A la opa le dieron estopa. ¡Qué fácil es tirar con pólvora del rey!, aunque, en este caso, los que dispararon no se la pagasen de su bolsillo, como antaño nuestros tercios en Flandes. Estos cuates no saben lo que es jugarse su dinero; siempre lo hacen con el del contribuyente. La casta siempre gana. Hablamos de nuestros antimonárquicos y separatistas, o sea, de nuestro amantísimo Gobierno.
La opa fue non nata: nació muerta antes de ver la luz. Fue un aborto financiero, y el pobre fetillo descansa, envuelto en plásticos, camino de la incineradora. Entre todos la mataron, y ella sola se murió.
Ahora está por ver lo que hacen los mercados, que no entienden de traiciones ni de pactos. Los números son fríos y el capital no toma prisioneros. Aquí seguimos añadiendo ceros a la lista de “debes”, y un día de estos la hucha hará aguas. Puede significar la debacle de uno u otro banco, y quién sabe si de los dos. ¿O acaso no recuerdan sus manirrotas señorías lo que ocurrió con Lehman Brothers y la crisis de las subprimes? Cuando el aleteo de una polilla en Wall Street causó un terremoto en el mundo entero. Por cosas más tontas que las de estos tontos se han venido torres más altas abajo.