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Washington prohíbe el uso de las pajitas de plástico

Los negocios que no ofrezcan alternativas de papel, paja o aluminio podrán ser multados, con sanciones de entre 100 y 800 dólares

Washington prohíbe el uso de las pajitas de plástico

En Washington ha quedado prohibido a partir de esta semana el uso de pajitas de plástico. El Gobierno ofreció un periodo de transición de seis meses, que concluyó este lunes. A partir de ahora los negocios que no ofrezcan alternativas de papel, paja o aluminio podrán ser multados, con sanciones de entre 100 y 800 dólares.

Se trata de la segunda gran ciudad estadounidense en prohibirlos, después de que Seattle (estado de Washington) hiciera lo mismo en 2018. Solo en Estados Unidos, se estima que se utilizan más de 500 millones de pajitas al día, y el objetivo es combatir la avalancha mundial de plásticos que amenaza al planeta.

La encargada de supervisar el programa en la ciudad, Katherine Antos, ha remarcado que esta prohibición es «solo uno de los elementos del esfuerzo integral y que busca liderar al país para acabar con los plásticos de un solo uso».

La versión moderna de las pajitas fue patentada precisamente en la capital estadounidense en 1888 por el inventor Marvin C. Stone, tras mostrarse molesto por los cilindros utilizados previamente y fabricados con centeno.

En un principio eran de papel sobre el que se aplicaba una capa de cera. Con el paso del tiempo fueron sustituidos por plástico y su uso se extendió rápidamente por todo el país a partir de las décadas de 1950 y 1960.

Ahora, 130 años después, la ciudad en la que se inventaron, donde viven más de 700.000 personas y tiene su sede el Gobierno federal estadounidense, ha decidido decretar su supresión.

«Se ha convertido en estándar que lleguemos a un restaurante y uno ni siquiera tenga que decir nada. A cualquier líquido se le pone inmediatamente una pajita de plástico. Y la gente ha comenzado a preguntarse qué hago con un plástico que no he pedido», ha explicado a Efe Tommy Wells, director del Departamento de Energía y Medioambiente del Distrito de Columbia, donde se encuentra Washington.

Wells ha remarcado, además, que son «por definición objetos de un solo uso, nadie los guarda para ser reutilizados» y que «su pequeño tamaño hace excesivamente costoso su reciclaje» por lo que la mayoría acaba en los ríos y mares.

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