1.600 trabajadores en tres centros de trabajo radicados en Suecia. El asunto saltó a principios de semana, pero según se van conociendo nuevos datos, el asunto Northvolt está adquiriendo un aspecto extraño. Y uno es el relacionado con un proveedor chino, lo que ha hecho levantar las orejas de observadores y políticos.

Este fabricante de baterías para la automoción fue fundada en 2016 por Peter Karlsson, un exdirectivo de Tesla. Sabedor del fuerte avance de los coches eléctricos en un futuro próximo, buscó la financiación, e instaló la central de su compañía en Suecia, de donde es natural el empresario. En 2019 buscó el lugar adecuado, y dio con él en Skellefteå, a unos 1.200 kilómetros al norte de Estocolmo.

En esta ciudad de 32.000 habitantes lo recibieron con los brazos abiertos; incluso abrieron con horarios extra oficinas municipales para atender a los trabajadores que llegasen de otras latitudes. Las autoridades locales pusieron todo tipo de facilidades, y ahora se encuentran con una situación inesperada que no compensa su esfuerzo.

Especializados en la tecnología de iones de litio con aplicaciones en coches eléctricos, tienen en su cartera de clientes, —y accionistas— a firmas como Volvo, Volkswagen o BMW. La principal causa de los despidos parece ser la falta de demanda.

La introducción en el mercado europeo de coches eléctricos tiene un desempeño muy diferenciado según a que países miremos. Con una media del 14,4% de las ventas, el paraíso es Noruega, con índices de ventas que superan el 95% algunos meses, mientras que en España, por ejemplo, les está costando superar el 5. Portugal, con fuertes exenciones fiscales y ayudas, un país sin montañas, y una buena red de cargadores, ronda el 25% de las ventas. De Centroeuropa hacia el norte es un mundo, y el arco mediterráneo es muy distinto.

Desde finales de 2023 y hasta hoy, las ventas de este tipo de vehículos se han desplomado en números que se acercan peligrosamente a la mitad, tras un esperanzador incremento constante y sostenido en años anteriores. Este 2024 es el primer año que las cifras son peores que los de ejercicios previos.

Las baterías no se compran de un día para otro, sino que las marcas de coches realizan unas previsiones en función de la demanda o el lanzamiento de modelos nuevos, y las encargan en función de las que vayan a consumir. Si las ventas caen a plomo, las previsiones se descolocan, y los proveedores sufren. Esta es la mecánica que apunta al descalabro de Northvolt, uno de los muy pocos proveedores de baterías con origen europeo, que de manera habitual echan mano del mercado chino. Y es aquí donde la cosa se complica y aflora un escenario más siniestro.

En China están los mayores fabricantes de baterías de este tipo, y llevan una década de adelanto. Ante la ausencia de petróleo en el país, se dieron cuenta de que lo eléctrico podría ser la solución. Es por eso que sus procesos constructivos del automóvil a batería, en el país que más coches compra del mundo, está a años luz por delante de cualquier otra, y con ello su industria auxiliar.

En el viejo continente no hay proveedores para todo, y esa es la razón por la que en la factoría de Northvolt se ven a tantos trabajadores chinos: son los responsables de una maquinaria imprescindible en el montaje de las baterías. Todos ellos, algo más de medio millar, se mueven por la fábrica con chalecos amarillos en cuya espalda se lee Wuxi Lead Intelligent Equipment. Wuxi Lead es una empresa propiedad del Estado chino, tanto de forma directa como a través de la tenencia de acciones por otras empresas también relacionadas con el gobierno de aquel país.

Una teoría basada en datos confidenciales

La teoría del periodista Lars Wilderäng es que con independencia de la falta de mercado para las baterías, la producción en Skellefteå ha estado trufada de problemas y casi todos ellos han llegado de la mano de los sistemas de Wuxi Lead. Wilderäng afirma que la maquinaria que usa Northvolt se controla a distancia desde China, y solo puede ser manejada por operarios orientales in situ. La empresa asiática se habría mostrado reacia a entregar documentación y habría borrado parte de ella.

La consecuencia directa de las fallas en la producción es que la compañía ha trasladado parte de la fabricación a unas más pequeñas instalaciones de pruebas en Västerås. Cerca de Estocolmo, carecen de la capacidad de la factoría principal. El periodista afirma que ha podido verificar una buena parte de esta información, aunque no puede publicar todo lo que tiene so pena de incriminar a su fuente. En su teoría, la jugada parece ser hundir a Northvolt y que luego empresas chinas compren el patrimonio tras haber sido declarada la bancarrota.

Esta es la razón por la que afirma que inyectar dinero para salvar Northvolt no servirá de nada si los chinos no permiten que las máquinas funcionen. Cuando todo esté en sus manos, las líneas de producción empezarán milagrosamente a funcionar, pero dentro de los muros aduaneros de la Unión Europea y exentas de sanciones y aranceles.

Buena firma, intenciones siniestras

La maquinaria de Wuxi Lead tiene muy buena imagen dentro de la industria, y son un referente en su materia. No es dificil encontrar cierto paralelismo con la situación por la que pasan las máquinas neerlandesas de la firma ASML, esas que imprimen microchips a una escala que nadie es capaz de crear. A día de hoy su venta a China están vetadas; en el momento en que lleguen en manera masiva a aquel destino, su industria volará en este sentido. Se puede sospechar, que todo esto tiene aspecto de ser una especie de jugada a la inversa, y probablemente una forma de devolver la moneda.

Northvolt, que en su día fue uno de los principales referentes en lo relacionado con la energía verde en Europa, y de la reducción de la dependencia energética del exterior, se encuentra en una situación desesperada. La información disponible sugiere que la supervivencia de la compañía está en entredicho y se teme que pueda colapsar con o sin chinos de por medio.

La Unión Europea invirtió mucho en Northvolt, con la esperanza de que la fábrica contribuyera a impulsar la adopción del vehículo eléctrico y el almacenamiento de energías renovables. El plan no les está saliendo, pero lejos, hay quien sonríe, pero está muy lejos de ser divertido y delata las carencias de la industria europea.

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