La revolución que viene en Defensa: de ensamblar misiles a imprimirlos
El desarrollo de la tecnología 3D está a punto de dar un salto enorme en términos de la aplicación militar

Misil de crucero RAACM.
Se llama RAACM, es un misil de crucero, y no está ensamblado al uso, sino que sale de una impresora. Si las estrellas mediáticas de nuestro tiempo son los drones y la inteligencia artificial, la impresión 3D está dando enormes pasos en el campo de la defensa. Y no hablamos de elementos menores o componentes aislados, sino de avanzados artefactos voladores.
Estamos hablando de misiles de crucero fabricados casi en su totalidad mediante técnicas de impresión aditiva. El protagonista en esta ocasión es el Misil de Crucero Asequible de Adaptación Rápida, conocido por su acrónimo en inglés, RAACM. Es obra de la empresa estadounidense CoAspire, una startup con ambiciones claras: cambiar la forma en que se conciben, construyen y despliegan los misiles del siglo XXI.
A simple vista, el RAACM tiene el aspecto externo de cualquier otro misil destinado a ser lanzado desde el aire. Tiene las mismas formas y tamaño que una bomba guiada del tipo GBU-38 o una MK-82 de 500 libras (227 kg). Su configuración replica las existentes en servicio, y por lo tanto, son adaptables a los mecanismos propios de las aeronaves que las lanzan. Su forma de aplicación sería tan sencilla como sustituir unas y colocar las otras. Pero lo extraordinario no está en sus formas, sino en su origen.
El montaje y construcción de los misiles tradicionales requieren de una compleja cadena de producción. Este proceso involucra a múltiples etapas de ensamblaje, componentes que requieren herramientas especializadas, y cientos de horas de trabajo manual. Muy al contrario, el RAACM ha sido diseñado desde cero para salir casi acabado de una impresora 3D. Esto significa que gran parte de su estructura se genera en un proceso digitalizado, lo que reduce de manera radical los tiempos de producción, los costos laborales y los residuos industriales.
Este enfoque no solo simplifica la logística, sino que también ofrece una ventaja estratégica: permite una producción más ágil, escalable y descentralizada. Es ideal para escenarios en los que la rapidez dé respuesta es crítica, algo que se ha demostrado en el conflicto ruso-ucraniano; las fábricas de proyectiles no dan abasto a pesar de incrementar su producción de manera exponencial. El proceso actual sigue siendo lento y dependiente de múltiples condicionantes.

Pero el RAACM no es solo una pieza impresa; es un sistema de armas completo, con un diseño modular que incluye un ala desplegable, el motor turborreactor que lo impulsa, la cabeza de guerra con una ojiva intercambiable y un sistema de guiado avanzado. Esta configuración permite adaptar el misil a diferentes misiones. Este tipo de armamento se diseña de acuerdo con su finalidad, y el RAACM podría pasar con facilidad de ser un proyectil de ataque de precisión, de saturación, destinado a suprimir defensas o misiones antibuque, según las necesidades operativas.
Además, su fabricante está desarrollando variantes más grandes que podrían ser lanzadas no solo desde el aire, sino también desde plataformas terrestres o navales. El objetivo es ofrecer un sistema de ataque asequible, escalable y versátil, capaz de cubrir distancias de cientos de kilómetros, con una fracción del costo de los misiles de crucero tradicionales como el Tomahawk o el JASSM, y ahí es donde una de las claves: el precio.
Un proyectil GBU-38 o MK-82 puede costar entre 25.000 y 40.000 euros, cuando lleva el sistema de guiado, que es lo costoso. El proyectil y su carcasa es solo una porción de ese coste, pero incluso con el explosivo Tritonal que suele albergar, puede ser reducido si se imprime en lugar de ensamblarlo. Donde se notaría mucho el recorte de precio sería en los misiles guiados y no en bombas de caída o con sistemas de guiado sencillos.
La reducción de costes no sería lo más interesante, sino el cambio estructural en términos de logística. Sus constructores no necesitarían una cadena de suministros tan compleja, dependiente de proveedores, y se podrían fabricar a pedido según hicieran falta. Uno de los motivos de que los buques de la US Navy se vuelven de su misión en el mar Rojo es precisamente porque se quedan sin munición.
Si se las imprimieran a bordo, el problema sería similar cuando acabasen el explosivo y el material de las impresoras, pero la capacidad sería muy superior, y mucho más sencillo desde el punto de vista logístico. Esto dotaría de una mayor autonomía y flexibilidad a las flotas en activo.
Una directiva cargada de experiencia
Los directivos de su fabricante son exmilitares, así que conocen muy bien las necesidades del ejército en el que sirvieron. Su experiencia les ha dictado el camino, se salieron de las Fuerzas Armadas, y montaron esta empresa para venderles un producto inexistente.
Dos de ellos han sido pilotos navales condecorados, con décadas de servicio, y un tercero es un ingeniero experto en arquitectura de sistemas y desarrollo de software para aplicaciones militares. Han visto el futuro, y montaron CoAspire para impulsar esta disruptiva fórmula de construcción de unos sistemas que apenas han cambiado desde su llegada al escenario bélico.
En esta materia y relacionada con la impresión 3D de aplicación militar, la empresa jienense Meltio tiene mucho que decir. Aún no está en sistemas complejos y asociados de forma directa al armamento, pero ya venden sus productos a las armadas de Estados Unidos, Francia y Corea del Sur, y los Ejércitos de Tierra y del Aire españoles, con otros interesados como el de México. De momento imprimen piezas relativamente sencillas, como válvulas, hélices, tuberías, o tiradores de puertas, pero el paso siguiente serían mecanismos más complejos.
Nuevo paradigma industrial
La impresión 3D está revolucionando el mundo de la defensa, y dentro del presumible avance que están provocando los recientes cambios estratégicos, es de esperar que dé un salto industrial más que notable. Uno de los empujones más inesperados se lo va a dar Donald Trump.
Muchos ministerios de defensa, sobre todo asiáticos, están moviendo ficha en este sentido ante el aluvión de aranceles y limitaciones de importación asociadas que les está cayendo. El desarrollo de esta tecnología está a punto de dar un salto enorme en términos de aplicación, lo que acabará llegando al mercado comercial. Al tiempo.