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Expertos americanos afirman que Irán ha desarrollado armas basadas en el fentanilo

Basados en una serie de compuestos químicos llamados PBAs, son más incapacitantes que letales

Expertos americanos afirman que Irán ha desarrollado armas basadas en el fentanilo

Plantación de adormidera, planta de la que se extraen los opiáceos como la heroína, la morfina o el fentanilo. | Sanaullah Seiam (Xinhua News)

Incapacitan o matan. Las armas químicas afectan a sus víctimas de acuerdo con sus dosis y grado de exposición, pero todas están prohibidas. A pesar de ello, se cree que Irán las ha desarrollado y se teme que puedan usarlas contra Israel o cualquier otro enemigo que se les presente

El informe, realizado por el reconocido experto Matthew Levitt, investigador principal en el Washington Institute para el Combatting Terrorism Center de West Point (CTC), sugiere que Irán ha militarizado agentes farmacéuticos que podrían ser incorporados en armas como obuses de artillería e incluso granadas de corto alcance. Según Levitt, el propósito principal parece ser afectar el sistema nervioso central de los objetivos.

El temor no radica únicamente en la posesión de estas armas, sino en que lleguen a manos de sus aliados Hezbolá y Hamás, quienes podrían usarlas en represalias contra soldados o población civil israelí en un futuro cercano.

Los agentes basados en productos farmacéuticos (PBAs, por sus siglas en inglés) son esencialmente medicamentos convertidos en armas. El problema es que estos compuestos o sus componentes básicos pueden encontrarse en el mercado con relativa facilidad, ya que son principios activos comunes en medicamentos terapéuticos.

Los PBAs son productos químicos a partir de compuestos farmacéuticos, que pueden o no tener usos médicos legítimos. Si se usan de forma inadecuada, pueden causar enfermedades graves o la muerte, e incluyen opioides como el fentanilo y tranquilizantes para animales.

Estos fármacos afectan el sistema nervioso central de la víctima. Una vez inhalados e incorporados en el organismo, provocan, como mínimo, pérdida de conciencia en las víctimas, lo que permitiría que las fuerzas que los despliegan avancen rápidamente sin oposición.

La guerra química en la región no es novedad. Irán fue víctima de este tipo de armamento durante su conflicto con Irak en los años 80. Irak atacó a Irán con agentes químicos como el gas mostaza y el sarín, afectando a un gran número de personas. Se estima que el conflicto y el uso de estos agentes dejaron alrededor de un millón de víctimas entre muertos y afectados.

Irán tomó nota y, según informes de inteligencia militar israelí, empleó gas mostaza en algunas ocasiones durante ese mismo conflicto. Asimismo, se cree que Irán utilizó PBAs contra los rebeldes en la guerra civil de Siria, y hay informes que indican que milicias proiraníes en Irak los habrían usado contra manifestantes antigubernamentales.

EEUU y algunos de sus aliados llevan años advirtiendo que Irán viola los acuerdos de la Convención sobre Armas Químicas de 1997 al desarrollar este tipo de armas. Dicho tratado, firmado también por Irán, prohíbe estrictamente los compuestos químicos «cuya acción sobre los procesos vitales puede causar la muerte, incapacitación temporal o daño permanente a humanos o animales». Los países firmantes están obligados a destruir sus arsenales de armas químicas. Sin embargo, hay evidencias que apuntan a que Irán hace caso omiso de esta prohibición.

Jugadas sospechosas

En 2014, el departamento de química de la Universidad Imam Hossein de Irán buscó adquirir, a través de compañías de exportación chinas, medetomidina, un sedante que ha investigado como aerosol incapacitante. Este movimiento levantó sospechas, pues el departamento de química de dicha universidad no tiene antecedentes en investigación veterinaria o médica. Además, las cantidades solicitadas —más de diez mil dosis— no concordaban con el uso final declarado para investigación.

En septiembre de 2023, hackers antigubernamentales iraníes publicaron documentos confidenciales que detallaban el desarrollo de granadas en un complejo militar iraní, diseñadas para dispersar medetomidina. Un detalle que no pasó desapercibido para los analistas fue la frecuente referencia al incidente del teatro Dubrovka de Moscú en 2002.

En dicho incidente, un grupo de rebeldes chechenos tomó como rehenes a cerca de mil personas durante una representación teatral. Las fuerzas de seguridad rusas introdujeron gas basado en productos farmacéuticos, probablemente fentanilo o carfentanilo —un opioide sintético aún más potente—, para neutralizar a los terroristas. Aunque el gas surtió efecto y los insurgentes fueron detenidos, también provocó la muerte de más de 130 rehenes.

Más casos

Según información recabada por el CTC de periodistas iraníes, los PBAs han sido vinculados a casos de envenenamiento en centros de enseñanza en Irán, donde se sabe que existe cierto rechazo al régimen. Cuando funcionarios iraníes fueron cuestionados, afirmaron que sus investigaciones son legales y se ajustan a las regulaciones, ya que están relacionadas con el control de multitudes.

A nivel técnico, los productos derivados de los PBAs no se consideran armas de destrucción masiva al mismo nivel que los gases nerviosos. Más que matar, los PBAs incapacitan. Su uso podría dejar fuera de combate a guardias fronterizos, dejando las vías abiertas para que los atacantes lleguen a los civiles, quienes quedarían desprotegidos.

Dificil de limitar

Restringir los PBAs es complejo, pues se solapan con productos utilizados para fines legítimos. Por ejemplo, el gas lacrimógeno que utilizan las fuerzas antidisturbios, si bien está prohibido en el campo de batalla.

Los compuestos derivados de los PBAs pueden incorporarse en granadas de mano, bombas aéreas y proyectiles de mortero, de los cuales se sabe que Hezbolá tiene abundantes existencias. El CTC considera que este tipo de gases podría usarse en un futuro cercano en ataques selectivos, asaltos de gran impacto e incluso contra bases militares israelíes.

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