Ese postureo que tanto nos gusta (y me incluyo) puede llegar a ser nuestro peor enemigo; nos puede pasar factura social. ¿De qué habla esta?. Dirán muchos. Por eso es mejor que vayamos a ejemplos concretos.
No puedo evitar hacerme dos preguntas: la primera, ¿a quién se le ocurre invertir su valioso tiempo en crear una aplicación de estas?; y la segunda, ¿qué tipo de gente lo descarga?
Creo que estamos ante una profesión que sufre gravemente de una enfermedad que he autodenominado periocentrismo. Sobran periodistas que creen que el periodismo está por encima de todo y (casi) de todos.