En la guerra de Ucrania se están usando inventos romanos, armas nazis y animales
En Ucrania se ha visto armamento de todo tipo: desde el más avanzado, hasta cosas que eran obsoletas hace medio siglo

Los abrojos son fáciles de manejar, baratos y eficientes
Es la guerra. Y aunque no todo vale en los conflictos armados, si funciona y lo tienes a la mano, úsalo. Esta es una de las reglas primarias en el combate. En Ucrania se han visto aviones no tripulados que descuelgan roboperros, drones hechos de cartón, mandos de videoconsolas para pilotar aeronaves, cañones láser, o sensores de sonido para detectar amenazas fabricados con teléfonos móviles baratos. Pero nadie contaba con la eficiencia de inventos nazis, animales o armamento usado por los legionarios romanos hace veinte siglos.
Es el caso de los caltrops o abrojos, un dispositivo sencillo, barato, accesible y que apenas ha cambiado su fisonomía, tecnología y dolorosa eficiencia en más de dos mil años. Es un arma defensiva cuyo primer uso registrado es del año 331 a. C. En la batalla de Gaugamela, y desde entonces, apenas ha cambiado.
El 1 de octubre de aquel año, Alejandro Magno arremetió contra los persas, y las tropas de Darío III respondieron con los primeros de la historia. Eran muy rudimentarios, y sirvieron para modificar la táctica del macedonio. Aquellos pinchos en el suelo impedían el avance de hombres, caballos y elefantes.
Este ingenio ejecuta una función parecida a la del actual Iron Dome israelí, pero a nivel del suelo. Si el tecnológico invento hebreo niega el espacio aéreo a amenazas venidas por el aire a base de alta tecnología, los muy rudimentarios abrojos, de origen naural, detenían en seco las que llegaban andando porque esa era su diana: los pies.
Daba igual si fuesen de hombres o animales; estos pinchos de cuatro puntas han causado estragos en las filas de muchos ejércitos en distintas épocas. Caiga como caiga, siempre hay uno que apunta al cielo, no destruye ni mata, pero ralentiza e interrumpe el avance del enemigo. Hoy ataca ruedas, pero hace siglos atravesaba el calzado y se clavaba en las extremidades inferiores de aquellos que tuvieran la mala suerte de dar con ellos, en especial de noche.
Los romanos le dieron el nombre de murex foreus, y los fueron arrojando alrededor de sus fortificaciones por toda Europa durante su expansión. Su diseño más depurado contaba con puntas en forma de anzuelo, que se anclaban en cascos de caballos y soldados. Esto producía laceraciones y heridas que inutilizaban a sus víctimas.
Siempre ha sido una solución barata, accesible, no atiende a una tecnología compleja, y no requiere de un aprendizaje para su uso. En Ucrania se han visto de entre siete y doce centímetros, y esparcidas por caminos han causado problemas a tropas rusas en sus desplazamientos rodados. Los neumáticos de sus vehículos, en muchos casos civiles, han padecido su eficacia a pesar de ser un ejército poderoso y bien equipado.
Su versión antitanque, o al menos contra vehículos más pesados o con orugas, son los llamados dientes de dragón o erizo checo. Tres listones metálicos se sueldan o atornillan; dos en forma de cruz, y un tercero se une por el centro de forma longitudinal, y crean un hexágono estrellado. Estos, de hasta un metro o más de longitud, se disponen en caminos, playas, circundando fortificaciones o edificios sensibles, y detienen o ralentizan el avance de vehículos.
Otro invento que ha causado cierta sorpresa han sido los drones pilotados por cable. Unidos a su controlador por un hilo de fibra óptica, elude los sistemas generadores de interferencias capaces de imposibilitar su vuelo. Muchos creen que ha sido una idea ucraniana, pero es algo muy viejo y sus primeros usos se deben a los ingenieros nazis del Tercer Reich.
Inventos revolucionarios
La industria bélica de Hitler nunca dejará de sorprender por su delirante ingenio. Su problema fue que, cuando los estrategas atisbaron el comienzo del conflicto, se concentraron en soluciones de rápido desarrollo, y abandonaron las ideas más complejas y que necesitaban un periodo más prolongado de investigación.
Lo que para los alemanes fue una desgracia, para el resto del mundo fue la suerte de que muchos de sus inventos necesitasen el tiempo del que no dispusieron, y materiales que entonces no existían o eran difíciles de conseguir. De haber durado aquel conflicto unos meses más, es posible que su final hubiera sido otro.
En 1943, la Luftwaffe empezó a lanzar esta bomba voladora de más de una tonelada de peso, con especial utilidad en el ataque a buques. Su peculiaridad es que sus aletas, que aportaban direccionalidad, eran manipuladas por un artillero a través de un cable conectado a una suerte de joystick similar a la palanca de cambios de un Citroen 2CV.

Exitosa contra ex amigos
El 9 de septiembre de 1943, la fuerza aérea nazi hundió el acorazado italiano Roma usando una de estas bombas. A nueve meses del final de la guerra, fue el primer barco hundido con armamento de este tipo. Pero existía un terrible problema.
Anudada por el cable de control a la aeronave que la lanzaba, su manipulador necesitaba ver el blanco para dirigir el proyectil. Esto obligaba a mantenerse al bombardero en las cercanías de su objetivo, y con ello, recibir una lluvia de plomo desde abajo.
La solución vino a apenas dos meses del final de la guerra: pusieron una rudimentaria cámara de televisión, de las primeras de la historia, en el morro de la Fritz-X. Su imagen volvía a la aeronave por el mismo cable de control, y el artillero la veía en un monitor. La única limitación residía en la longitud del cable. Con posterioridad, esta tecnología ha sido usada en torpedos, como los Mark 48 americanos o el SST-4 británicos. En la Guerra de las Malvinas, los argentinos dispararon seis de estos últimos y no funcionó ninguno.
Una animalada
Otra retroarma, o una herramienta bélica en desuso y que se ha recuperado en Ucrania, son los animales de carga. La sorpresa ha llegado de manos de un informe que apunta a que al menos 47 jumentos han caído en combate enmarcados en las filas rusas. No queda ahí la cosa. Otro animal que se ha visto implicado en esta guerra es el camello. Sí, camellos, usados como animal de carga igual que los burros.
Algo más de suerte han tenido los osos involucrados en el conflicto. No se conoce que hayan sido utilizados como parte del arsenal de ninguno de los dos bandos, pero también han sufrido los rigores de la guerra.

A Masha, una osa parda euroasiática de 22 años, le vino bien todo este jaleo. Pasó casi toda su vida en un circo bajo condiciones miserables. Durante la guerra, fue evacuada hasta Rumania, donde encontró la libertad en el llamado Santuario Libearty.
Potapich y Dina, dos osos rescatados de un zoo privado cerca de Pokrovsk, sobrevivieron a los bombardeos rusos. Ahora viven en un recinto natural en Leópolis. Cuentan que a Dina aún se le nota el estrés sufrido. Yampil, un oso negro asiático, fue hallado en Donetsk por las tropas ucranianas, y fue trasladado a un zoológico escocés. Son los otros refugiados de la guerra, que en cierto modo, y gracias a ella, han pasado a disfrutar de una mejor vida. Ojalá les tocase algo así a todos.