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La mano de Dios: el día que Maradona salvó la vida a Sorrentino

‘Fue la mano de Dios’ es la más intimista de las obras de Sorrentino en la que mezcla su mundo onírico con su tragedia personal en el Nápoles de Maradona

La mano de Dios: el día que Maradona salvó la vida a Sorrentino

Marlon Joubert y Gianni Fiorito en el rodaje de 'Fue la mano de Dios' | Netflix

Fue la mano de Dios, o eso dicen al menos, la que batió al portero, e hizo de la trampa una maravillosa obra de justicia poética. O divina. Argentina ganaba en el Mundial de México a Inglaterra y, en ese error arbitral, se enjugaban todas las miserias de la guerra de las Malvinas. La historia ha sido contada millones de veces, sin que supiésemos que esa misma mano había salvado también la vida del cineasta Paolo Sorrentino.

El momento ‘divino’. | Foto vía Wikipedia.

Tras la serie The New Pope (2020), el ganador del Oscar a la Mejor película de habla no inglesa por La gran belleza (2013) ha estrenado, este pasado viernes, Fue la mano de Dios, su historia más íntima, en la que recrea, con su característico estilo, una adolescencia marcada por una enorme tragedia.

En el decadente, pobre y mafioso Nápoles de los ochenta, una familia feliz y pintoresca, muy napolitana, que representa a todas las familias de la ciudad, vive ajena al fatal destino que le aguarda. Mientras, la urbe se despoja de sus complejos agarrándose a la figura de Diego Armando Maradona, que derrota a los grandes equipos del norte rico. Las vergüenzas del caótico e inculto sur se transforman en orgullo, a la vez que se deifica a un jugador que hoy, un año después de su muerte, sigue más presente que nunca en el laberinto de callejuelas de los barrios españoles.

Aquella revolución salva la vida del joven Sorrentino, que prefiere quedarse en casa viendo el fútbol antes que irse de vacaciones con sus padres, que acaban falleciendo intoxicados por el humo de una mala combustión producida en la vivienda de veraneo. La existencia del adolescente cambió de golpe.

Podemos dividir la narración en dos partes claras: la herida, ya contada, aquellas muertes que lo dejan huérfano, y la cicatrización de la misma, proceso que ha perdurado hasta ahora, cuando el italiano se ha visto capaz de poner en negro sobre blanco este jirón dolorido de su alma.

Filippo Scotti, Toni Servillo y Teresa Saponangelo. Foto: Gianni Fiorito en el rodaje de ‘Fue la mano de Dios’ vía Netflix.

La primera parte es su particular Amarcord (1974), la película en la que su idolatrado Fellini retrató su infancia, donde hay mucho, también, de nuestro Berlanga, como así demuestra que se cite el imperio austrohúngaro en una escena, tal y como hacía el valenciano en todas sus obras.

«Sí, de verdad, yo creo en el origen divino de Maradona»

Paolo Sorrentino

Es la segunda parte, más surrealista, un canto a la esperanza, en el que el protagonista encuentra en el cine la forma de vivir una realidad diferente a la que detesta, en el marco de una incomparable ciudad que hereda de Roma la doble función de decorado y personaje principal. Sobrevolando la historia, se intuye la presencia constante de esa relación de amor e idolatría entre el jugador argentino y los napolitanos. «Sí, de verdad, yo creo en el origen divino de Maradona», soltó el realizador recientemente en una entrevista. La figura del 10 es una promesa de futuro, frente a la nostalgia decadentista que supura ese mismo mito en La juventud (2015), otro de los grandes títulos de Sorrentino.

En la película, al igual que en toda la obra de este creador, se mezclan la realidad y la experiencia personal con el mundo de los sueños, un surrealismo de herencia felliniana envuelto en unos ropajes barrocos que conforman un espectáculo visual al alcance de pocos directores de cine.

Sin embargo, sin renunciar a ser «sorrentiniano», hay en este proyecto mucha contención, pues el drama chirriaría si se adornase con algunas de sus extravagancias habituales. Calificada por muchos críticos como el mejor trabajo del napolitano —aunque tal vez no todos estarán de acuerdo en ello— sí es innegablemente una película bellísima, como ha dicho Boyero, que no defraudará a los más cinéfilos.  

Filippo Scotti, Toni Servillo, Teresa Saponangelo y Marlon Joubert. | Foto: Gianni Fiorito en el rodaje de ‘Fue la mano de Dios’ vía Netflix.

Toni Servillo, actor fetiche que ha intervenido en media docena de títulos del director, encarna al padre, mientras el jovencísimo Filippo Scotti hace de su alter ego, papel que le ha valido el premio Marcello Mastroianni en el último Festival de Venecia.

Tras alzarse con el Gran Premio del Jurado de este festival, Fue la mano de Dios es la candidata italiana a los premios Oscar, así como la propuesta «culta» de Netflix  en busca de los premios y del beneplácito de la crítica, siguiendo la estela de filmes como El Irlandés (2019) o Los dos papas (2019).

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