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La US Navy usará en sus buques impresoras de metal en 3D hechas en Jaén

Se espera que esta tecnología y con esta configuración se vaya extendiendo en otras naves de más ejércitos, y con otras utilidades en bases militares remotas

La US Navy usará en sus buques impresoras de metal en 3D hechas en Jaén

Impresora 3D Meltio. | Meltio.

A estas alturas a nadie le cabe la menor duda de que las impresoras en 3D están cambiando el mundo; tampoco que sus utilidades están lejos de alcanzar su horizonte. Los conflictos armados, y con ello todo lo relacionado con la defensa, nunca se queda atrás sino más bien todo lo contrario. Por eso en la armada estadounidense han pensado que incorporarlas en sus navíos es una buena idea, y para ello han echado mano de la empresa jienense Meltio, con un dispositivo bastante especial. 

El USS Bataan, perteneciente al arsenal naval del ejército estadounidense, es un navío de asalto anfibio similar al L-61 Juan Carlos I de la Armada española. Mide 257 metros de eslora, pesa 41.500 toneladas y cuenta con una tripulación de 2.500 personas. En lo sucesivo, y gracias a esta pequeña empresa con base en Linares, va a pesar un poco menos. O mejor dicho: va a cargar con menos peso, y va a disponer de más sitio, y todo sin perder ni un ápice de operatividad. El misterio reside en que van a cargar muchos menos recambios en sus bodegas, porque las van a construir a bordo. La compañía, constituida en 2019, ganó el concurso licitado por la US Navy con idea de implementar impresoras de metal en sus buques, que en lo sucesivo se imprimirán sus propias piezas metálicas a bordo. Meltio se impuso a otras compañías con productos afines, y sus cabezales de impresión metálica por fundido al láser estarán instalados en una fresadora de control numérico fabricada por Haas Automation. Pueden estar colocados en brazos robotizados, u otros dispositivos afines, pero el binomio elegido por la fuerza naval norteamericana ha elegido esta. 

¿Cómo funciona? 

Si se abre la tapa de una impresora doméstica de papel, la diferencia mecánica, de aspecto y tamaño, con respecto a la de Meltio es mucha. Pero su principio de funcionamiento es, en líneas generales, el mismo. Si lo que hace la de tinta es arrojar unos chorros de pigmento líquido procedentes de un depósito sobre un papel, esta es similar aunque está basada en un principio más complejo, y bastante parecido a las impresoras en 3D de hilo. Lo que arroja es un flujo de metal fundido procedente de un rollo de alambre de acero y que derriten seis láseres dirigidos desde un programa informático. El software recibe unas formas, unas cotas y unas medidas. Puede ser una tuerca, una hélice, el cierre de seguridad de una puerta, o una turbina. En lugar de recibir estos recambios en el muelle durante una estancia en puerto, cargarlas a bordo, almacenarlas, controlar el estocaje, y agotarlas si es que se acaban, se crean en unas horas desde una plantilla digital. 

Lo que aporta Meltio es el cabezal, que se coloca en el interior de una máquina de corte de metal tipo CNC de la citada Haas. Al que siga la Fórmula 1 es muy probable que le suene este nombre, porque son propietarios de la escudería en la que militó Mick Schumacher durante las dos últimas temporadas. Pues Haas aporta esta parte de la maquinaria, que no es más que un enorme torno computerizado, del tamaño de una furgoneta. Esa maquinaria puede usarse como una fresadora que ‘rasca’ un bloque de metal y elimina lo que sobra hasta dar con la forma programada, tal y como haría un escultor con un bloque de mármol. Por la vía contraria, la aditiva y con el cabezal del Meltio, genera esas formas a base de añadir gotas de acero fundido, que generan a base de capas superpuestas la figura deseada. El láser puede fundir materiales como titanio, níquel, cobre o el más habitual acero. El utilizado por la US Navy es del tipo 316L, el mismo con el que se han fabricado durante décadas los relojes Rolex. Es muy conocido por su resistencia a la corrosión y a la tracción, es muy poco magnético y resulta bastante común encontrarlo en navíos militares. 

Ahorro, independencia, autosuficiencia

Esta maquinaria funciona prácticamente sola. Un operario adquiere el fichero informático con el patrón del objeto requerido, ordena su impresión a la computadora que controla el proceso, y unas pocas horas más tarde tiene la pieza plenamente operativa. No necesita más que un leve pulido para eliminar algún resto o impureza, y se puede poner en servicio acto seguido.

El cabezal de Meltio cuesta unos 150.000 euros y la impresora en la que opera otros 220.000. El de Haas es híbrido porque admite tanto un cabezal sustractivo como el aditivo de láser; basta con sustituir uno por otro. De esta manera los marines disponen de las dos opciones, que atienden a distintas necesidades, aunque prefieren la segunda y se debe a una razón sencilla. El sistema sustractivo desecha mucho material sobrante, mientras que la impresión aditiva utiliza el material justo y necesario para componer lo requerido sin la deposición de restos sobrantes. Su uso se está extendiendo en los campos de la minería, el naval, y el aeroespacial, por la autonomía que otorga a sus usuarios. Es fácil imaginar uno de estos aparatos en la Estación Espacial Internacional creando piezas que han acabado su vida útil o se han deteriorado, en lugar de tener que recibirlas desde la Tierra. Pues en los barcos militares ocurre algo parecido. Con la ayuda de la impresora láser no dependerán de cadenas de suministro, de tener que condicionar sus ciclos de patrulla para recoger elementos necesarios, y podrán reparar sobre la marcha averías y daños. Debido a sus acuerdos de confidencialidad, Meltio no cuenta mucho sobre su clientela, pero se sabe que han recibido la visita de representantes de diversos ministerios de defensa, entre ellos el español. Exportan el 90% de su producción a países como China, India, Japón, Alemania, o México, aparte de España y Estados Unidos. Se espera que esta tecnología y con esta configuración se vaya extendiendo en otras naves de más ejércitos, y con otras utilidades en bases militares remotas, e incluso como dotación en instalaciones permanentes. El futuro no es que esté por ser escrito, sino que será impreso, y probablemente en una de estas máquinas. 

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