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WhatsApp se convierte en el canal por el que se comparten más bulos de salud

WhatsApp se ha convertido en el canal por el que se comparten más bulos de salud, según el III informe EHON, editado por el Instituto #SaludsinBulos

WhatsApp se convierte en el canal por el que se comparten más bulos de salud

WhatsApp, la aplicación que permite enviar y recibir mensajes instantáneos a través del móvil, se ha convertido en el canal por el que se comparten más bulos de salud, según un informe sobre «cómo actuar frente al dr. Google», ya que causa buena parte de la desinformación en salud.

Esta es una de las conclusiones del III informe EHON (eHealth On), editado por el Instituto #SaludsinBulos, que se ha presentado hoy en el hospital de La Princesa por su coordinador, Carlos Mateos, la farmacéutica Marián García y la presidenta de la plataforma de organizaciones de pacientes, Carina Escobar.

El informe se ha centrado en el autodiagnóstico a partir de las búsquedas en internet y es fruto del consenso de más de cuarenta representantes de sociedades científicas, organizaciones de pacientes, colegios profesionales y asociaciones de periodistas.

El 50% de los autores del informe cree que WhatsApp es el principal medio por el que se difunden estos bulos por la facilidad de su uso y su gran penetración entre los españoles.

Y es así ya que se propaga de una forma muy rápida, porque quien lo recibe tiene normalmente al remitente en su agenda de contactos, con lo que es una fuente de confianza, un familiar o un conocido, según comenta a Efe Mateos, y por eso lo suele redifundir «por si acaso».

Los profesionales de la salud insisten en que no se haga: al final ese «por si acaso» tiene consecuencias y hace que muchas personas con enfermedades graves abandonen sus tratamientos y opten tal vez por «superalimentos» que le han dicho que puede curar su patología, cosa que es mentira.

Contrastar si esa información está avalada

Antes de compartir información sobre salud, hay que contrastar si está avalada por instituciones oficiales como el Ministerio de Sanidad o sociedades científicas. Si no hay manera de comprobarlo, preguntar a un profesional sanitario, según aconseja Mateo.

En caso de que no se pueda constatar su veracidad, lo mejor es no difundir, y lo que sí pueden hacer, en todo caso, es informarse a través de las web de las sociedades científicas, organizaciones colegiales, instituciones sanitarias y hospitales, entre otros.

Pero, según asegura Marián García a Efe, «vivimos con el miedo metido en el cuerpo y nos puede más el por si acaso que el espíritu crítico», aunque ella es de la opinión de que «hasta que no sepas que eso es verdad, por si acaso no lo envíes, porque los efectos negativos pueden ser mucho mayores«.

El acceso a la información es ilimitado y los pacientes no saben discriminar, según García, quien recomienda buscar el diagnóstico en el médico, una opinión que comparte Escobar.

Canales de difusión

Los autores del informe apuntan a WhatsApp como el primer canal de difusión de bulos, pero hay otras, como Twitter y Facebook, que comparten la segunda plaza.

Las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea como WhatsApp son, según el informe, las principales causas del aumento de los bulos, y frente a ellos los profesionales sanitarios deberían actuar.

Lo deben hacer asesorando a los pacientes sobre las webs más fiables, pero además debería haber indicadores de fiabilidad del contenido de las páginas de salud en los navegadores.

Todos los agentes sanitarios coinciden en que es necesario que los profesionales de salud hagan una labor más didáctica y empática al transmitir información a los pacientes.

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