Europa acelera para no llegar tarde al armamento de velocidad hipersónica
Siempre será mejor que el desarrollo de tecnología militar avanzada se haga aquí y no dependamos de otros

Proyecto Aurora. | Polaris Raumflugzeuge
Ha sido como un golpe de desfibrilador. El calambrazo arreado por la invasión rusa a Ucrania a las autoridades europeas ha hecho saltar como un resorte la necesidad de revisar las políticas de defensa. Dentro de ellas hay una asignatura que a Europa se le resiste: la velocidad hipersónica.
La idea no es nueva y proviene de la Alemania nazi. Las bombas voladoras V-1 alcanzaban sus objetivos, pero podían ser derribadas o al menos desviadas ante su relativa baja velocidad. Pero la llegada de las V-2, en forma de misil balístico, era mucho peor. Subían a la estratosfera, y caían a tal velocidad que resultaban imparables.
Desde entonces, las velocidades alcanzadas por diversos tipos de armamento, ya sea en forma de avión tripulado, o cargas explosivas volantes, rara vez y en contadas ocasiones había pasado del Mach 2, dos veces la velocidad del sonido. Pero esto está cambiando.
Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Norte, Irán y hasta la India tienen muy avanzados varios proyectos de misiles capaces de alcanzar al menos el Mach 5, y se habla de momentos puntuales y muy experimentales que han superado el Mach 15. A esas velocidades, incluso las menos ambiciosas, no hay contramedida capaz de plantar cara a una amenaza semejante.
Para los ejércitos europeos, China y Rusia no son socios tecnológicos preferentes, sino más bien lo contrario. No solo eso, sino que serían proveedores poco fiables ante posibles cambios de criterio; lo que puede ser una amistad hoy, mañana podría ser una cerrazón comercial multinivel.
Por otra parte, las políticas que ha traído la presidencia de Donald Trump arrojan sobre la mesa dudas, o certifican las que ya había. Ante ello, solo queda una respuesta: soberanía tecnológica, fomentar el I+D europeo, y desarrollar herramientas propias para no depender de las ajenas.

Existen varios proyectos europeos de misil hipersónico. El más prometedor es el Hypersonic Defence Interceptor Study, conocido como HYDIS², que es liderado por MBDA, una compañía europea líder en diseño y fabricación de misiles con participación de diecinueve países, y entre ellos Reino Unido, Francia, Alemania, Italia o España. Su iniciativa busca desarrollar interceptores endoatmosféricos capaces de contrarrestar misiles hipersónicos. Maneja un presupuesto de 140 millones de euros, cofinanciado por el Fondo Europeo de Defensa y los países participantes.
Otro programa paralelo de MBDA es Aquila. Lleva cinco años en desarrollo, se basa en tecnologías previas como el interceptor Aster, y es contribuyente al desarrollo de HYDIS². El horizonte de estos dos proyectos apuntan a 2035, y puede que sea demasiado tiempo. Desde la invasión rusa de Ucrania, les han entrado prisas a todos, en especial a los países limítrofes a Rusia y Alemania, que podría adelantarse a todos, tanto como 2028.
El gobierno de Berlín ha encargado a la startup germana Polaris Raumflugzeuge, radicada en Bremen, el desarrollo de un avión hipersónico dotado con esta tecnología y prestaciones. La empresa ha trazado un cronograma destinado a poner en el aire en tres años un avión espacial reutilizable capaz de elevar al espacio cargas de hasta una tonelada. No solo eso, sino que también podría emplearse en misiones de reconocimiento tanto dentro de la atmósfera como fuera de ella.
Con nombre de mujer
El futuro sistema AURORA, que así es como se llama, estará basado en un funcionamiento de dos etapas. En la primera empleará un motor a reacción que le servirá para ser lanzado, iniciando un despegue horizontal —se sobreentiende que desde otra aeronave, como si fuera un misil aire-aire—. En su segunda fase de vuelo, empleará un segundo motor cohete tipo Aerospike capaz de permitir al aparato alcanzar velocidades por encima de Mach 5, con vuelta al suelo sin desechar ninguna sección, todo reutilizable.
El aparato será empleado como banco de pruebas y plataforma experimental militar e incluso podría llevar satélites al espacio, y se planea que haya un prototipo capaz de volar antes de finales de año. El modelo experimental tendrá una longitud de unos ocho metros y su peso será de entre 1,5 y 2 toneladas, aunque antes se habrá ensayado otro similar a una escala menor.

Proyecto Aurora. | Polaris Raumflugzeuge
Este ingenio servirá para probar todos sus mecanismos a velocidades hipersónicas, como plataforma experimental, y de investigación para la defensa. No se descarta la posibilidad de ser utilizado para transportar satélites al espacio, para lo que sería necesario de dotarle de una etapa extra no reutilizable.
No se habla de una de las principales utilidades del vuelo hipersónico y en el que trabajan los otros proyectos europeos y los de países extracomunitarios: el transporte de punto a punto de cargas explosivas, o sea, misiles. En principio, el bombardeo hipersónico no está reflejado, pero si la aeronave que construya Polaris fuese capaz de superar las barreras técnicas que supone primero la de alcanzar esas velocidades, y más tarde llevar carga, el resto debería ser aplicable en un futuro.
Proyecto grande, empresa grande, pero…
El asociacionismo europeo en lo tocante a tecnología militar ha arrojado productos notables como los helicópteros Tigre y NH90, el Eurofighter o el A400, pero tienden a ser proyectos caros y lentos en su desarrollo; tampoco las aventuras son pequeñas. Rara vez se ha recurrido a la fórmula alternativa, de excelentes resultados en Israel, China o en Estados Unidos, con el ejemplo de Anduril o Palantir, basada en pequeñas empresas emergentes muy centradas en productos de alta tecnología y que venden productos ya acabados.

El acelerón financiero que van a dar los países europeos en los próximos años no deberían desdeñar ideas y proyectos con orígenes similares. En las últimas décadas, la musculatura militar del viejo continente ha quedado adormecida. En un país pequeño como Ucrania han sentado cátedra en asuntos tan relativamente menores como la fabricación masiva de drones con materiales existentes en el mercado comercial.
Repensar la industria
La industria militar europea no solo necesita crecer, también cambiar su forma de conducirse, ganar en agilidad, en escalabilidad a la hora de la producción, y en dejar de depender de importaciones de países externos, con Estados Unidos e Israel como principales fuentes de capacidad. De momento, los alemanes han empezado a apostar por esta nueva concepción para llegar con más rapidez a soluciones que se vislumbran necesarias.
AURORA será la primera, y luego deberían llegar más ante la avalancha de dinero que va a llegar a la industria relacionada. Ursula von der Layen dijo la semana pasada que serían liberados 800.000 millones de euros para incrementar una defensa europea que está despertando de su letargo. Probablemente acabe siendo más, y siempre será mejor que se quede aquí, que se marche para siempre, y dependamos de otros.