Las autoridades de Génova entregan las primeras casas temporales a los desalojados
Las autoridades de la ciudad italiana de Génova han entregado este lunes las primeras casas provisionales a una veintena de los 600 desalojados de edificios cercanos al puente Morandi, que el 14 de agosto se derrumbó y causó 43 muertos y 16 heridos.
Las autoridades de la ciudad italiana de Génova han entregado este lunes las primeras casas provisionales a una veintena de los 600 desalojados de edificios cercanos al puente Morandi, que el 14 de agosto se derrumbó y causó 43 muertos y 16 heridos.
Han sido el presidente la región de Liguria, Giovanni Toti, y el alcalde de Génova, Marco Bucci, quienes han dado las llaves a estas familias, mientras que otras 40 esperan poder disponer de un hogar temporal en las próximas semanas. De hecho, Toti ha explicado a los medios que antes del 20 de septiembre se podrán conceder otras 40 viviendas y a finales del mes otros 100 apartamentos más, que desde mañana comenzarán a ser reestructurados.
En ocho semanas, ha prometido, todos los afectados podrán tener una casa. «Hemos empezado con las familias que tienen mayores necesidades», ha dicho Toti, es decir, familias con niños y con personas mayores o con discapacidades, aunque la intención es que todos los 600 vecinos que han dejado sus casas tengan pronto un espacio donde vivir de forma temporal.
El puente había sido construido a una altura de 90 metros, sobre edificios residenciales que se encuentran vacíos desde entonces, mientras los equipos de emergencia retiran los escombros y aseguran la zona. Hasta hoy, los vecinos han podido acudir acompañados de bomberos y personal especializado a sus casas para recoger algunos objetos personales, pero este lunes los técnicos que verifican el estado del puente han prohibido entrar en la zona cero.
El Cuerpo de Bomberos ha informado de que se ha suspendido el acceso de personas y vehículos a la llamada «zona roja» de Génova después de que se hayan escuchado ruidos procedentes de los restos aún en pie.
De forma paralela, la concesionaria de autopistas en Génova, Autostrade per l’Italia, filial de Atlantia y responsable de la gestión y del mantenimiento del puente, ha retirado el pago de las autopistas en toda la región. La medida se produce después de que el sábado el consejero delegado de la compañía, Giovanni Castellucci, avanzara que Autostrade ha movilizado un fondo de 500 millones de euros para las primeras exigencias de las víctimas y afectados por el derrumbe del puente.
Este monto se suma a las dos partidas de cinco millones de euros y de 28 millones de euros, respectivamente, que el Gobierno ha anunciado que destinará para gestionar las primeras intervenciones de urgencia en la zona, como asistir a las personas afectadas y limpiar el área para restablecer la normalidad lo antes posible.
Prosiguen además las investigaciones para esclarecer la causas del siniestro y el presidente de la comisión que ha instituido el Ministerio de Infraestructuras y Transportes, Roberto Ferrazza, ha explicado los medios que se está averiguando si el derrumbe fue fruto de un cúmulo de causas.
La revista L’Espresso ha revelado que en febrero de 2018 un equipo de ingenieros técnicos ya avisó al Ministerio de Transportes italiano y a Autostrade del mal estado del puente. El semanario ha publicado fragmentos del informe en el que varios técnicos señalaron la corrosión que sufría el tramo que se desplomó el 14 de agosto y la oxidación de al menos el 20% de los tirantes que sujetaban la estructura.
Entre los técnicos se encontraba el profesor asociado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Génova, Antonio Brencich, que ya en 2016 había criticado el estado de este viaducto, inaugurado en 1967.
Quien también advirtió de la corrosión del puente, hace casi cuarenta años, fue el propio Riccardo Morandi, ingeniero diseñador del puente, que en un informe de 1979 aconsejaba un mantenimiento constante para evitar el deterioro producido por el aire marino y la contaminación.
El informe ha sido publicado por el diario italiano La Verità y en él Morandi consideraba que «tarde o temprano, y tal vez dentro de unos años», sería «necesario recurrir a un tratamiento para eliminar cualquier rastro de óxido en los refuerzos más expuestos, para después cubrir todo con elastómeros de muy alta resistencia química».