China lo ha vuelto a hacer y ha clonado el caza más temido de las fuerzas occidentales: el F-35
El aparato no iguala las prestaciones del estadounidense, pero carece de sus restricciones de uso y es mucho más barato
No es que se parezcan, que parecen salidos de la misma cadena de montaje. Los ejércitos más avanzados del mundo sacan pecho orgullosos cuando enseñan su Lockheed Martin F-35 en sus hangares, pero ahora Beijing hincha sus pulmones con su J-35, clónico al aparato diseñado por Estados Unidos.
Y no es que parezcan hermanos gemelos separados al nacer, sino que hasta se llaman igual. Si el aparato construido en la planta de Lockheed Martin en Fort Worth, Texas, se denomina el F-35A, el de ojos rasgados se llama J-35A. Han copiado hasta el nombre, en una suerte de corte de mangas geopolítico.
La aparición del J-35A era una noticia esperada, puesto que ya se habían visto imágenes de prototipos durante los últimos años. La silueta original parecía un quiero-y-no-puedo del caza americano, pero esta versión final es otra cosa. Se desconocen sus capacidades, pero el aspecto es casi idéntico, y hay que hilar muy fino para localizar las diferencias.
La aeronave oriental se va a exhibir estos próximos días en el Salón Aeronáutico de Zhuhai, donde llegó volando y con las insignias de la PLAAF, la fuerza aérea china. Dicho evento se inaugura el próximo 12 de noviembre, aunque ya hay fotografías que han corrido como la pólvora, emitidas a través de redes sociales emitidas por el propio ejército chino. Esto indica el grado de interés de las autoridades en darlo a conocer.
Sería el segundo aparato furtivo chino tras el J-31 Gyrfalcon, que está a punto de entrar en servicio. Ambos desarrollados por la compañía Shenyang Aircraft Corporation, la idea última no es otra que inundar el mercado no alineado con sus productos, alrededor de entre un 25 y un 35% del precio de sus contrapartes occidentales; es el coste habitual de los aparatos militares chinos si los comparamos con el del producto occidental.
Para atender las necesidades propias y ajenas, han desarrollado no una, sino dos versiones del J-35: una convencional, pensada para operar desde tierra, y otra naval. Aunque sería muy difícil desde el punto de vista técnico por varios motivos, no sería de extrañar que con el tiempo llegase una tercera de despegue vertical, como ya tiene el F-35 y con los que la Armada Española desea sustituir a los vetustos Harrier.
Hay varias diferencias entre los dos aparatos chinos del mismo nombre. Una es el tren de aterrizaje del morro, con una rueda en la versión «terrestre», y doble en la naval. Las alas plegables es otra, y una tercera es el mayor tamaño de sus estabilizadores verticales en el caso de los aparatos embarcados.
Esta última también dispone de los accesorios relacionados con el lanzamiento tipo CATOBAR, acrónimo en inglés del proceso de lanzamiento asistido por catapulta y recogida a través de cables de frenado en la plataforma flotante. Esto conduce a una conclusión sencilla: los chinos proyectan esta versión para los seis portaaviones que tienen previstos. Con la catapulta de lanzamiento, los aviones pueden salir al aire con más peso, esto es, más armamento bajo sus alas y más combustible que les permita estar más tiempo en el aire.
En un plano más técnico, un detalle que puede apreciarse en la foto del J-35A llegado al aeropuerto de Zhuhai es la presencia de un sistema montado en el morro equivalente al EOTS (Electro-Optical Tracking System) del F-35. El sistema es posiblemente el mismo que ya monta el J-20 Mighty Dragon.
El investigador de aviación militar china Andreas Rupprecht destaca un detalle interesante tras el tren trasero. El analista cree que hay lente Luneburg reflectante de radar. Este dispositivo está pensado para enmascarar la firma de radar real del J-35 y permitir que solo sea detectable por los sensores de radares amigos y el control del tráfico aéreo propio.
Posibles desventajas
Una de las claves del F-35 occidental reside en su experiencia en lo relativo al revestimiento que le proporciona su furtividad ante los radares. Todo hace pensar que los materiales que le permiten eludir los radares y las tecnologías propias de los sistemas de detección es superior ante la larga experiencia que atesoran los estadounidenses.
La piel que recubre a la aeronave es difícil de lograr, y sobre todo de que mantenga sus capacidades y se quede pegada a la superficie cuando la velocidad aumenta. El rozamiento con la atmósfera y las altas temperaturas tienden a arrancarlo, en especial en las zonas de entrada y salida de gases hacia los motores.
Los chinos afirmaron que una de las capacidades futuras de su J-35 sería el llamado supercrucero, o una alta velocidad. Se esperaba que se obtuviera gracias al motor turbofán WS-19 autóctono, sin embargo, no hay confirmación de que se haya obtenido dicha capacidad.
Información difusa
El J-35 puede considerarse un avión táctico polivalente y se supone que con capacidades de baja observabilidad. Funcionarios y medios de comunicación chinos han insinuado cierta capacidad de sus sensores para poder transferir objetivos a otras aeronaves, y tal vez la capacidad de manejar otro tipo de armamento, como ocurre con la capacidad del F-35 para dirigir armas (drones).
La única gran diferencia es que el J-35 es bimotor, y el F-35 se maneja con una sola planta motriz. Este dato hace pensar que los chinos no han alcanzado el grado de calidad deseado en los complejos propulsores de los cazas de combate. A pesar de ello, se cree que Pakistán bien podría ser el primer cliente del J-35 de los chinos.
El F-35 de los pobres
Son muchos los países que desean contar con aviones de quinta generación y ofrezcan características furtivas. El problema es que las aeronaves americanas son estrepitosamente caras y tienen muchas restricciones de uso.
Los asiáticos no tienen esos problemas. Lo que sí tienen es un plan, y todo apunta a que es hacerse con el mercado de los países menos dotados, pero que desean unas Fuerzas Armadas notables. La solución es irse a comprarla a los chinos. Allí tienen una fotocopiadora que no se detiene nunca, aunque muchos temen que algún día la acabarán adelantando.