Joan Didion, la mujer que nos hizo entender la aventura y el dolor
Se va la pionera del periodismo narrativo, pero nos deja como aprendizaje que el dolor forma parte de la aventura de la vida
Ayer nos llegaba la noticia de la muerte de una escritora única: Joan Didion ha muerto a los 87 años en su apartamento en Manhattan debido a complicaciones con el Parkinson.
Desde sus fans más longevos hasta los más jóvenes, la noticia causa tristeza y extrañamiento, esa misma que la autora logró expresar en El año del pensamiento mágico, ese memoir que narra la muerte repentina de su esposo, John Gregory Dunne, un libro que llegó a publicarse en España junto a muchos otros, gracias al también fallecido Claudio López Lamadrid, editor que vio en Didion más que una superventas para viudas: una voz del siglo XX a explorar en el siglo XXI.
Didion fue la gran escritora y cronista quien, junto a otros estadounidenses como Gay Talese, Nora Ephron y Tom Wolfe, escribió el nuevo periodismo en la década de los 60 al unir el periodismo con la literatura, creando eso que hoy día llamamos «no ficción».
La autora saltó a la fama gracias a sus artículos incisivos en las revista Life o The Saturday Evening Post, donde predominaban la crítica social debido a que era una gran observadora. En sus textos se exploraba la vida estadounidense de la posguerra y sus complejidades, siendo California, su estado natal, el lugar que le proporcionó el mejor material para sus crónicas y memorias, entre ellas Los que sueñan el sueño dorado. En viñetas nítidas y conocedoras, capturó la dureza y belleza del estado, su promesa dorada, el Hollywood lisérgico y un pasado que se desvanecía rápidamente: el poder californiano como laboratorio moral y cultural.
Después de su etapa californiana, Didion canalizó su escritura en los informes políticos, presentando largos ensayos para The New York Review of Books sobre la guerra civil en El Salvador y la cultura cubana emigrada en Miami, con frases tan ricas que sobrevolaban el Caribe: «Los tocadores de La Habana se convierten en polvo en Miami». De estos informes, el resultado de estos fueron los libros Salvador y Miami.
A los 30 años le diagnosticaron esclerosis múltiple y, al poco tiempo, sufrió una crisis ansiosa, por la cual fue ingresada en una clínica psiquiátrica en Santa Mónica. Un hecho que definiría su neurosis y temperamento a lo largo de su vida, pero, sin la que quizás no podría haber escrito libros como el controvertido White Album, donde incluyó la evaluación psiquiátrica dictada en dicha clínica, después de haber llegado quejándose de náuseas y vértigo.
Luego siguieron El año del pensamiento mágico o Noches azules, este último se lo dedicó en 2005 a otro duelo, ese que vivió al morir su hija, Quintana Roo Dunne, debido a una pancreatitis aguda, quien enfermó al mismo tiempo que se producía la muerte de su marido, dos años antes. Fue allí donde se convirtió en una crítica de la negación estadounidense a la muerte. «La mitad de la vida estamos en la muerte, dicen los episcopalianos junto a la tumba. Más tarde me di cuenta de que durante aquellas primeras semanas le debí repetir los detalles de lo sucedido a todo el mundo que vino a casa». afirma en El año del pensamiento mágico, mientras escribía en Noches azules: «Hemos evolucionado hacia una sociedad en la que el duelo está totalmente oculto».
En los últimos años, Didion se convirtió en un icono pop gracias a ser la modelo octogenaria de la marca Céline, al posar con sus icónicas gafas de sol bajo el lente del fotógrafo Juergen Teller y al documental Joan Didion: El centro cederá, dirigido por su sobrino Griffin Dunne.
En el documental producido por Netflix, Dunne quiso limpiar a la figura mística y lúgubre de su tía de la mano de ella y de los testimonios de quienes la habían conocido durante décadas: desde el escritor Calvin Trillin y su exeditor Bob Silvers, de la New York Review of Books, hasta Harrison Ford, quien trabajó para Didion y su esposo como carpintero, o la actriz Vanessa Redgrave y el dramaturgo David Hare, quienes llevaron a las tablas El año del pensamiento mágico.
Aunque muchas autoras jóvenes que afirman que la autoficción ha muerto, Joan Didion deja el legado de la crónica personal en las nuevas generaciones de escritoras como Rachel Cusk, Sheila Heti o Jia Tolentino, pero sobre todo deja el legado de la que fue una exploradora de la vida, una observadora única y sobre todo una mujer que se sobreponía, una heroína que narró de la mejor forma el siglo XX y su paso al siglo XXI.