El artista Abel Azcona no teme a la muerte. Y es que él mismo defiende que no debería haber nacido porque su madre, prostituta y heroinómana, no pudo permitirse abortar. Con su performance ‘La muerte del artista’, ha vuelto a ser el centro de decenas de miradas. El artista ha invitado a partidos políticos y colectivos religiosos a dispararle en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Un hombre coge la pistola, apunta a la cabeza de Abel y dispara. Para sorpresa de todos, no sale ninguna bala. El arma no está cargada. No ha sido el único que se ha atrevido a disparar contra el artista, más de uno lo ha hecho. Y es que, Abel, con sus polémicas obras, se ha granjeado un gran grupo de enemigos. Abogados Cristianos, Hazte Oír, Vox, el Arzobispado de Pamplona, el PP, la Fundación Francisco Franco, el ISIS, el Front Nacional francés y Ciudadanos, entre muchos otros, han proferido en varias ocasiones amenazas e insultos contra Azcona.
Algunos colectivos le denunciaron por recopilar 242 hostias consagradas asistiendo a diversas eucaristías y escribir con ellas la palabra Pederastia. Otros le incluyeron en su lista de objetivos por comerse un Corán entero en menos de seis horas. Ha recibido amenazas e insultos por prostituirse, hormonarse para ser una mujer o tatuarse el lema más repetido por Trump –Make America Great Again– en el ano. Incluso Israel le ha prohibido la entrada por introducir fragmentos del muro de Berlín en el de Cisjordania.
La infancia de Abel Azcona estuvo sembrada de maltrato, acoso sexual, depresión y adopciones –con tal solo siete años fue adoptado por una familia de creencia ultracatólica –. Todo esto, sin duda, ha marcado su vida y su obra. Con su última performance, ‘La muerte del artista’, Abel invita a que los artistas se empoderen frente a los fanatismos.