Seis síntomas que inclinan a LinkedIn más hacia Facebook que hacia el 'networking'
La plataforma californiana, orientada desde sus inicios al mercado laboral evidencia síntomas de agotamiento

Ilustración con el logotipo de LinkedIn. | Mateusz Slodkowski (Zuma Press)
Oficialmente, LinkedIn pasa por su mejor momento de forma. Sus ingresos crecieron un 8,6% en 2024 hasta situarse en unos 15.000 millones de euros. La cifra de miembros no ha dejado de crecer desde su fundación en 2002 y ya rebasa los 1.000 millones, aunque el número de usuarios activos mensuales representa sólo un tercio del total (310 millones). Se trata, en teoría, de la mayor plataforma de networking jamás construida, la decimoséptima web más visitada del planeta y un lugar óptimo para dinamizar el mercado laboral, ya que aproximadamente cada minuto siete personas encuentran desde ahí un nuevo puesto de trabajo.
Sin embargo, como red social, esta herramienta no está exenta de peligros, y el principal consiste en parecerse cada vez más a Facebook y otros patios de vecinos. A continuación se detallan algunos de los síntomas de una involución que, vista la salud del negocio, no parece afectar a la popularidad de la compañía.
La narrativa del yo (vacío)
Cada día son más frecuentes los post donde alguien agradece con verborrea la invitación a un acto, loa su propia intervención ante un dudoso auditorio o repasa su carrera para anunciar que inicia «un nuevo reto profesional». Existen, claro, excepciones, voces autorizadas que comparten conocimiento, pero LinkedIn funciona sobre todo como una pasarela de autopromoción repleta de lugares comunes.
Amigos invisibles
Al igual que sucede con otras redes sociales, la figura del contacto sin la menor conexión se convertirá pronto en un clásico. ¿Qué sentido tiene que el operario de una depuradora de aguas residuales pida contacto a un experto en bonos y letras del tesoro? Se observa asimismo una tendencia a la acumulación, fenómeno habitual en pasarelas como X o Instagram: el valor de la marca personal viene determinado no por la trayectoria acreditada o la profundidad de las reflexiones publicadas, sino por el número de seguidores y los aplausos recibidos.
Publicidad abusiva
Ocurre, por ejemplo, con los medios de comunicación. Se le solicita contacto a un periodista y después se le bombardea con notas de prensa y campañas de marketing, se le piden datos personales y se le insiste incluso en días festivos. Qué no ocurrirá con esos empresarios en busca de personal, esos reputados expertos en IA, esos gestores de fondos de inversión o esos científicos que lideran grupos de dimensión internacional.
Vaivenes del algoritmo
Cada cierto tiempo, los rectores de cualquier herramienta digital varían los criterios que condicionan que unas publicaciones destaquen sobre otras. Esta permanente transformación hará que ciertas intervenciones que antes tenían tirón pasen de repente al olvido. Los entresijos de los hashtags, las menciones, las palabras clave, la hora de la publicación y las interacciones registradas en un periodo delimitado son como los copos de nieve en una bola de cristal: a veces dejan ver el horizonte, otras tapan el paisaje y confunden al viajero.
El dichoso dato
A pesar de que ofrece más opciones de configuración que el promedio del sector, hay que tener cuidado: LinkedIn también vive de monetizar la información que extrae de sus usuarios y se reserva el derecho a compartir con anunciantes y socios comerciales parte de ese caudal. Si alguien se molesta en pasar una hora delante del ordenador para bloquear muchos de los abusos establecidos por defecto, pagará también algún peaje. Las ofertas de empleo, por citar un caso obvio, pueden desligarse de la experiencia profesional del miembro en cuestión. Posiblemente perplejo, un programador leerá el anuncio de una vacante en una panadería bajo la pestaña empleos recomendados para ti.
Productores sin coste
LinkedIn se ha abonado a las peticiones gratuitas. Participe usted en este artículo colaborativo, es uno de los pocos expertos invitados. Cree una newsletter. O láncese a redactar un artículo de opinión. Se supone que con una buena audiencia, esta práctica refuerza la reputación del autor, pero, ¿por qué no optar –si realmente uno tiene conocimiento premium que compartir– por la vía de Enrique Dans, uno de los mayores expertos en tecnología de España, y crear una plataforma divulgativa sin intermediarios?