El efecto de los aranceles de Trump marcará el apoyo de las 'big tech' a su proyecto
Pese a las subidas anunciadas, el presidente de EEUU aplica ya excepciones para contentar a empresas como Nvidia

Ilustración con los logotipos de las 'big tech' más importantes de EEUU. | Andre M. Chang (Zuma Press)
Hace unos días, el fundador de Fstoppers, un canal de fotografía con un millón de seguidores en YouTube, explicaba a su audiencia que la víctima de la guerra arancelaria iniciada por el presidente de EEUU, Donald Trump, afecta sobre todo a emprendedores como él. Lee Morris relata en un vídeo de siete minutos sus peripecias como creador de la salsa picante Oliveum, cuya caja intentó por todos los medios fabricar en Estados Unidos hasta alcanzar una conclusión demoledora: el presupuesto que le calculaban sus paisanos era 800 veces superior al que le ofrecían en China.
Si la situación era delicada entonces, con la imposición de aranceles a diestro y siniestro a partir de una fórmula de dudoso rigor científico, el panorama se complica aún más. En esencia, las empresas estadounidenses que ya fabrican en China no podrán relocalizar sus plantas en casa, puesto que los costes de producción seguirán siendo comparativamente enormes, pero operar desde el dragón asiático (o desde otras áreas del planeta) también empeorará su partida de gastos.
Pese a la ola de indignación que poco a poco se levanta en cientos de ciudades de la primera economía mundial, Trump cuenta todavía con un respaldo sin precedentes entre las big tech, la dimensión que más dinero y empleos cualificados genera en el país. No es un movimiento nuevo. Esta decantación se produjo conforme avanzaba la campaña electoral y eclosionó al anunciarse oficialmente la victoria y confirmarse los primeros invitados VIP a la ceremonia de toma de posesión.
La lista de adeptos a Trump incluye a Elon Musk, dueño de Tesla, SpaceX y la red social anteriormente conocida como Twitter (X), Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon y Blue Origin), Sam Altman (OpenAI, el papá de ChatGPT), Sundar Pichai (Google), Jensen Huang (Nvidia), Tim Cook (Apple), Peter Thiel (Palantir, Founders Fund) y Larry Ellison (Oracle). Más equidistante, Microsoft donó pese a todo un millón de dólares a Trump nada más conocerse su victoria. Incluso el CEO de TikTok, Shou Zi Chew, declaró públicamente que la red social china se siente muy afortunada por contar con el respaldo del presidente frente a quienes quieren bloquear la plataforma en EEUU por su tendencia al espionaje.
El mazo y la excepción
Según los efectos que desaten los aranceles, la cohesión de esa guardia pretoriana podría desmoronarse. Casi todas las grandes tecnológicas de EEUU tienen vínculos y dependencias con Asia. Allí es donde arma Apple su iPhone, por ejemplo, aunque el truco siempre esté a disposición de la política, tal y como demuestra el caso de Nvidia, empresa que recurre a los chips fabricados por la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). Trump se ha apresurado a aprobar una excepción que beneficia al nicho de los semiconductores, aunque se fabriquen lejos. Si un iPhone pasa de costar 1.400 a 1.800 euros, es probable que algo haya que hacer al respecto.
Tesla como referencia
Atravesada por una crisis que desploma sus ventas en Europa debido en parte a la popularidad de las marcas chinas, Tesla podría frotarse las manos pensando que los aranceles, al menos en EEUU, minimizarán la competencia que plantean BYD y compañía. El problema es el efecto bumerán que provoca la agresividad de la Administración Trump, pues la Unión Europea ya ha declarado que impondrá igualmente sus aranceles en directa proporción a los que el Ejecutivo estadounidense aplique a los productos comunitarios. Al final, un Tesla costaría aún más en Madrid, Roma o París y la vía china sería todavía más atractiva, al menos desde la perspectiva del bolsillo.