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Ese toro no binario enamorado de la Luna

«Hablar de lo no binario les parece un contenido para adultos, como si estuviéramos ante una escena pornográfica o algo»

Ese toro no binario enamorado de la Luna

Ridley y Fred en la serie 'Ridley Jones' | Netflix

No es que los animales hablen en las películas; es que ahora te dan discursos como de Irene Montero. En la serie infantil ‘Ridley Jones’ de dibujos animados que se emitía en Netflix -la historia de una niña que cuida un museo cuyos animales y figuras toman vida cada noche-, un bisonte niño se confesaba ante su abuela como ‘no binario’. La típica conversación entre un bisonte y su abuela. El animal declaraba que quería llamarse Fred y que no le sentaba bien ser denominado como él o ella. A algunos padres les resultaba intolerable que se adoctrinara a sus hijos y, ante la ola protestas, cancelaron la serie. 

Hablar de lo no binario les parece un contenido para adultos, como si estuviéramos ante una escena pornográfica o algo. Si hay cuentos que tratan la historia de niños en todas las situaciones, no debería ofender que se trate la historia de un niño con disforia de género. Otra cosa es que un padre como yo pretenda que los dibujos de sus hijos no den la turra ni con la ideología de género, ni con la ideología en general. Lo que quieres es que tu hijo se entretenga un rato sin temor a fijarte en los diálogos y descubrir que la Doctora Juguetes (de la misma creadora que Ridley) en realidad es Ángela Rodríguez ‘Pam’ dando lecciones posturales de cómo deberíamos encamarnos correctamente. 

«Cuanto más crece el adoctrinamiento por parte de los creadores, más aumenta el cabreo de una parte de la gente y su capacidad para ofenderse»

Cuanto más crece el adoctrinamiento por parte de los creadores, más aumenta el cabreo de una parte de la gente y su capacidad para ofenderse. Si alguien delante de la televisión se encuentra con un contenido que no es de su gusto, siempre puede cambiar de canal. Porque puede ser que los hijos en este país sean de Isabel Celáa, pero en mi casa, el mando es de los padres y no se ve ‘Ferdinando’ porque a mí no me da la gana. Me niego a aceptar ese bodrio en el que el toro no lucha y se rinde, porque en esta casa, Ferdinando es un manso, un morucho y un descastado y, siendo así, no pido que la cancelen. A los del Pacma, por ejemplo, les parece muy bien un Ferdinando pacifista, pues complace la absurda idea de que el toro no acomete. En secreto preferirían mil veces una película de un toro exterminador que hiciera justicia con esos cochinos humanos comedores de carne, un toro invencible como David Fandila ‘El Fandi’, pero en toro y que en la serie pusiera pares de banderillas a los alumnos de la escuela taurina José Cubero Yiyo de Madrid en venganza por tanta crueldad.

Ahora que lo pienso, me está interesando mucho el bisonte no binario de Ridley, que es el gran bisonte no binario de Altamira, los toros no binarios de Guisando y el toro no binario enamorado de la luna que abandona por las noches la manada, machista y heteropatriarcal. Le puso Caroline, el mayoral; abanicos arcoíris parecen sus patas. O el toro de Osborne no binario defendiendo la inclusividad desde lo alto de las lomas de la Dehesa de Extremadura junto a la A5, ese monumento al que Bigas Lunas en ‘Jamón, jamón’ ya capó a puñetazos. Duele solo de pensarlo.  

En realidad, el bisonte no binario de Netflix concuerda con ciertas visiones antropológicas del toro como animal desdoblado entre lo masculino y lo femenino. Describen durante la faena un enloquecido juego de identidades intercambiables entre toro y torero en la que el matador por momentos representa a la mujer de cuerpo frágil y estilizado penetrada con violencia por el cuerno del toro, tan masculino salvaje y, en otras situaciones, encarna al macho que penetra al toro con la espada y lo posee hasta el sacrificio en un juego de posesión amorosa y mortal, una visión que otros consideran intolerable y a extinguir, como lo de Ridley.

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