The Objective
Crónicas disfrutonas

La pasta con albóndigas de Peter Clemenza, una receta exquisita y fácil salida de 'El padrino'

Son un plato americano clásico: ‘Spaghetti & meatballs’. El sobrenombre viene de una de las mejores películas de la historia

La pasta con albóndigas de Peter Clemenza, una receta exquisita y fácil salida de ‘El padrino’

Peter Clemenza y Michael Corleone en 'El Padrino'.

«¿Hoy puedo cocinar yo? Prepararía los spaghetti Clemenza y prometo dejar la cocina como un San Luis». Es domingo, no hay ayuda en casa y ante esta última observación, la autoridad da su nihil obstat. Mi hijo pequeño se encierra en la cocina y anuncia que en una hora el plato estará listo. Y nos sorprende con una preparación inédita de las albóndigas de Ikea, que él llama alla Clemenza.

Los spaghetti Clemenza son un plato americano clásico: Spaghetti & meatballs, o sea, con albóndigas. El sobrenombre se le ocurrió viendo una de las mejores películas de la historia, al decir de muchos expertos: El padrino. Huelga que un patán como yo en materia de séptimo arte glose aquí las excelencias de la saga, pero hay algún detalle gastronómico que no me resisto a comentar. 

En la primera entrega de El padrino, en un momento dado están todos los capi acuartelados en casa de los Corleone, antes de la inminente batalla final entre familias. Y Peter Clemenza, el hombre más cercano a don Vito, está preparando los spaghetti con albóndigas y explicando el proceso a Michael Corleone, que le sigue atentamente. De ahí el sobrenombre «Clemenza» del plato. 

Hay otra escena que muestra el rigor y el cuidado con que se filmó la saga, esta vez en El padrino II. En casa del futuro padrino, cena Vito Corleone, (un jovencísimo Robert de Niro), con Clemenza y Tessio, sus dos primeros soldados. Estos últimos están sentados a la mesa y Vito va sacando los platos que le pasa su mujer desde la cocina, uno a uno. Primero le pone el plato a Clemenza y tras cosa de minuto sale el segundo, que le pasa a Tessio. Finalmente, sale su propio plato, se sienta y todos comen.

La mujer de Vito no se sienta con ellos, por supuesto. Pero es ese acabar la pasta en los platos, uno a uno (y no en una fuente como haríamos todos) lo que nos da una pista del rigor en la realización. Doy fe: hace no quiero ni pensar cuántos años, un amigo y yo nos fuimos en coche a Reggio-Calabria, en el sur de Italia. Una calabresa nos había encandilado a los dos y decidimos entablar leal justa en pos de sus favores. Que gane el mejor, fue el lema. Nos había invitado a la finca de sus padres, cerca de Catanzaro, la capital regional, donde estuvimos cuatro días. Y los spaghetti salieron siempre a la mesa plato a plato, para nuestra extrañeza entonces. 

Leo que los maccheroni alle polpette (o sea, con albóndigas) ya se hacían en Italia en el siglo XVIII, pero se popularizaron en los Estados Unidos a principios de siglo. Desde luego son frecuentes en las cartas de las trattorie de Little Italy, en Nueva York, pero no recuerdo haberlos visto en ninguna en Italia. Son un plato socorrido si hay dos: un primero y un segundo, juntos. La receta no puede ser más fácil.

Ingredientes:

  • Medio kilo de spaghetti
  • Medio kilo de albóndigas de Ikea (no las de pollo)
  • Un tarro y medio de tomate frito casero (hay algunos de primera, en los súper, como el de marca Hida)
  • 300 mililitros de un vino tinto potente: por ejemplo, un cariñena
  • Queso rallado

Ya os imagináis el proceso: en la olla, la salsa y las albóndigas. Cuando hierve, el vino, y que reduzca cosa de media hora. Cocer la pasta y añadirla, mezclar bien y a la mesa. Servir con queso rallado y acompañar con un buen vino tinto. 

Me diréis que es trampa, tanto plato preparado y… nada que objetar: tenéis razón. Lo canónico es preparar un tomate frito casero, unas albóndigas igualmente homemade y, de ponernos estupendos, incluso hacer la pasta también en casa. Pero es que sale redonda tal cual la cuento. 

He visto por ahí recetas de este mismo plato que no incluyen vino tinto. Yo, tras probar con y sin, prefiero sin duda hacer caso a Clemenza. Por cierto, que se dijo que el actor que lo encarnaba, Richard Castellano, era sobrino de Paul Castellano, uno de los jefes de una familia mafiosa. ¡Cómo hacer caso omiso de tan cualificada opinión y suprimir el vino!

Las albóndigas de Ikea pueden no gustar si se preparan a la sueca (a mí sí), tal como se recomienda en el paquete. Son muy diferentes de las nuestras de toda la vida (estofadas, tras freírlas, enharinadas como sabemos). Pero, bueno, a la ventaja de estar ya hechas se une el que son del tamaño perfecto para mezclar con spaghetti, más pequeñas que las tradicionales. Y, gusten a la sueca o no, quedan de lo más resultonas preparadas alla Clemenza. Probad si no. 

Y no he de dejar sin el final del amoroso torneo a mis posibles lectores cotillas. Al poco de llegar, la calabresa, con una inocente sonrisa (¿Impostada? Quisimos pensar que no), nos presentó a su novio, un mocetón de cosa de uno noventa, muy del aire Mastroianni: Imbatible. Mi amigo y yo reconocimos deportivamente nuestra inferioridad e hicimos gala del máximo pragmatismo retirando nuestras candidaturas.

Publicidad