Hay muchos tipos de drones pero los más raros y exóticos los tiene la Guardia Civil
La clave de los drones beneméritos es su facilidad de pasar inadvertidos

El Black Hornet 3 de teledyne FLIR. | Ejército de EEUU
El cielo ya no está enladrillado, como en el trabalenguas, sino dronificado. Miles de aeronaves no tripuladas se usan a diario para vigilar lo que ocurre más abajo, transportar cargas, remitir artefactos explosivos, o hasta transportar heridos. Pero dos de los drones más exóticos y sorprendentes los maneja la Guardia Civil.
En los últimos años, la transformación tecnológica de las fuerzas y cuerpos de seguridad en España ha sido clave para adaptarse a nuevas amenazas, desde el crimen organizado hasta el terrorismo. No cuentan mucho sobre ellos, porque su uso es altamente confidencial, pero a través de sus adquisiciones se sabe que, en concreto, el instituto armado posee drones no solo aéreos, sino también acuáticos, como la decena de Gladius S que utilizan para vigilar puertos, ríos y zonas costeras.
Más arriba, en el aire, la Guardia Civil dispone de dos drones bastante exóticos y poco habituales: el Black Hornet de Teledyne FLIR y el Gavizor de la gallega Fobos Solutions. Si el primero atiende a la particularidad de caber en la palma de una mano, el segundo tiene forma de pájaro y hay que estar muy cerca de él para ser consciente de que no se trata de un ave real, sino de un mecanismo artificial.
Si empezamos por este último, se trata de un dron biomimético desarrollado para controlar la fauna aviar en una especialidad tecnológica denominada cetrería robótica. Su fabricante dispone de una estructura interna común, y por fuera le dota del aspecto de un ave rapaz propia del entorno en el que se va a desarrollar su tarea.
Con experiencia internacional en países como Ecuador, Chile, Perú o Noruega, aporta el aspecto exterior a sus dispositivos de águilas, buitres o cóndores, según la fauna característica de la región en que va a operar. Diseñados en principio para ahuyentar a aves reales en aeródromos, acabaron volando alrededor de parques eólicos y minas con esta problemática, o zonas de especial interés donde los pájaros podían interferir en las operaciones rutinarias.
Fobos diseña y ensambla sus «falsos pájaros» en una pequeña factoría situada en el extrarradio de Vigo, cerca de Bayona. Según cuenta a THE OBJECTIVE su responsable, Marcos Carrera, en sus planes está crecer en año próximo hasta ser capaces de industrializar una producción que a día de hoy es muy artesanal.
La empresa se puso en marcha en 2014, y pasaron seis años hasta tener un producto muy depurado. Un año más tarde, en 2021, lanzaron la versión dotada de capacidad de vigilancia, que es el modelo que maneja la Guardia Civil y otras entidades relacionadas con la seguridad, que por motivos de confidencialidad, no pueden desvelar.
Aunque en Fobos intentan en lo posible emular los movimientos y tipo de vuelo de las aves mimetizadas, el Gavizor no agita sus alas. Se impulsa gracias al motor eléctrico que hace girar su hélice de dos palas situadas en el pico del ave robótica. Las mismas se repliegan para que no se dañen durante el aterrizaje, que se efectúa sobre la panza.
Con un peso de entre 2,8 y 5 kilos, puede volar durante una hora, a una velocidad máxima de unos 100 km/h. Apenas suena a nivel del suelo, y puede transportar sistemas de vigilancia que transmiten en tiempo real sus imágenes.

El Gavizor vuela tanto en Los Andes, como en el desierto de Atacama, a nivel del mar, en áreas tropicales o cerca del círculo polar en Suecia. Todos sus mecanismos están diseñados para soportar condiciones medioambientales extremas, y en su mayoría son de origen nacional.
Pequeño pero matón
El otro dron del que dispone la Guardia Civil es el más pequeño del mercado. Hace unos años se pusieron de moda los drones de juguete con forma de helicóptero. Miles de chavales disfrutaron de una aeronave de bolsillo. Ahora, el Grupo de Acción Rápida, el prestigioso GAR, disponen de varias unidades del Black Hornet que se asemejan vagamente, aunque son mucho más sofisticados.
Con base en Logroño y despliegue nacional, el grupo de operaciones especiales de la Guardia Civil dispone en su arsenal de varias unidades del microdrón Black Hornet 3 y esperan de su siguiente iteración, el Black Hornet 4. Fabricado por la californiana Teledyne FLIR, cabe en la palma de la mano y pesa apenas 33 gramos.
Su tamaño y bajo nivel de ruido lo hacen prácticamente indetectable, lo que lo convierte en una herramienta ideal para misiones de reconocimiento. Es tan discreto que a una distancia de 50 metros es casi imposible de detectar, y hasta a 10 o 15 metros se vuelve casi invisible si detrás hay maleza, árboles, o superficies irregulares.
Un ‘juguete’ muy hábil
Se puede colar por ventanas, pasillos de casas o huecos practicados en paredes. Al igual que la mayoría de drones, se maneja con la ayuda de una pantalla con los mandos adosados, que recibe imágenes en tiempo real, ya sean diurnas o nocturnas gracias a su cámara térmica. El conjunto pesa unos 3 kilos y cabe en una mochila no muy grande.

Puede estar en el aire en menos de 20 segundos, tiene una autonomía de vuelo de hasta 25 minutos y a pesar de su tamaño, puede operar en condiciones meteorológicas adversas y en terrenos complejos. Esto lo hace especialmente útil en entornos urbanos o rurales donde la discreción y la rapidez son clave en operaciones de riesgo.
Puede usarse en acciones contra bandas criminales, rescates de rehenes o intervenciones antiterroristas. Permite, con un alto grado de discreción, explorar edificios, callejones o zonas boscosas sin exponer a los agentes. Su uso ha demostrado ser especialmente valioso en escenarios urbanos, donde la visibilidad y la movilidad suelen estar limitados.
Todos los cuerpos de seguridad lo desean
El Black Hornet no es exclusivo de la Guardia Civil española. Este sistema ha sido adoptado por más de 45 países, entre ellos el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército del Aire y del Espacio, el Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra, la Brigada Almogávares VI de Paracaidistas, y la Fuerza de Guerra Naval Especial de la Armada, los ‘boinas verdes’, y la Brigada de la Legión.
Todos operan el modelo Black Hornet 3 lanzado en 2017, aunque la FGNE de la Armada fue la pionera en su uso, cuando recibieron tres unidades del Black Hornet 2. Todos los cuerpos esperan su siguiente evolución, el 4, que se ha tardado ocho años en desarrollar. Su software es más avanzado, es algo más grande y pesado que el anterior, y sus capacidades son superiores.

Su cámara diurna es de 12 megapixeles, su sensor de imágenes térmicas de alta resolución proporciona vídeos e imágenes fijas de mayor calidad para un peso de 70 gramos. Puede volar durante más de 30 minutos, a más de tres kilómetros de distancia y funcionar con vientos de hasta 25 nudos y lluvia.
Los drones se han convertido en indispensables para los cuerpos relacionados con la seguridad y la defensa, pero los más eficientes son los más exóticos y especializados. Una de sus claves es su grado de especialización, discreción, e invisibilidad. Llegarán más, y seguramente tampoco los veremos hasta que los tengamos encima.