La industria militar adelanta a la ciencia ficción de Alien con ametralladoras robotizadas
Un sistema de visión basado en IA detecta drones y los derriba como en la película se disparaba a los xenomorfos
Era cuestión de tiempo. Que la tecnología real adelante a lo visto en la ficción cinematográfica es una constante que dinamita el trabajo de los guionistas desde «El viaje a la luna» de Georges Méliès. Ahora le toca sucumbir a uno de los inventos ficticios de la saga Alien, pero no para liquidar a babosos xenomorfos, sino a drones.
No es la primera vez que los militares ponen el ojo en algún invento propio de la cinta «Aliens: el regreso». En su momento ya tomaron nota e hicieron pruebas con ametralladoras de tipo medio sustentadas en brazos hidráulicos, como se ve en la película de James Cameron. El experimento salió mal; la idea era buena, pero el aparataje —sacado de los operadores de cámaras tipo steadycam— pesaba demasiado.
Pero esta vez, y cuando la tecnología ha estado lista, las soluciones de la ficción parece que van a llegar al campo de batalla. Eso es lo que piensan los responsables de la compañía texana Allen Control Systems, que han encontrado con su «Bullfrog» la manera de identificar, seguir y derribar amenazas aéreas como drones de pequeño tamaño con tecnologías sencillas, y a un coste asumible.
El advenimiento masivo de drones armados está cambiando las reglas de la guerra, y ante su bajo coste, hasta el batallón menos dotado los maneja con eficiencia. El conflicto con los hutíes en las costas yemeníes han demostrado que los grandes ejércitos no están preparados para este nuevo tipo de conflicto. Una de las mayores sangrías de los militares estadounidense es el elevado coste de derribar drones de cientos de euros, puede que unos pocos miles, con misiles que cuestan hasta cien veces más.
El Ejército americano está probando armas defensivas de diverso tipo, entre los que hay revolucionarios y efectistas sistemas laser, de energía proyectada, microondas, que ciegan los sensores, o hasta redes lanzadas para su captura en vuelo. Todas ellas son soluciones prometedoras, pero costosas, complejas y no siempre del todo eficaces. El sistema más sencillo, fácil y accesible para derrotar este tipo de amenaza la inventó el pastor David, cuando se enfrento contra el gigante Goliath: arrojarles un proyectil.
En los ejércitos saben mucho de proyectiles, pero ante aeronaves que caben hasta en la palma de una mano, es crítico el sistema de identificación y guiado… y para atender esta asignatura ha llegado la inteligencia artificial. Unir ametralladoras de calibre pequeño a un sistema de seguimiento es lo que ha conseguido Allen Control Systems con «Bullfrog», que pasa de ser un mero arma de fuego a todo un sistema de combate.
Consta de tres partes básicas: una ametralladora M240 del calibre 7.62mm, un sensor óptico —una cámara de vídeo con capacidades extra— y el sistema informático que analiza las señales y provee de capacidad de análisis al conjunto.
Será así un mecanismo robotizado de aprendizaje continuo el que se encargue de hacer caer de manera autónoma cualquier dron que se acerque a un enclave sensible.
A día de hoy, los sistemas de guerra autónomos no están permitidos en el Ejército estadounidense, y al final, ha de haber una persona pulsando un botón. El Bullfrog, está preparado para funcionar de manera completamente automatizada, al igual que las ametralladoras que en la versión extendida de «Aliens: el regreso» escupían un diluvio de plomo sobre todo aquello que se moviera por el angosto pasillo.
La idea es la misma: dejar que Bullfrog se haga cargo de defender un puesto a modo de centinela robótico, y con el tiempo, acabará eliminando al factor humano de esta ecuación. Esto es lo que piensa Mike Clementi, un exingeniero nuclear contratista del US Navy que se ha hecho cargo del proyecto. «Si el Bullfrog funciona, puedes modificar todo lo existente en toda la flota, eso es ideal», tal y como recoge Wired.
A precio de derribo
Climenti se ha dedicado durante los últimos años a desarrollar contramedidas en la defensa contra este tipo de amenaza, y defiende la idea por lo barato y accesible de su idea. «Si puedes usarlo de manera efectiva por el costo de unas pocas ráfagas de 7.62 mm, te estás adelantando al resto», afirma. Si el Bullfrog acaba funcionando, acabará siendo la solución más barata de todas las presentadas ante esta nueva necesidad, con una relación costo-por-eliminación similar a la asociada con sistemas de láser y microondas, pero sin el mantenimiento intensivo y la logística necesaria.
El Bullfrog no es el único sistema de armas contra drones entre las posibles adquisiciones del Pentágono, pero la sencillez, precisión y accesibilidad que ofrece sigue siendo superior a la de otras ofertas. Ante esto, la compañía cree que identificar, rastrear y disparar es solo la punta del iceberg. La idea es llevarlo más allá, adoptar mayores calibres, armas más contundentes, añadir la capacidad de seguir a drones que se muevan en diferentes patrones de aceleración.
También en vehículos en marcha
En su hoja de ruta está el desarrollo de un sistema defensivo aplicable a caravanas de vehículos equipados con torretas capaces de disparar de manera coordinada, incluso si están conduciendo por caminos accidentados. El eje cartesiano, lo que hará que Bullfrog triunfe será la capacidad de discernir entre amigos y enemigos. Hasta hoy ha habido siempre una persona responsable de decidir esto, y con el tiempo acabará desapareciendo.
En Allen Control Systems ven un futuro armado con aviones no tripulados a los que quieren derribar ametralladoras autónomas: será la guerra de las máquinas, y la ganará el que tenga más y más avanzadas. Ya se vislumbra la guerra sin soldados. Mejor.