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La vuelta al cine español en cinco películas de José Sacristán

El maestro de actores recibe el Goya de Honor 2022, justo un año después de ser reconocido con el Premio Nacional de Cinematografía

La vuelta al cine español en cinco películas de José Sacristán

El actor José Sacristán. | Raúl Terrel (EP)

Trabajó de mecánico tornero y vendedor de libros del Círculo de Lectores, quizás por ese preludio de currante menesteroso, José Sacristán (Chinchón, 1937) ha terminado erigiéndose en sus propias palabras, recogidas por El País en una entrevista de 2017, en un «espejo en el que se ha mirado el español de a pie con todas sus contradicciones, servidumbres, grandezas, miserias y minusvalías». Este próximo sábado, 12 de febrero, el maestro de actores recibirá el Goya de Honor 2022, justo un año después de ser reconocido con el Premio Nacional de Cinematografía. Tarde, pero llegan.

A sus 84 años y con más de 125 películas en su prolífico y diverso currículum, declara que su oficio es un juego permanente en el que jamás pierde de vista al crío que fue. El veterano artista mantiene intactas la curiosidad y el aprendizaje y apostilla: «Pobre de aquel que deje de hacerlo». A continuación va una selección de cinco películas protagonizadas por Sacristán que fueron juego interpretativo y se han convertido en historia del cine. 

Vente a Alemania, Pepe (Pedro Lazaga,1971)

«Es como Lourdes, pero mecanizado».Con argumentos así de peregrinos y subido a su Mercedes, el fanfarrón personaje al que da vida Sacristán convence al Pepe del título, interpretado por Alfredo Landa, de las bondades de emigrar a Alemania. La falsa promesa de prosperidad es el tragicómico hilo conductor de un título que se ha convertido en un referente del landismo, esa corriente cinematográfica entre el costumbrismo y el erotismo de baja intensidad de la que ambos actores formaron parte y de la que ningunos de los dos han renegado, conscientes de que plasmaron los sinsabores del fin de la dictadura y los temores de la incipiente democracia.

Solos en la madrugada (José Luis Garci, 1978)

«No soy político ni sociólogo, pero creo que deberíamos darnos la libertad los unos a los otros (…) No debe preocuparnos si cuesta un poco al principio, porque lo que importa es que al final habremos recuperado la convivencia». A finales de los años setenta, Sacristán demostró que había madera dramática en una carrera que hasta el momento había destacado por su vis cómica. La película es un reflejo del hartazgo y las frustraciones de la Transición, con guiños a aquel momento político, como la propaganda electoral de las primeras elecciones y el anuncio de la legalización del Partido Comunista. Garci rindió tributo a las ondas, con cameos de Iñaki Gabilondo y José Luis Pecker, y explotó las cualidades radiofónicas de una voz que se ha ido tornando más grave e imponente. Dos años después Josep Cuní arrancó en Radio Barcelona un programa para noctámbulos con el mismo nombre.

Soldados de plomo (José Sacristán, 1983)

«El romanticismo es el refugio de los pobres». El actor dio el salto tras la cámara con esta melancólica adaptación de un relato de Eduardo Mendoza. Más adelante repetiría como director con Cara de acelga (1987) y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? (1992). El actor se reservó el papel principal en su ópera prima, arropado por figuras de la talla de Fernando Fernán Gómez, Silvia Munt y Amparo Rivelles. La propuesta, que es thriller, drama familiar y crítica social a la especulación inmobiliaria, arranca con la vuelta del hijo bastardo de un militar y una cupletista a su ciudad natal para arreglar cuentas con un pasado donde sospecha que el suicidio de su padre fue, en realidad, asesinato. 

Un lugar en el mundo (Adolfo Aristarain, 1992)

«Libertad, fraternidad, ¡leches! Suena muy bien, pero es aburrido». En este emocionante drama con estructura de western, Sacristán da vida a un escéptico geólogo español que busca petróleo en unas tierras rurales de Argentina. Allí conocerá a un matrimonio que en su defensa de una cooperativa de campesinos, se halla enfrentado al terrateniente de la zona. La cinta, que se se alzó con la Concha de Oro en San Sebastián, habla de dignidad y de principios, pero también de derrota y de la renuncia a los sueños. Preparen kleenex.

El muerto y ser feliz (Javier Rebollo, 2012)

«Se ha hecho de rogar, don Francisco». Con estas palabras agradecía en 2012 el único Goya del que ha sido merecedor. La película es una comedia negra protagonizada por un asesino a sueldo que escapa de un hospital para emprender un viaje en carretera hasta las trancas de morfina tras enterarse de que tiene una enfermedad terminal. Estos últimos años, Sacristán se deja mimar por las nuevas generaciones de directores. Carlos Vermut, Isaki Lacuesta y Kike Maíllo le han mostrado su veneración con papeles atípicos, donde él se reta y juega.

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