La ayuda norcoreana a Rusia está siendo tal desastre que se están disparando entre ellos
Los soldados de Moscú y Pyongyang no se entienden entre sí y eso crea un caos en la guerra de Ucrania
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Una pantalla de televisión en la estación de tren Yongsan de Seúl muestra al líder norcoreano, Kim Jong Un. | Kim Jae-Hwan (Zuma Press)
Fuego amigo. No existe conflicto armado en el mundo en el que haya fuerzas que no han sucumbido al ataque de disparos o bombardeos procedentes de su propio bando. El problema para Rusia es que sus soldados están muriendo porque no entienden lo que les dicen en otro idioma sus socios de armas: Corea del Norte.
De acuerdo con informes de la inteligencia ucraniana, en fechas recientes —aunque sin precisar— tropas norcoreanas que apoyan la ofensiva rusa mataron accidentalmente al menos a ocho soldados rusos en el entorno de la ciudad de Kursk. Según la fuente, la causa del incidente no fue otra que la barrera lingüística existente entre ambas facciones del mismo bando.
Los norcoreanos habían sido advertidos de la presencia de tropas amigas. Sin embargo, abrieron fuego contra vehículos militares rusos en la creencia de que eran ucranianos. Con el obstáculo del entendimiento entre socios bélicos, que no ocurran más escenas como esta es casi un milagro.
Según la inteligencia ucraniana, los soldados muertos en el incidente de fuego amigo pertenecían al batallón Ahmat, un grupo bajo el control del señor de la guerra checheno y leal a Putin, Ramzan Kadyrov. Los «kadyrovitas», que es como se les conoce, llevan combatiendo en Kursk desde agosto.
El origen de estas informaciones está en las emisiones por radio captadas en el frente por la inteligencia ucraniana y que reproduce el diario The Kiev Independent. En los audios interceptados se sugiere un comienzo caótico de la colaboración entre Rusia y Corea del Norte, y el eje de sus quebraderos de cabeza estriba en las dificultades lingüísticas.
El registro sonoro se identifica como una llamada entre militares rusos de un batallón establecido en la región occidental rusa de Kursk. En la comunicación hay una discusión llena de improperios sobre cómo las tropas de Moscú van a gestionar la llegada de los norcoreanos. En ella, los rusos se quejaban de no saber cómo se dirigiría y abastecería a los recién llegados.
Se les da el nombre en clave de «Batallón K», y se les denomina «los chinos». Los interlocutores, según la inteligencia ucraniana, pertenecen a la 810.ª Brigada de Infantería de Marina de Rusia, una unidad que ha participado en la lucha contra la incursión por sorpresa de Ucrania en Kursk.
El tono audible suena a exasperado, y la conversación transcurre con un lenguaje llano y poco propio de la jerga militar habitual. «No tienen ni puta idea de qué hacer con ellas», dice una voz sobre las órdenes remitidas a un oficial responsable. En otra parte de la conversación se reflejan otras inquietudes, como que no está claro quién va a proporcionar a los norcoreanos comida, munición y otros suministros.
La conversación constata la existencia de una barrera lingüística difícilmente salvable. «Habrá un intérprete por cada treinta personas», dice una voz, que continúa quejándose. «Hay algo que no entiendo: necesitamos tres líderes para cada grupo de treinta personas. De dónde se supone que los vamos a sacar, joder».
Los soldados norcoreanos han sido distribuidos en varias unidades rusas y, desde primeros del mes pasado ya han estado bajo fuego ucraniano. Su integración se ha convertido en un problema logístico enorme, y tampoco ha sido una sorpresa. Diversos analistas y conocedores de la relación entre los dos países ya adelantaron que la diferencia de idioma entre los soldados norcoreanos y rusos sería una barrera difícilmente salvable. La relación entre ambos es muy fluida, pero ninguno se esfuerza en aprender el idioma del otro.
Entre once y quince mil soldados
Los servicios de inteligencia de Corea del Sur, Estados Unidos y la propia Ucrania calculan que Corea del Norte ha enviado al conflicto entre once y quince mil efectivos en apoyo de Rusia. Dmytro Ponomarenko, el embajador de Ucrania en Corea del Sur, ha declarado que el número alcanzaría —con rotaciones de tropas cada dos o tres meses— un total de 100.000 soldados norcoreanos que podrían prestar servicio en el plazo de un año.
La alianza entre Rusia y Corea del Norte ofrece beneficios tanto a Moscú como a Pyongyang. Rusia recibirá un impulso en forma de fuerza de combate. Corea del Norte, con reconocidos problemas de liquidez, recibirá a cambio beneficios económicos y conocimientos tecnológicos.
Mercenarios sin sueldo
Los servicios de inteligencia surcoreanos estiman que Rusia pagará unos 2.000 dólares al mes por cada soldado, unos 30 millones de dólares a cambio de 15.000 soldados, dinero del que los implicados directamente no verán casi nada. Ese dinero podría suponer un enorme cambio en las vidas de las tropas, pero se cree que todo irá a parar al gobierno, al partido dirigente y al bolsillo de Kim Jong-un.
El sueldo medio de un ciudadano norcoreano ronda los dos dólares mensuales, puede que tres. Se calcula que el producto interior bruto de Corea del Norte es de unos 28.000 millones de dólares al año, unas diez veces menos que el de Marruecos, y unas 53 veces menor que el de España. Todo esto hace pensar que la presencia de tropas norcoreanas en Rusia no se explica solo como un apoyo político y militar, sino como un negocio más de sus dirigentes.