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Tecnología

El funeral del Papa Francisco en Roma ha sido toda una exhibición de tecnología militar

Con semejante despliegue, ni un alma podría escapar del control del espacio aéreo

El funeral del Papa Francisco en Roma ha sido toda una exhibición de tecnología militar

El funeral del papa Francisco. | Reuters

La cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma está considerada una de las más grandes del mundo. Con 42 metros de diámetro y 133 metros de altura desde el suelo y hasta la cruz en la cima, ha quedado empequeñecida este fin de semana. Durante el funeral del papa Francisco, la que ha montado por encima el Ministerio de Defensa italiano ha sido unas 3.230 veces más grande.

Es muy posible que el santo padre argentino haya subido a los cielos tras su fallecimiento. Lo que le iba a resultar casi imposible sería bajar de él. Lo que lo impidiera no sería lo extraterrenal, sino el espectacular entramado de seguridad que se ha montado sobre Roma y sus alrededores para cubrir todo el espacio aéreo.

Al funeral del papa Francisco, Roma han asistido 146 delegaciones internacionales, que incluyen alrededor de 50 jefes de Estado, 10 monarcas, y unas 400.000 personas. Para su protección, las distintas fuerzas del orden italianas y las fuerzas armadas han trabajado para garantizar la seguridad, con francotiradores en los tejados, agentes en tierra, equipos antidrones y un hasta buque con capacidad de interceptación de misiles guiados frente a la costa.

En la operación se han coordinado el Departamento de Protección Civil, la Policía Italiana, los Carabinieri, Guardia di Finanza —Policía de Aduanas—, el ejército, la armada y la fuerza aérea trabajando juntos para establecer un paraguas de seguridad protectora sobre la capital.

A nivel del suelo, las atribuciones quedaron en manos de unos 4.000 agentes y 2.500 voluntarios del equivalente transalpino de Protección Civil. Entre todos ellos supervisaron el área y dieron apoyo a los asistentes al evento. Acostumbrados a grandes eventos relacionados con el Vaticano, trazaron rutas especiales para gestionar mejor el enorme flujo de personas desde y hacia la basílica de San Pedro para reducir el riesgo de situaciones peligrosas.

Una de las mayores preocupaciones eran los pequeños drones. Para controlar su posible amenaza, se desplegaron sistemas de disuasión electromagnética portátiles por toda Roma y la Ciudad del Vaticano. Estos dispositivos, en muchas ocasiones con forma de rifle portados por un agente, emiten pulsos electromagnéticos de alta intensidad en las mismas frecuencias que se utilizan para controlar los drones.

Si se corta el vínculo con los controles del piloto, la aeronave suele activar el modo de emergencia, que devuelve el aparato a su punto de origen o lo hace posarse justo donde ha sido localizado. Esta función recae sobre el Ala 16 o «Fusileros del Aire», la unidad especializada de protección de la fuerza de la Fuerza Aérea Italiana y el Ejército Italiano. Los operadores están muy especializados en llevar a cabo misiones antidrones, con el empleo de sistemas de detección de radar, sensores electroópticos y dispositivos electrónicos para inhibir los vuelos de estos aparatos.

Pero es más arriba, donde la fuerza bruta de tecnologías más contundentes han impuesto su ley. Desde el viernes a las doce del mediodía y hasta el sábado, al caer el sol, las fuerzas aéreas italianas armaron una triple corona de protección sobre el cielo romano y con la Ciudad de El Vaticano en su epicentro.

Para la protección de todo el evento, dispusieron de un plan repleto de restricciones aplicadas alrededor de la ciudad eterna, y que formó parte de un sistema de defensa integral y en capas. El primer nivel de esta máquina de seguridad fue el establecimiento de una Zona de Identificación de Defensa Aérea de un radio de 75 millas náuticas (unos 140 kilómetros). Esta zona actuó como un filtro principal, lo que permitió a las autoridades monitorear e identificar cualquier aeronave entrante.

Dispuesta en círculos concéntricos, una segunda capa de 35 millas náuticas de diámetro (65 km) exigía la exclusión de vuelo a todos los aviones y drones. En su tercer nivel, de 6,5 millas náuticas de diámetro (12 km) contaba con la prohibición absoluta del vuelo para todo aparato, y quedó reservado en exclusiva a aeronaves militares y policiales. Estas medidas son similares a las implementadas durante eventos de alto perfil como las cumbres del G7 o bodas reales; ni siquiera finales de competiciones deportivas o Juegos Olímpicos cuentan con semejante despliegue de seguridad.

Con el fin de llevar a cabo un control del espacio aéreo en tiempo real, la Fuerza Aérea Italiana desplegó un conjunto de activos aéreos avanzados capaces de responder rápidamente a cualquier amenaza potencial. El más —relativamente— sencillo ha sido el uso de helicópteros HH-139 para contrarrestar las amenazas «de movimiento lento» que pueden intentar penetrar en el espacio aéreo restringido.

En caso de detectar una pequeña aeronave, los activos de combate son bastante efectivos contra aviones ligeros, helicópteros, o drones de cierto tamaño. Varios helicópteros de este tipo fueron asignados a un tipo de misión denominada «Slow Mover Intercept», o aparatos lentos; ni reactores, ni misiles entran dentro de esta clasificación. Dichas aeronaves están equipadas con paneles de comunicación visual, lo que permite a las tripulaciones establecer contacto no verbal con los aparatos interceptados en pleno vuelo si no pueden llegar a ellas por radio.

Autorizados a derribar aeronaves

Si el compromiso escalase, sus operadores están capacitados en el uso de armas de precisión capaces de derribar las amenazas de baja velocidad. Apuntar a una aeronave en vuelo, incluso a baja velocidad, con un rifle de francotirador en una plataforma en movimiento, no es tarea fácil. Sin embargo, los operadores están entrenados para golpear objetivos designados en la aeronave, como el motor, para forzar un aterrizaje de emergencia. El objetivo es siempre neutralizar de forma segura la amenaza, reduciendo el riesgo para las personas sobre el terreno.

Por encima de ellos, en caso de que aparatos más veloces intentasen penetrar el círculo más sensible, está la Patrulla Aérea de Combate. Equipados con Eurofighter F-2000 Typhoon y F-35A Lightning II, fueron desplegados desde sus bases operativas en todo el país. Todos los aparatos involucrados en la operación estaban armados con municiones de combate, incluidos misiles aire-aire de corto y mediano alcance.

Pero por encima de todos ellos, como el ojo de un Gran Hermano volante, la Aeronautica Militare dispuso de uno de los dispositivos más sofisticados de que disponen los ejércitos más modernos: un aparato tipo AWACS, un radar volante capaz de detectar cualquier cosa en kilómetros a la redonda.

La unidad utilizada es un Gulfstream G550 diseñado para el uso civil, aunque preparado para cargar sobre su fuselaje un enorme radar alargado con un sistema de alerta temprana. Perteneciente al Escuadrón 71 en la Base Aérea de Pratica di Mare, estuvo vigilando desde las alturas, y en permanente comunicación con el CRC (Centro de Control e Informes), para dirigir a los combatientes durante las intercepciones de «zombis» (así es como denominan a señales no amenazantes) o a peligros verificados.

Drones de alta tecnología

El radar volador no estuvo solo, sino que le acompañó al menos un dron MQ-9A Predator B. Su función fue la de recopilar inteligencia en tiempo real en apoyo de todas las fuerzas, ya sea en tierra o en el aire. Entre los que reciben sus señales estuvieron los helicópteros pertenecientes a la Policía, Carabinieri y Aduanas encargados de controlar a las multitudes. Desde la muerte del Papa, estos helicópteros no han parado de sobrevolar la zona.

Gracias a sus sensores avanzados, los helicópteros tienen la capacidad de proporcionar orientación a los operadores en tierra en caso de emergencia. Los helicópteros también tienen la tarea de transportar a activos de las Fuerzas Especiales, como GIS (Fuerzas Especiales de los Carabinieri italianos) y el NOCS (Fuerzas Especiales de la Policía Italiana) para atacar posibles amenazas en tierra.

Y un cazador de misiles en vuelo

Si todo esto pudiera parecer poco, la Armada italiana tuvo en alerta al destructor Caio Duilio equipado con misiles antiaéreos, como activo de vigilancia y defensa de posibles ataques. Con semejante despliegue, ni un alma podría escapar del control del espacio aéreo, aunque en el caso de la del Papa Francisco, se supone que hicieron una excepción y le dejaron pasar. Descanse en paz.

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